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Por qué se reduce el número de jóvenes en Guatemala que optan por el matrimonio

Las nuevas generaciones buscan otras experiencias para sentir que su vida se está realizando y, si se casan, deciden con más frecuencia tener menos hijos

El "sí quiero" no siempre es el matrimonio

Conforme avanza el siglo, la sociedad afronta nuevos retos y con ello las costumbre, y aspiraciones se van modificando. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

María Fernanda quería casarse y su novio no. Él no ganaba lo suficiente para sostener una familia. La relación llegó a su fin, y aunque para ella significó un gran dolor, buscó ayuda profesional.

Ella esperaba un rol tradicional y él no lo tenía eso en sus proyectos de vida. Los expertos comentan que esta historia es cada vez más frecuente. “Nuestras generaciones actuales son más conscientes de sí mismos y del autocuidado, así como del proyecto y sentido de vida, aunque tienen otros retos, como precariedad a nivel económico, de relaciones, vínculos, redes de amigos y familia”, explica Christian Echeverría, psicólogo con maestría en derechos en la niñez y adolescencia.

“Algunos jóvenes sí quieren casarse, pero no cuentan con los recursos necesarios, y a ellas, aunque ya sean generadoras de ingresos, se les exige también el cuidado de la familia, así que cuando no se hace lo que la tribu quiere, se afecta la salud mental”, comenta Echeverría.

El psicólogo también agrega que los tiempos están cambiando y hay una ruptura con la tradición, con la tribu y las culturas tradicionales. “Hay una cultura más individualista, más fuerte, más enfocada al consumo y a la gratificación instantánea, y eso hace que los lazos tradicionales se vayan debilitando. Podemos llamarlo posmodernidad cultural”, agrega.

En ese contexto, las personas jóvenes se casan menos y tienen menos hijos, entre otras decisiones.

“También hay estrés y una presión por el éxito y competitividad, lo que genera una presión por lograr rendimiento, genera depresión, baja autoestima y otras consecuencias emocionales”, agrega Echeverría. Menciona, además, los cambios en los roles entre sexos.

Es importante mencionar que cuando se tienen menos hijos se rompe el contrato social, las normas que conocíamos hasta ahora, y se hablaría también de un colapso del tejido social conocido hasta la fecha. En parte, la pandemia también influyó. No todo es negativo, porque es una oportunidad para que las generaciones actuales tengan la conciencia del autocuidado y los jóvenes hablan más, no como en el pasado, cuando las personas escondían sus emociones. Esto puede hacer seres humanos más  empáticos”, comenta Echeverría.

Por su parte, la psicóloga Dina Elías, especialista en psicología clínica y social comunitaria, redefine el tema de familia, porque actualmente hay diversidad, personas solteras, parejas con hijos, sin hijos, entre otros.

El tema de pareja es una de las más complejas del ser humano, una fuente de satisfacción y/o fuente de conflictos y problemas. En parte tiene que ver con la presión de la cultura el tener que formar una relación cuando las personas no lo quieren.

“Antes no se podía pensar en no casarse, porque era parte del ideal de vida, realizarse en el matrimonio, y era obligación encontrar una pareja y casarse”, manifiesta Elías.

Agrega que “ahora se está convirtiendo en una opción más, pero todavía es una transición y por ello algunos están de acuerdo y otros no”, indica.

Ahora, incluso se encuentra el amor a través  de una especie  de catálogo, dice la psicóloga. Dentro de los cambios, asegura, hay más gente joven que quiere convivir y no casarse. También hay quienes prefieren estar en pareja, pero en su propia casa, lo cual les permite disfrutar más los tiempos en que están juntos. “Algunos han reportado que para ellos es más llevadero”.

Los expertos aseguran que esta es una tendencia mundial para obtener más oportunidades de vida, como estudiar más, viajar, pero en países como Guatemala algunos todavía no están de acuerdo.

Ven además la paternidad como una opción, porque hay consciencia de la crianza o porque prefieren no tenerlos, o bien porque debido al cambio climático no desean traer más personas al mundo.

