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Sigue desorden y la falta de información para tramitar pasaporte en Migración

“Como todo en este país: se hacen colas para todo”, comenta alguien en la fila de espera para obtener un turno  en el centro de emisión de pasaportes,  zona 4 de la capital. Son las 9 horas.

Nuevo sistema de citas para renovar pasaporte evita que los usuarios madruguen y paguen a gestores por un espacio en la fila. Los interesados deben esperar hasta siete horas. (Foto Prensa Libre: E. Paredes)

Nuevo sistema de citas para renovar pasaporte evita que los usuarios madruguen y paguen a gestores por un espacio en la fila. Los interesados deben esperar hasta siete horas. (Foto Prensa Libre: E. Paredes)

En las últimas semanas quedó en evidencia cómo la gestión de un pasaporte alimentaba a una red de tramitadores y luego de las acciones que anunció la Dirección General de Migración la situación prometía mejorar. Sí sucedió, pero no implicó la eficiencia en el  servicio.


Siguen ahí decenas de personas con la mirada perdida, no hay ningún empleado de Migración que informe qué papelería se debe presentar, dónde se hace la fila o cuál es el proceso de citas, debilidad que aprovechan los tramitadores que merodean en el lugar para  ganarse un poco de dinero.

Son las 9.20 horas y la fila avanza hasta el ingreso al viejo edificio que Migración alquila a una empresa vinculada con el Instituto de Previsión Militar. Únicamente se ve a un trabajador, pero por su vestuario  es difícil distinguir si se trata de  un tramitador más o de un empleado público.

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“Revisa” que los documentos estén completos, ejercicio que para algunos usuarios es tardío e inútil porque al no tener la papelería requerida no  le dieron  la cita y perdió 20 minutos  en una fila que no lo llevó a nada.

“No es acá, es por el otro lado”, explica el empleado al usuario notablemente molesto que  se incorpora a una  nueva línea de espera.

La asignación de la cita no tarda más de 30 segundos, pero que se acumulan a los 25 minutos que lleva llegar al mostrador y se agenda la cita a las 15 horas; es decir: ¡casi seis horas después!, algo que para las personas provenientes de la provincia significa matar  tiempo paseando en algún centro comercial.

A las 14.30 horas el desorden continúa. De nuevo nadie informa cómo se  llamará a  los usuarios con cita. A las 14.45, por fin, un empleado con atuendo también informal ordena la fila de acuerdo con el número asignado y 20 minutos después esta avanza.   

Antes de ingresar al centro de emisión del pasaporte el mismo empleado que ordena la fila revisa los documentos y decide quién recibe una calcomanía y quién una cartilla nueva, sin importarle que, para darle la cita en la mañana incluyen como requisito la boleta del banco por la cual se pagaron US$30 —unos Q230— para la cartilla.

¿Por qué hacen pagarlo entonces, si no lo van a emitir? —cuestiona un usuario—. La respuesta es mecánica: “No hay cartillas y usted tiene hojas sin usar; tiene un año de vigencia el pago efectuado, para que regrese por otra libreta”.  
Ya en la oficina el trámite no tarda más de 20 minutos: una fotografía, confirmación de datos y firmar unos papeles basta para, de nuevo, hacer la fila final para validar la información y esperar la cartilla revalidada.

A las 16.30 horas, siete horas y media después de iniciado el trámite, entregan un pasaporte viejo, pero reciclado con un calomanía por 18 meses.  Eso sí, la hora de salida de los empleados es puntual.  Se anunció un horario extendido, por la demanda, pero solo fue durante unos días.

Atención eficiente para algunos     

La eficiencia en el centro de emisión de pasaportes es directamente proporcional al cargo necesita el documento. El pasado miércoles, el ciudadano diputado José Alejandro de León llegó a renovar su cartilla y no necesitó hacer ni   cita ni largas colas para ser atendido.

 Después de algún tímido saludo o cruce de miradas con personas que creían reconocerlo, el legislador del Movimiento Reformador se acercó al mostrador antes de que la encargada lo llamara por el altoparlante y recibió su cartilla, y luego de revisar si sus datos habían sido consignados correctamente abandonó el lugar, ignorando las dificultades que el resto de  usuarios afrontan para hacer el mismo trámite.

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