Estas personalidades fueron espiadas debido a sus posiciones críticas sobre la atribución y organización de la Copa del Mundo de fútbol por Qatar, que comenzará el 20 de noviembre.
En particular han cuestionado el trato de los trabajadores extranjeros en las obras relacionadas con la competición, o las violaciones de los derechos de mujeres y personas LGTB. También el eventual recurso al aire acondicionado en los estadios donde se jugarán los partidos.
Los llamados al boicot se multiplicaron sin que hasta ahora se hayan encontrado ecos masivos.
Piratas cibernéticos indios
Entre las personalidades víctimas de estos piratas digitales se encuentran periodistas, como Jonathan Calvert -del Sunday Times- que investigó las maniobras de corrupción que condujeron a la adjudicación de la competición en Qatar en 2010.
Platini, presidente en aquel momento de la Uefa y gran defensor de la candidatura de Qatar para organizar el Mundial, también habría sido espiado.
En reacción a las afirmaciones del periódico inglés, se declaró “profundamente sorprendido” en un comunicado transmitido a AFP.
El excapitán del equipo de Francia estudia “todos los pasos judiciales que está decidido a dar -si las informaciones del Sunday Times son exactas-, ante lo que parece ser una violación manifiesta y vil de su vida privada”, precisa.
Según los datos recuperados por el Sunday Times, las operaciones de pirataje de buzones de correos electrónicos o el control remoto de micrófonos y cámaras de las computadoras de unas cincuenta personalidades fueron llevadas a cabo desde diciembre de 2019 por un grupo de piratas cibernéticos indios.
“La investigación indica claramente que el cliente (de los piratas cibernéticos) es el anfitrión de la próxima Copa del Mundo, es decir Qatar”, detalla el periódico.
El recurso al grupo indio de piratas digitales se habría hecho por medio de antiguos agentes de policía o de la inteligencia británica, que ahora trabajan en el sector privado, indica.
En una declaración transmitida a AFP, un funcionario qatarí denunció acusaciones “manifiestamente falsas y sin fundamento”, que se basan “en una fuente única que afirma que su cliente era Qatar, sin aportar la menor prueba”.
“Qatar no se quedará de brazos cruzados, y se están estudiando todas las opciones jurídicas a nuestra disposición para garantizar que sus responsables rindan cuentas”, advierte.
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