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¿Le está jugando Perú trucos sucios a la selección de Nueva Zelanda en la víspera del repechaje?

Maldiciones de chamanes, choferes de autobús que se niegan a pisar el acelerador y cohetes que revientan sobre su hotel de madrugada.

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Esta es la pesadilla peruanaque, según la prensa de Oceanía, vive la selección de Nueva Zelanda, que llegó el lunes al país sudamericano para pelear por el pase al Mundial Rusia 2018.

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La última vez que la Blanquirroja clasificó fue en 1982, en el Mundial de España.

Lo que significa que ningún peruano de menos de 35 años ha experimentado nunca la sensación de alentar a su equipo durante la cita más grande del fútbol. Y los de entre 35 y 40, seguro que no lo recuerdan.

Y muchos harían lo que fuera para asegurar la clasificación.

Eso también explica la fiebre que se vive en el país a espera del gran partido.

El Ministerio de Trabajo anunció que, de haber victoria, el jueves será feriado. El de Educación, también cancelará las clases en colegios públicos y privados.

Hasta el zoológico de Lima dejará entrar gratis este miércoles a los primeros 50 asistentes que se apelliden como el entrenador o cualquiera de los seleccionados.

Y esta euforia no ha pasado desapercibida para los neozelandeses.

“Sabemos que si Perú pierde va a ser un desastre nacional”, declaró el entrenador de los All Whites, Anthony Hudson, a la prensa local a su llegada.

Tener la clasificación tan cerca ha provocado que los peruanos dejen de lado la cara amable que suelen mostrar a los extranjeros, según el periodista deportivo del New Zealand Herald, Michael Burgess.

Un retraso “raro”

“No es típico de ellos. Los peruanos son gente hospitalaria por naturaleza, entre los más acogedores de todo el continente”, dijo en un artículo publicado el martes en el que acusaba a Perú de jugar “trucos sucios” a su selección.

“Pero parece que la tentación de perturbar a los All Whites, de forma discreta pero efectiva, ha sido demasiado grande”, añadió.

Según este periodista, los problemas de los neozelandeses comenzaron incluso antes de que aterrizaran.

Tras un largo vuelo de 11 horas y media desde su país, al otro lado del Pacífico, hasta Buenos Aires, la delegación neozelandesa debía embarcarse en otro viaje de 4 horas y media rumbo a Perú.

Sin embargo, no pudieron aterrizar en Lima hasta tres horas después de lo previsto debido a “nuevas restricciones de aterrizaje impuestas en el aeropuerto” de la capital limeña, según el New Zealand Herald.

Esto provocó que el avión hiciera una parada en Iquique, al norte de Chile, lo que Burgess calificó de “raro”.

El autobús lento

Una vez en tierra, Hudson y su asistente atendieron a la prensa mientras los jugadores salían por una puerta trasera para subir a un autobús.

Según el relato del periódico neozelandés, el entrenador y su asistente tomaron luego un taxi y aún así llegaron al hotel antes que el vehículo que trasladaba a la selección.


“Según quienes estaban abordo, el autobús, que estaba escoltado por una gran caravana de patrullas y motos de la policía, apenas superó los 35 kilómetros por hora durante todo el viaje”, según escribió Burgess.

El periodista se quejó de que un trayecto de 20 kilómetros haya sido recorrido en más de 45 minutos, lo que incrementó la “frustración” del equipo.

Sin embargo, una búsqueda en Google Maps muestra que, si bien la distancia calculada por Burgess es correcta, el tiempo no.

El tráfico es uno de los mayores problemas de Lima, donde viven uno de cada tres peruanos. Es decir, cerca de 10 millones de personas.

La aplicación de Google indica que llegar del aeropuerto al hotel JW Marriott, donde se hospedan los All Whites, puede tardar entre media hora (una estimación que hará sonreír a más de un limeño) y 70 minutos.

Si a esto se suma una escolta policial, el viaje puede resultar aún más tedioso.

Cohetes de madrugada

Estos retrasos hicieron que los jugadores no pudieran acostarse hasta la 1.30 de la mañana, según este diario.
Pero, al parecer, el despertar tampoco fue dulce. Al menos no el de la madrugada del miércoles, según Jason Pine, periodista deportivo de la radio neozelandesa Sport and Sky Sport.

Pine se quejó en Twitter de una “masiva explosión de fuegos artificiales en el cielo, directamente sobre el hotel de los All Whites” cerca de las tres de la mañana.

El día anterior, los jugadores también tuvieron una jornada accidentada.

El autobús que trasladaba a la selección peruana fue el primero en llegar y fue recibido por cientos de aficionados que llevaban horas en el estadio haciendo cola para conseguir entradas para ver el partido.

Cuando llegaron los All Whites, los fanáticos peruanos también corrieron hacia el vehículo.

“Por alguna razón, el conductor decidió no usar la misma entrada que el equipo peruano y, por el contrario, intentó utilizar otra puerta“, relató el New Zealand Herald.

El autobús era demasiado alto para ese acceso, pese a que el chofer intentó cruzar unas tres veces.

Al final, la selección neozelandesa tuvo que bajarse del vehículo y entrar a pie mientras los aficionados gritaban “¡Perú! ¡Perú!”

“Es poco probable que algún equipo de Nueva Zelanda haya experimentado una recepción tan hostil como aquella a la que se enfrentarán los All Whites”, dijo Burgess.

La maldición de los chamanes

Pero quienes más sorprendieron (y no necesariamente para bien) a los periodistas extranjeros fueron unos personajes peruanos que nunca se pierden una oportunidad como esta: los chamanes.

Elecciones presidenciales, partidos de fútbol decisivos… Cuando reina la incertidumbre y se necesita una victoria, allí aparecen a hacer de las suyas.

El público peruano está acostumbrado a ellos y ve con indiferencia sus rituales y ceremonias.

Pero a los neozelandeses parece haberles chocado ver a un grupo de brujos pisotear la foto de su selección y restregar una serpiente contra las imágenes de su máximo goleador, Chris Wood, y otros futbolistas antes de romperlas y tirarlas al suelo.

“Bienvenidos a territorio enemigo, donde los All Whites han sido pisoteados, golpeados con bastones y maldecidos. Sí, es correcto: maldecidos”, así empezaba su crónica del martes el canal de televisión neozelandés Newshub.

A Burgess, el evento le pareció “perturbador” aunque admitió que no había “nada de la hostilidad despreciable y abierta a la que se enfrentó Australia” durante sus viajes a Uruguay de 2011 y 2005 para jugar el repechaje.

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