Estado, empresa y sociedad
Evaluación y perspectiva macroeconómica
Las sociedades fracasan cuando no tienen instituciones sólidas y permanentes que proporcionen incentivos, promuevan la inversión e innovación.
La semana pasada, el presidente de la Junta Monetaria y del Banco de Guatemala presentó la estimación de cierre 2025 y las perspectivas económicas para 2026, conforme a la evaluación de la política monetaria, cambiaria y crediticia, elaborada por el Departamento de Análisis Macroeconómico y Pronósticos del banco central.
Persisten elevados niveles de incertidumbre y riesgos significativos vinculados.
El Fondo Monetario Internacional prevé que la economía mundial registrará un crecimiento de 3.2% en 2025 y de 3.1% en 2026. No obstante, persisten elevados niveles de incertidumbre y riesgos significativos vinculados, principalmente, con políticas comerciales proteccionistas, conflictos geopolíticos, la persistencia de la inflación subyacente y altos niveles de endeudamiento en varias economías.
En Centroamérica, la actividad económica se expandiría 3.6% en 2025 y 3.4% en 2026 ante el mayor gasto de consumo de los hogares, derivado, en parte, del incremento de las remesas familiares, la disminución de la inflación y del crecimiento del crédito bancario al sector privado, así como el aumento del turismo, la inversión extranjera y las exportaciones.
No obstante, los cambios en las políticas de comercio y migración de los Estados Unidos de América (EUA), el limitado espacio fiscal, los bajos niveles de inversión, la vulnerabilidad a choques climáticos, la debilidad institucional, pobreza y exclusión social e incertidumbre política, seguirán restringiendo un mayor crecimiento en su conjunto.
En este entorno, se estima que a nivel nacional el Producto Interno Bruto (PIB) crezca en 4.1%, tanto este año como el próximo, apoyado por la demanda interna, en un contexto inflacionario de 1.75% en 2025 y del 3.5% en 2026. Mientras tanto, el tipo de cambio se mantendrá estable y la tasa de interés tenderá ligeramente a la baja. El papel del gobierno en la economía seguirá siendo moderado, con un presupuesto estatal que ronda el 16% del PIB, una carga tributaria de casi el 12%, un déficit fiscal del 3.3% y una deuda pública del 28% respecto del PIB.
Las Reservas Monetarias Internacionales se situarán alrededor de los US$32.3 millardos, recordándonos que un factor determinante de la estabilidad han sido las remesas que este año sumarán US$25 millardos, pero que el Banguat estima una desaceleración del 5% para el 2026, consecuencia de la cada vez más precaria situación migrante en los EUA. Algo previsible, dadas las circunstancias, que deberá contemplarse en la política económica del país de cara al futuro.
En general, podemos apreciar que tanto este año como el próximo, serán años de estabilidad y crecimiento, superior al resto de la región, pero insuficientes para lograr confianza política y un mayor desarrollo social (salud, educación, infraestructura, seguridad y justicia). En este orden de ideas, las lamentables debilidades institucionales, un entorno político complejo que restringe la eficacia de las políticas públicas, la necesidad de mejorar la rendición de cuentas y controlar la corrupción, un estado de derecho débil y un PIB per cápita (por persona) bajo, son lastres que han imposibilitado que Guatemala deje de tener un riesgo de crédito soberano especulativo y pueda pasar a ostentar el grado de inversión.
Como nos comparten Daron Acemoglu y James Robinson (Premios Nobel de Economía) en “Por qué fracasan los países”, las sociedades fracasan cuando no tienen instituciones sólidas y permanentes que proporcionen incentivos, promuevan la inversión e innovación, en donde la mayoría de los ciudadanos puedan desarrollar sus talentos, en beneficio personal, del bien común y no sólo de las élites.