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¿Tiene Noruega la fórmula para solucionar el grave problema global de la evasión de impuestos?

¿Hay alguna manera de que todos, ricos y no tanto, paguemos el tributo necesario para contribuir a financiar los servicios que nos ofrece la sociedad en la que vivimos?

Constantemente salen a la luz revelaciones respecto a los asuntos tributarios de firmas e individuos que aprovechan cualquier vacío en la ley para evitar pagar lo que los Estados consideran justo.

La respuesta de los que están en posiciones de poder (quienes a veces utilizan los mismos trucos) suele ser que tienen las manos atadas, pues es un problema global.

Sin embargo, hay quienes abogan por la transparencia total… y otros que la practican.

Mientras que hay países como Reino Unido donde es una ofensa criminal revelar los asuntos tributarios de otros, también hay naciones en las que es fácil averiguar cuánto gana y cuánto paga de impuestos cualquier persona, desde el más rico y poderoso hasta el más pobre.

Y eso puede tener un efecto profundo en la práctica de los negocios y en la sociedad.

Sin secretos


En Oslo, o cualquier ciudad noruega, si tenías alguna duda sobre tus finanzas o las de cualquier compatriota antes de la era digital, sólo tenías que ir al ayuntamiento o municipalidad y buscar los detalles.

Hoy en día, quien quiera saber cuánto ganan sus colegas, el jefe o la vecina puede encontrar la respuesta en internet.

“Yo chequeé cuánto ganan mis colegas y mi mentor”, le dijo a la BBC Vera Lazanbatuna, una joven filipina que trabaja en una compañía tecnológica en Oslo.

A Vera le pareció raro poderlo hacer pues en su país de origen sería imposible. No obstante, dice que le dio “una sensación de poder, porque te permite entender cuánto debes ganar”.

Eso ayuda a explicar la razón de que la brecha salarial entre mujeres y hombres en Noruega sea una de las más pequeñas del mundo.

Hay otras medidas diseñadas para reducir esa brecha, pero la transparencia es un factor de mucho peso.

En Noruega incluso si las empleadas no se dan cuenta de que les están pagando menos que a sus colegas hombres, los sindicatos no permiten que pase desapercibido, pues publican listas muy detalladas del pago para cada empleo.

Vera, sin embargo, no tuvo que recurrir a ellas. “Las dos veces que me di cuenta de que me estaban pagando menos que a otro, fui a hablar con mi jefe y actuó, así que estoy feliz”.

¿Cuándo se volvieron tan cristalinos?

En la magnífica Biblioteca Nacional de Oslo se encuentra un libro de tapas duras y café, cuya primera página está repleta de publicidad.

Es el registro de toda la información básica tributaria de toda la gente que vivía en la región de Oslo en 1918: nombres, direcciones, ingreso anual y la cantidad de impuestos pagada.

Como le dijo a la BBC Einar Lie, profesor de Historia Económica de la Universidad de Oslo, esta práctica es tan antigua como el país mismo.

“El primer impuesto estatal que tuvimos fue poco después de que Noruega fuera fundada como nación. Solía ser parte de Dinamarca hasta la Guerra Napoleónica”, explicó Lie.

En 1814, Noruega tuvo su propia constitución, parlamento, gobierno y finanzas estatales, y por ende, sus propios impuestos.

“El primer impuesto grande que se recaudó fue para fundar el Banco Central de Noruega, y la lista con los detalles fue publicada. Y en la segunda mitad del siglo XIX, la práctica fue regulada: por ley, los asuntos tributarios tienen que ser públicos”, señaló Lie.

¿Por qué revelar lo que tantos ocultan?

La motivación para ser transparentes era generar confianza en las autoridades en esa nueva nación.

“En las primeras décadas, se recomendaba que la información fuera anunciada en voz alta, pues mucha gente no sabía leer y escribir, así que el pregonero local se paraba afuera de la iglesia o en la plaza del pueblo y recitaba los asuntos financieros de cada habitante”, contó LIe.

Y si la idea original era evitar que se le diera tratamiento especial a los ricos y que se corrompieran los funcionarios del gobierno, parece que ha dado resultado: Noruega es uno de los países menos corruptos del mundo.

Lie opinó: “Debe haber influido en los valores ligados a la igualdad de salarios. Noruega es un país en el que las diferencias son muy pequeñas y pienso que la información ha sido importante para que sea así”.

“Debatimos intensamente los salarios de los ejecutivos, que deben ser justificados, y son más bajos en Noruega que en cualquier otro país europeo”, indicó.

¿Qué opinan los jefes?

Es difícil imaginarse a muchos ejecutivos o dueños de firmas en otros lugares queriendo que sus empleados tengan acceso total a los datos sobre los sueldos de todos y menos a detalles de su propia riqueza.

En Reino Unido, los críticos alegan que la transparencia de salarios llevaría a una inflación de las ganancias que sería insostenible.

Para recoger la opinión de los personajes más ricos, exitosos, ambiciosos y mejor pagados, la BBC fue a la conferencia anual de las organizaciones empresariales más grandes de Noruega.

Esta es una muestra de tres de las respuestas de la abrumadora mayoría de los asistentes a la pregunta: ¿piensa que es buena idea la naturaleza pública de los registros de ingresos e impuestos en su país?

  • “Me gusta la transparencia. Realmente pienso que pagar impuestos es lo más importante que uno hace para contribuir a la sociedad”.
  • “Pienso que la transparencia es buena. Evita que los salarios de los gerentes lleguen a niveles obscenos. Pero lo malo es que le ayuda a los criminales a escoger a las familias más ricas como víctimas y hemos visto un poco de eso”.
  • “Hace que no haya gente a la que le paguen demasiado. Si hay una discrepancia de 50 o 100 o 150 veces entre el salario más alto con el más bajo, eso es obsceno. Y si lo estás recibiendo y piensas que está bien, debes ser capaz de admitirlo y justificarlo. Me parece que es justo”.

¿Un modelo transferible?

Si lo que estás leyendo te está dejando con la boca abierta, quizás te estarás preguntando si todos podríamos ser un poco más noruegos.

Para el profesor de antropología de la Universidad de Oslo Thomas Eriksen la clave está en cuestiones muy arraigadas en la cultura.

“Tiene que ver con el igualitarismo, que es muy fuerte en Noruega por razones históricas y también con la influencia profunda del protestantismo luterano: la idea de que todo debe se abierto, de que no puedes tener secretos porque, si los tienes, probablemente tengas algo que esconder”.

“Hay sectas religiosas en el país que ya no son tan influyentes, pero que solían tener mucho poder y aún lo tienen en algunas partes del norte y oeste. Son sectas luteranas que por muchos años le prohibían a sus fieles hasta tener cortinas, pues todo tiene que estar a la vista del público”, contó Eriksen.

Según él, uno de los aspectos negativos de esa libertad de información es que ha hecho que Noruega sea un país poco aventurero, en el que sobresalir es considerado un problema.

Desde su punto de vista, “hay cierto desdén por los logros… cierta cultura de envidia”.
Tal vez, pero también tiene mucho de envidiable.

¿Inimaginable?

Respecto a la posibilidad de llevar a otras partes tal nivel de transparencia, Noruega es un país en el que los pregoneros solían anunciarle a los aldeanos cuán ricos eran sus vecinos y en el que las cortinas estaban prohibidas.

Con su historia de luteranismo e igualitarismo adoptó este sistema desde su fundación y lo ha hecho funcionar.

Cuán viable es adoptar sus costumbres depende probablemente de cuán lejos están otras sociedades culturalmente y por ende cuán profundo tendría que ser el cambio de carácter.

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