Juventudes diversas

Los jóvenes actuales no hacen parte de un grupo homogéneo, dice una investigación del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).

“Algunos son los más educados de la historia y tienen acceso a tecnologías, acceso distinto a otros idiomas y culturas globales. Los jóvenes lideran cambios disruptivos e innovan. Algunos también pueden ser conservadores. Tienen menos tolerancia a estructuras rígidas;  por ejemplo, renuncian de los trabajos si estos son muy burocráticos. Su sexualidad es más fluida. Les preocupa el medioambiente y la falta de trabajo. Pertenecen a una generación con serios problemas de salud mental. Muchos viven en zonas de guerra, desplazamiento y conflicto. No todas las juventudes tienen las mismas oportunidades. Algunos aún siguen luchando por comida, migrando o subsistiendo con empleos informales y sin seguridad social”, explica Unfpa. Es una realidad que ha llegado más allá y es analizada por expertos.

María Luisa Méndez, directora de Paz Joven, comenta que se ha tratado de incidir en los derechos de adolescentes y jóvenes. Dice que la organización  tiene cerca de 700 voluntarios en el país y llegan a casi 10 mil jóvenes cada año.

En la realidad guatemalteca, Méndez comenta que se habla de juventudes diversas y hay muchas percepciones de lo que quieren en sus proyectos de vida. “Una de las realidades es que se registran nacimientos a temprana edad, entre 10 y 19 años y la percepción de si se quieren o no casar varía según el contexto de lo que ellos viven. Algunos viven violencia sexual. Otros huyen de sus hogares porque no tienen las condiciones de una vida digna. Ello les obliga a migrar y otros  son adolescentes sin información y bajo contextos de desigualdad y pobreza por lo que  deciden unirse o casarse.  “Es fundamental analizar estas realidades y en especial de las jóvenes indígenas”, explica Méndez.

Más divorcios

“En mi oficina veo más divorcios y separaciones que matrimonios en sí”, asegura la abogada y notaria Shirley Con.

Por lo regular, sus clientes están entre los 25 y 40 años, y entre las causales más comunes es que cada uno de los miembros de la pareja tienen una nueva relación.

Una nota de Prensa Libre publicada en noviembre, explica que de acuerdo con el Registro Nacional de Personas, Renap, el 2022 es el año en donde más registro de divorcios se tuvo con 11 mil 232. Continúa el 2021 con 10 mil 242, después el 2023 con nueve mil 357, luego el 2019 con nueve mil 332 y por último el 2020 con cinco mil 36.

Por otro lado, entre el 1 enero del 2019 y el 1 de octubre del 2023, más de 390 mil matrimonios fueron inscritos en las sedes del Renap de toda la República.

Hoy, entre las preferencias están los divorcios exprés, donde la pareja ya está de acuerdo y el proceso puede estar listo en 15 días o incluso antes. Entre los requisitos es que no tengan bienes a nombre de ambos o que estén de acuerdo y que exista acuerdo también con el futuro de los hijos.

Otros, que se casan un poco mayores, buscan tener una estabilidad financiera, como una casa o una base para la nueva familia, lo cual resulta positivo a nivel económico, explica la abogada.

“Otro grupo le teme mucho a tener una responsabilidad y una familia. Pero debemos pensar no solo en nosotros sino en qué aportaremos a la sociedad”, agrega Con.

La abogada también comenta que existen algunos beneficios de tener un matrimonio por escrito.  Dependiendo del régimen que se opte, están las indemnizaciones post mortem. En cuanto a los seguros, trabajos y cuentas de bancos para ser cobradas se requiere del acta de matrimonio, además se empieza a crear un patrimonio familiar que les corresponden a ambos.  De lo contrario, no se paga o debe demostrarse el vínculo, agrega Con.

Elías explica que el tema religioso pesa al momento de casarse y otras cuestiones legales e incluso económicas. Se piensa que sin matrimonio podría no existir división de bienes o el cuidado de los hijos.

Sin embargo, a nivel emocional, una separación trae las mismas consecuencias y no depende de estar casado o unido, sino del tipo de relación con la persona, qué tan conflictivo, estable o profundo es el otro.