Juegos Olimpicos 2016

El adiós a unos Juegos Olímpicos memorables

No fueron perfectos, pero sí memorables. Igual que su país anfitrión. Desde aguas sucias hasta aguas verdes, un caso telenovelesco de robo inventado y el adiós de dos leyendas, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro dejaron recuerdos para todos los gustos, un legado cuestionable para Brasil y un abanico de lecciones e interrogantes para el próximo anfitrión Tokio.   

Las advertencias a los viajeros olímpicos parecían sacadas de un manual de supervivencia: no toque el agua contaminada, cuidado con los mosquitos, ojo con el crimen. Pero más allá de algunos incidentes sin consecuencias graves, la justa fue principalmente una fiesta de 17 días, si bien con bastantes menos visitantes de lo que esperaban los organizadores.

En medio de su peor recesión en décadas, Brasil tuvo que montar el espectáculo con enormes recortes presupuestarios. Aunque no afectaron las pruebas deportivas, se sintieron en la reducción de voluntarios, la ausencia de material promocional en la ciudad y otros detalles de logística.

Hasta hubo problemas con el agua de las piscinas de clavados y waterpolo, que súbita e inexplicablemente se tornó verde en medio de las competencias, y muchas sedes estuvieron medio vacías.

Los organizadores vendieron la idea de que uno de los legados de la justa sería la limpieza de los cuerpos de agua de la ciudad, especialmente la Bahía de Guanabara.

Desde hace meses fue evidente que esa meta no se lograría, y los vecinos de Río terminan los Juegos tal como los empezaron: con un deficiente sistema de aguas residuales y rodeados de cloacas.

Al menos cumplieron con la construcción de una extensión del metro que conecta el centro de Río con el suburbio de Barra da Tijuca, donde se ubicó el Parque Olímpico, y con la restauración de una zona portuaria que estaba en el olvido.
Después de varios retrasos y sobregiros, la nueva línea fue inaugurada unos pocos días antes del inicio de los Juegos a un costo de US$3 millones, 25% más de lo que originalmente se presupuestó.

La cuenta total de los Juegos fue de unos US$12 millones, entre fondos públicos y privados.

Despedida de tres grandes

Usain Bolt y Michael Phelps. Dos nombres sinónimos de Juegos Olímpicos.

El mejor corredor y el más grande nadador de todos los tiempos disputaron sus últimas justas y se despidieron a lo grande. Con su espectáculo de siempre, Bolt logró su tercer triplete en las pruebas de velocidad y se marcha del escenario olímpico con nueve medallas de oro, las mismas que Carl Lewis y Paavo Nurmi.

Bolt anunció que su retiro de todas las pistas será el próximo año en el mundial de Londres. En el caso de Phelps, se trata de un adiós definitivo.

El nadador estadounidense sumó a su inigualable botín con cinco oros y una plata, para totalizar 23 medallas de oro y 28 totales desde Atenas 2004.

Ahora se dedicará a su faceta de padre —su pequeño hijo Boomer fue una de las sensaciones de Río— y a ser un embajador de la natación.

Río también fue el último concierto de Manu Ginóbili, el cabecilla de la llamada “Generación Dorada” del baloncesto argentino.

Ginóbili colgó las zapatillas junto con Andrés Nocioni, otro de los integrantes del plantel que ganó el oro en los Juegos de 2004 en Atenas, uno de los hitos del deporte latinoamericano.

La novela Lochte

El nadador Ryan Lochte se encargó de aportar su cuota de tragicomedia al presentar una denuncia por un asalto falso.
Todo comenzó como una noche de borrachera en la Casa de Francia después del final de las pruebas de natación. En su camino de vuelta a la villa olímpica en un taxi, Lochte y otros compañeros del equipo estadounidense se metieron en un lío al romper una puerta y provocar otros desmanes en una estación de gasolina.

Al día siguiente, Lochte contó una historia de un robo a mano armada por parte de ladrones disfrazados de policías. Al ser interrogados por las autoridades, esa versión empezó a desmoronarse por imprecisiones y contradicciones, hasta los nadadores admitieron que en realidad no habían sido asaltados, sino que tuvieron que pagar por los daños que ocasionaron.

Lochte se fue de Brasil antes que una jueza confiscara los pasaportes de dos de sus compañeros, quienes finalmente tuvieron pagar elevadas multas para regresar a Estados Unidos. Ahora, todos encaran sanciones de parte del comité olímpico estadounidense.

El medallero

Estados Unidos dominó con autoridad con 46 medallas de oro, exactamente la misma cantidad con la que encabezó los Juegos de 2012 en Londres.

La sorpresa fue el desempeño de Gran Bretaña, que con 27 oros desplazó a China del segundo lugar. Los chinos sumaron 26 preseas doradas, 12 menos que hace cuatro años.

Colombia tuvo su mejor actuación olímpica con tres otros, dos más que en cualquier justa anterior: Mariana Pajón repitió el título en BMX, Caterine Ibargüen ganó en el salto triple, y Óscar Figueroa en levantamiento de pesas.

Argentina tuvo su mejor actuación desde 1948 con otros tres oros, de la judoca Paula Pareto, el equipo masculino de hockey sobre césped, y la pareja de Santiago Lange y Cecilia Carranza en vela.

Puerto Rico logró su primer oro gracias a la victoria de Mónica Puig en la final de tenis, mientras que México cerró con tres platas y dos bronces, una peor cosecha que en Londres donde consiguió un oro, tres platas y tres bronces.

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