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La vida de los futbolistas guatemaltecos no es fácil. Esta es la triste realidad

Los lujos, la fama y el dinero no son opciones para todos los jugadores. Para algunos también abundan los  insultos de los seguidores, las amenazas, las discriminaciones, las limitaciones de los clubes y  el impago de sus honorarios.

La realidad de los futbolistas guatemaltecos no es como la mayoría piensan. (Foto Prensa Libre:)

La realidad de los futbolistas guatemaltecos no es como la mayoría piensan. (Foto Prensa Libre:)

Hacer un mal pase, errar una opción de gol y no entender un movimiento táctico son suficientes motivos para que los seguidores dejen ir su ira y enojo  en contra de los futbolistas, sin conocer los múltiples  obstáculos que deben esquivar para  estar dentro del terreno de juego.


En su camino es común que  se atraviesen varios problemas, pese a que su vida  está relacionada con la fama, el dinero y los excesos. Son pocos los que los reconocen  como trabajadores.

Para llegar a ser un jugador profesional tuve que hacer muchos sacrificios, pero no más de los que hace cualquier trabajador para dar una vida digna a su familia. Un sacrificio que quizá no a todos les pasa y es el más importante, es el de vivir esta vida desde muy chico fuera de casa, de mi familia, de mis hermanos y amigos; es duro, pero yo lo elegí, y lo asumí como necesario para  disfrutar del futbol”, confesó recientemente el astro argentino Lionel Messi.

En el ambiente abundan los comentarios de que  los futbolistas viven  bien, que tienen salarios altos y que apenas  trabajan tres horas al día. Sin embargo, se desconocen las constantes luchas que enfrentan por ser parte de un selecto grupo. En la Liga Nacional apenas hay cabida para 300 jugadores. En la Primera División, 500. En la Segunda y Tercera, aún no todos los clubes les pagan a sus futbolistas.
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“Mucha gente no sabe que el mundo del futbolista no es fácil.  Se pasa frío, calor, hasta hambre muchas veces. Hay que dejar a la familia por entrenamientos y concentraciones, nadie valora eso, pero se sufre mucho”, afirmó  después de haberse retirado por sus constantes lesiones, y a los 29 años, el mediocampista paraguayo Wilfrido Bazán, quien fue sometido a siete operaciones de rodillas: dos en una y cinco en la otra.

El mismo camino de Bazán siguió  recientemente el volante guatemalteco Edy el Chiri Castillo, quien ya no soportó las constantes recaídas por sus lesiones en Petapa y decidió marcharse hacia Estados Unidos para trabajar junto a sus hermanos.

El mediocampista mundialista Sub 20 José Carlos Castillo, quien prometía mucho, abandonó también la profesión aduciendo falta de oportunidades, pese a que había militado en la Selección Nacional del paraguayo Éver Almeida.
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Esfuerzo constante

Como cualquier deportista,  los  futbolistas se someten desde muy pequeños a un proceso de formación que requiere una fuerte disciplina. Prácticamente se deben olvidar de su  vida social. Pocos comparten con sus familias y  amigos. Las fiestas no existen. Antes de las 20 horas deben estar descansando y recuperándose para someterse a nuevas rutinas de trabajo.

Hay muchos de ellos que desde temprana edad tienen que abandonar  el lugar donde crecieron  en busca de nuevas oportunidades.
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Jorge Mario Ajmac Palacios, que dejó a Carchá para vincularse con Suchitepéquez para el Apertura 2017, confiesa que fue difícil dejar su hogar en la capital para salir en búsqueda de su sueño, con 15 años.

“Me fui a Huehuetenango y logré superar una prueba que me hizo Peñarol La Mesilla. Debuté en la Liga Nacional a los 17 años”, refiere satisfecho el ahora seleccionado Sub 20.

Hay futbolistas que les  ha tocado estar en un duelo sabiendo lamentables noticias. El  camino que emprenden no es de rosas,  ni mucho menos de reyes.

