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Historias que sobreviven al tiempo y permanecen en el Cementerio

Pablo Neruda, Julio Cortázar y Luis Cardoza fueron expertos en escribir versos de amor que cautivaron a miles de parejas, pero hay otras pruebas de amor eterno que no se encuentran en canciones y poemas, sino en lápidas.

Luis Asturias Pavón mandó a construir este panteón artístico, en honor de su esposa, Dolores Asturias de Asturias. (Foto Prensa Libre: Esbín García)

Luis Asturias Pavón mandó a construir este panteón artístico, en honor de su esposa, Dolores Asturias de Asturias. (Foto Prensa Libre: Esbín García)

Prensa Libre documentó   cinco historias de amor entre miles de lápidas y esculturas de mármol que se encuentran en el Cementerio General,  zona 3  de la ciudad.  Son tan solo una pequeña muestra de las miles de promesas entre padres, amigos, hermanos, primos o parejas que yacen en ese camposanto.

El Cementerio General tiene 136 años de haber sido construido  —1880—. Durante  ese tiempo han sido inhumadas allí tantas personas que hasta la fecha es imposible cuantificarlas, según Armando Jiménez, asesor financiero del camposanto.

En las historias documentadas puede decirse que el amor sobrepasó la muerte, de acuerdo con el criminólogo Ricardo Mendoza.

Huella de amor

Luis Asturias Pavón (1880-1890) fue identificado  en esa época   por su  dedicación  a trabajar por el prójimo, como lo cita  Hilda Miranda en su tesis Historia del Hospital Nacional de Salud Mental.

El documento detalla que él dedicó su vida a trabajar por la humanidad y una de las más beneficiadas de ese amor fue su “prima y esposa”  Dolores Asturias y Asturias. Al momento de morir esta (7 de septiembre de 1884),  Asturias Pavón buscó cómo mantener vivo el amor por su esposa. La “mejor” idea que tuvo fue mandar a construir un panteón resguardado por cuatro personajes y un ángel de mármol en la parte superior del catafalco.

“Ese ángel perdió sus alas en los terremotos de 1917 y 1918. Una de las cuatro figuras que cuidan a Dolores representan la esperanza, otra la fe y una tercera, caridad. La cuarta simboliza la pureza”, refirió el experto.

“La obra de amor contiene mucha simbología masónica. Se puede observar en los pisos blanco y negros, que simbolizan la vida y la muerte. Además de las  garras de felino  y en las antorchas de la vida que se encuentran a los alrededores”, agregó.

Cuando murió Asturias Pavón,  también fue inhumado en ese mausoleo y desde entonces permanecen unidos.
Pero no todos los amores son inmortales. La segunda historia es el reflejo de esas circunstancias. Entre las miles de tumbas se encuentra la de María García Granados, hija del expresidente Miguel García Granados.

Mendoza refirió que la belleza de María cautivó, durante una de sus visitas al país, al escritor y poeta cubano José Martí.  El sentimiento era mutuo, pero el inconveniente fue que él ya estaba comprometido con Carmen Zayas Bazán. Lo que se cuenta  a través de los años  es que la joven, al enterarse del matrimonio de Martí, se dejó envolver por la tristeza.

“Esa tristeza la lleva a la muerte. Por eso se dice que falleció de amor, pero los registros oficiales detallan que murió de tuberculosis”, aseguró el criminólogo.

En honor de ese suceso, Martí escribió el poema La niña de Guatemala.

Amor filial  

Dolores Sánchez y Coutiño perdió a su madre, Agripita Coutiño de Sánchez. El amor que sentía por ella la hizo pedir a su esposo, un famoso artista (Domingo Goicolea) que le construyera  un complejo funerario que reflejara ese sentimiento.  
El artista, en respuesta a esa petición, hizo una obra de arte en tres tipos de mármol —gris, blanco y negro—, “material que fue importado de Italia”, contó el entrevistado.

Mendoza añadió: “El complejo muestra a la madre sobre un almohadón blanco, una guirnalda que rodea su cuerpo, resguardado por un ángel, que señala lo divino a lo terrenal. Y luego el alma de ella, en la parte superior, simboliza el ascenso a la eternidad impulsada por los querubines”.

En esa misma obra se muestra la imagen de un niño, más conocido como Paquito, explicó el criminólogo. La familia construyó la estatua del pequeño,  ya que este murió al poco tiempo de haber nacido.

“La obra del pequeño tiene el rostro infantil, tiene alas de libélula y atrás, un rombo negro que significa la puerta del  mundo terrenal al mundo divino”, comentó.

Amistad

Uno de los últimos relatos  es el de Josefa García Granados, poetisa y amante de la literatura. Era conocida por su familia como Pepita. Ella era bohemia y compartió muchas de sus experiencias con el escritor  José Batres Montúfar.

Su amistad los llevó a  hacer un pacto. Este consistió en que  el primero que muriera    confirmaría al otro la existencia del infierno. “Batres Montúfar falleció en 1844, y al poco tiempo se escuchó que se le apareció a Pepita, quien desde ese día cambió su vida”, recordó Mendoza.

Esas narraciones  revelan que los  protagonistas sellaron  el amor eterno e inolvidable,  como lo cantó    Rocío Durcal  a su hijo fallecido. Ahora los dos disfrutan del descanso eterno.

  • La niña que murió de amor

María García Granados, fue nombrada como La niña que murió de amor. Ella se enamoró del escritor cubano José Martí. Al enterarse de su matrimonio ella se siente triste. “Al poco tiempo muere, pero no de amor, como narran, sino fallece de tuberculosis”, detalló Ricardo Mendoza, criminólogo. En honor a ese suceso Martí escribió el poema La niña de Guatemala, la que se murió de amor. “La enterramos en una caja de seda…Ella dio al desmemoriado una almohadilla de olor: El volvió, volvió casado: Ella se murió de amor”, es uno de los versos en honor a la hija de García Granados.

“Sus restos fueron inhumanos en el Cementerio San Juan de Dios en 1878. En 1929  fue exhumada y trasladó a esta necrópolis —Cementerio General—. Por lo bien conservado que estaba su cuerpo fue puesto en velación durante tres días. No obstante, dos días después el contacto con el aire empezó a desintegrarlo”, agregó.

  • Complejo celestial

Ricardo Mendoza, criminólogo, refirió que la obra fue construida en 1892, por Domingo Goicolea.
El artista utilizó    mármol blanco, negro y gris de carrara. “El  estilo neoclásico esta  formado por ocho piezas, rodeado por 12 pedestales sobre los cuales se encuentran ánforas con llamas de vida, una figura femenina que posa sobre las nubes y representa el alma de doña Agripita de Sánchez”, detalló el criminólogo.

 Agregó que  detrás de esta figura se observa un querubín que impulsa al ánima a continuar  el camino  al cielo. Asimismo señaló que hay un querubín  parado  que  apoya  la mano izquierda en un rombo negro.

“Además,  hay un niño  con alas de libélula, que simboliza a un bebé que nació y falleció a los pocos meses.  Al lateral derecho se encuentra un medallón con el busto en alto relieve de Domingo Goicolea, que fue el creador de este diseño”, dijo el experto, mientras señalaba los detalles de la obra.

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