Relató que el terreno cedió y la correntada destruyó la carretera, dañó 15 viviendas, inundó otras de la parte baja y los cultivos se dañaron por la capa de lodo.
Según los vecinos, han solicitado a la Municipalidad y a Gobernación Departamental que atiendan el problema, pero les dijeron que debían esperar.
Alvarado expresó que hace tres meses llevaron maquinaria para tratar de trabajar, pero no funcionó y ocurrió esta emergencia.
Wálter Álvarez, supervisor de la Unidad Ejecutora de Conservación Vial, del Ministerio de Comunicaciones, informó que la lluvia de los últimos días y el aumento del caudal de arroyos empeoraron la situación y por eso el agua se desbordó en la laguneta.
El daño
Explicó que el agujero ocupa un carril del tramo, pero debajo del asfalto del otro se pueden observar cavernas que cubren todo el ancho de la carretera, lo cual representaba un peligro para pilotos y pobladores, pues se teme que haya más socavamiento en el área.
Jorge Méndez, delegado de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), afirmó que debido al peligro que representa ese tramo tuvieron que cerrar el paso a todo tipo de vehículos de cuatro ruedas, por lo que por ahora solo transitan personas y motocicletas.
Expresó que el área está resguardada por la Policía Nacional Civil y soldados de la Quinta Brigada Militar de Huehuetenango.
Las autoridades señalaron que el cierre representa pérdidas económicas a gran escala, por el flujo comercial de la zona y porque por esa vía también se llega a la frontera con México.
Gilman López, uno de los pobladores afectados, indicó que hasta el mediodía de ayer nadie les había dado asistencia y que tuvieron que buscar refugio con vecinos, ya que la Conred no habilitó albergues.
“Esperamos que nos digan si nos vamos y a dónde, porque ni eso nos han dicho. Mientras haya laguna estamos en peligro, porque en cualquier momento ocurre otra correntada”, dijo López.
Calvario en la ruta
Para los viajeros y comerciantes, el paso se convirtió en un calvario, debido a que se formaron colas de carros de hasta ocho kilómetros y mucha gente tuvo que caminar varios kilómetros para trasbordar o trasladar su mercadería.
Carlos Méndez, comerciante, aseguró que tuvo que pagar doble flete para llevar ajo a Quetzaltenango, y eso impacta en su economía.
Felipe Sánchez, ayudante de un autobús extraurbano, manifestó que para no perder el día de trabajo tuvieron que ayudar a los pasajeros a pasar su carga de un extremo a otro.
El gobernador departamental, Juan Antonio Solórzano, dijo que se toman las acciones para solucionar el problema de inmediato.
El ministro de Comunicaciones, Alejandro Sinibaldi, llegó en helicóptero y después de un recorrido a pie por la zona informó que trabajarán en la habilitación de un paso provisional, el cual tardará entre 48 y 72 horas, a un costo de Q2 millones.
Dijo que la reparación definitiva les tomará unos meses.