El zurdo habilidoso Marco Pablo Pappa, el pasado 17 de febrero, cuando militaba con Municipal, en un enfrentamiento contra Guastatoya se enteró de la muerte de su madre Sucell Ponce. El zurdo tuvo que abandonar el estadio Manuel Felipe Carrera minutos después de que había ingresado de cambio. “Fue inesperado e impactante”, dijo en aquella ocasión.
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“Fue inesperado e impactante la manera en que me enteré”, aseguró Pappa,  a quien el jugador rival Edwin Fuentes de Guastatoya, le confirmó la tragedia, segundos después de haber entrado a las acciones.

Las amenazas hacia los futbolistas también están a la orden del día. El 29 de septiembre del año pasado Didier Sagastume, exjugador  de Carchá, interpuso una denuncia en la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) por amenazas de muerte contra él y su familia.  

“Un sujeto que no conozco y que nunca había visto me entregó una carta y me dijo ‘ahí te  mandan’, yo pregunté quién me lo manda y como pudo me la puso en la manos. La tomé y él siguió su camino. Cuando abrí la nota lo primero que miré fue la fotografía con mi hijo en mis brazos, pero él estaba sin cabeza”, relató.

Desmotivaciones

Las lesiones, dejar a la familia, las malas noticias y las amenazan no completan el abánico de  desafíos a los que se enfrentan los jugadores. En el futbol nacional abundan otros  problemas como los insultos de los aficionados, las discriminaciones, las limitaciones de los clubes y tal vez el más grave, el del impago de sus honorarios.

El calvario que viven cuando se atrasan los pagos de salarios es insoportable para la mayoría de ellos.

“Las familias son las que más sufren por las deudas de los equipos debido a que dependen de uno. Es nuestra responsabilidad pagar el colegio y los servicios básicos del hogar. A veces también las deudas le afectan a uno dentro del terreno de juego. Hay que ser de mente fuerte. Duele a veces que tu hijo quiera ir al circo o al cine y decirle que no se puede porque no hay plata”, aseguró el defensor Luis Rodríguez, días antes de que Marquense le cancelara un laudo por Q58 mil.


La Asociación de Futbolistas Guatemaltecos (AFG), que lidera el exjugador Carlos Figueroa,  se ha encargado de denunciar los constantes abusos que sufren los jugadores.

“Terminó la temporada y muchos clubes no están solventes. Deben de ocho hasta diez cuotas. El último pago que recibieron los futbolistas  fue en abril. El próximo será en agosto”, son algunas de las quejas que ha referido la AFG.

“Al futbolista que se va no le pagan y lo presionan para que acepte menos. El que desee quedarse le negocian la deuda antigua como medida de presión para que firme otra vez”, dice.

Haber iniciado su trabajo físico sin  contratos firmados y que los  clubes insolventes puedan inscribirse sin ningún inconveniente en la Liga Nacional son otros de los aspectos que enfurecen a los jugadores.

Aunque para muchos  el futbol es un juego fácil, por el que  ganan mucho dinero por darle   patadas a un balón, la  adrenalina de estar en la cancha y la presión de los espectadores es algo que solo los jugadores saben digerir y a lo que se enfrentan cada jornada, pese a no contar con las mejores condiciones y con las  herramientas adecuadas para mejorar su rendimiento. 

Afecta el impago

El psicólogo del deporte, el cubano Rolando Crespo, acepta que el rendimiento del jugador a veces se ve mermado por los constantes problemas que aqueja.

“Claro que les afecta que los equipos no tengan todas las condiciones. Los clubes tienen la responsabilidad de darles lo mejor para que se puedan desarrollar. El jugador va a estar expectante y enfadado si no cobra en tres o cinco meses.

Tiene desventaja con los demás que sí cobran. Su autoestima estará por los suelos. Que  su familia no esté bien no lo deja operar con buen rendimiento”, dijo Crespo.

Acerca de los insultos que le propinan los malos seguidores a los futbolistas explicó que “es un problema cultural, educativo y de valores.  El deporte es entretenimiento y disfrute.  El comportamiento nocivo debe desaparecer y las autoridades deben tomar cartas en el asunto para aplicar castigos”.

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