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Un pueblo con voz

La libertad de expresión es un derecho fundamental de todo ser humano.

Se expresa de forma clara en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “ Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

Guatemala se expresa

De igual forma en la Constitución Política de la República, se detalla en el artículo 35 de la ley de Libre Emisión del Pensamiento se menciona: “Es libre la emisión del pensamiento por cualesquiera medios de difusión, sin censura ni licencia previa”.

En los últimos días hemos sido testigos de cómo los guatemaltecos han dado una lección al mundo de cómo se deben ejercer los derechos constitucionales de una manera ejemplar.

En el mismo artículo se lee: “No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionaros o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos”.

Al mismo tiempo los medios de comunicación juegan un papel vital en dar a conocer lo que sucede en la sociedad, a la vez que la Constitución los protege de bido a que: “La actividad de los medios de comunicación social es de interés público y éstos en ningún caso podrán ser expropiados. Por faltas o delitos en la emisión del pensamiento no podrán ser clausurados, embargados, intervenidos, confiscados o decomisados, ni interrumpidos en su funcionamiento las empresas, los talleres, equipo, maquinaria y enseres de los medios.

Por tal motivo ningún medio puede enfocar la información a intereses de terceros, pues su labor es informar a la población de una forma clara y transparente.

Libertad de prensa

Las ideas de la Ilustración fran- cesa, los derechos implantados por la Constitución de Cádiz de 1812 y el auge de la polémica política desembocaron en libertad de prensa para las colonias españolas en el Nuevo Mundo, que hasta entonces se veían sometidas al monopolio ideológico de la monarquía. “En Guatemala surge una publicación, El Editor Constitucional, el 24 de julio de 1820, fundado y dirigido por el doctor Pedro Molina.

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Aparecía cada lunes, con artículos literarios, religiosos y de opinión, decretos legislativos, noticias y otros textos firmados por personajes destacados. Se incluían anónimos “sólo si eran de interés general”, bajo seudónimos como el Editor Texereta, el Centinela o el Despreocupado, según detalla Catalina Barrios en su Historia del periodismo guatemalteco.

La libertad de expresión se convirtió entonces en aliado importante para lograr los intereses de emancipación. “Los amigos de la Independencia acabaron de generalizar la voz que la proclamaba”, escribió el historiador Alejandro Marure, aunque fue esa la razón que llevó al cierre del periódico, el 20 de agosto de 1821. “El periodismo combativo se abrió con el Editor”, afirma Barrios. Sin embargo, 14 días después, el 3 de septiembre, Pedro Molina puso en circulación El Genio de la Libertad, con las mismas consignas de libertad.

La edición del 15 de septiembre es elocuente: “¡Guatemaltecos! ¡Unión, prudencia, humanidad! ¿Podremos recomendar demasiado esas virtudes? Que nuestra independencia lleve consigo su noble carácter. ¡Amigos europeos! Nuestra libertad se aproxima, ¿queréis disfrutar de ella con vuestros hermanos de Guatemala? Nada os lo impide. ¿No lo queréis? Dejadnos en paz, id a gozar vuestros bienes con tranquilidad a donde os convenga y estéis gustosos. No exigimos de vosotros que nos améis y cooperéis a nuestra felicidad”. Ese mismo día se publicó una edición especial para anunciar que la Independencia se habia firmado.

Agresiones a la libertad de expresión

Hasta julio 2015 la Fiscalía de Delitos contra Periodistas, del Ministerio Público (MP), había registrado 74 denuncias de agresiones contra comunicadores, la misma cantidad que las reportadas en todo 2014. Se considera el 2015 como el año más violento en contra de periodistas, debido al incremento de casos.

Hay un caso particular ocurrido en 2014 en el que el comunicador Oswaldo Ical Jom fue secuestrado y torturado por pobladores de Santa María Cotoxac, Uspantán, Quiché. Ical Jom se encontraba investigando el secuestro de una niña pero fue retenido y vapuleado por miembros del Consejo Comunitario de Desarrollo (Cocode) de Cotoxac. Dos miembros de dicha organización fueron denunciados pero el proceso no ha avanzado por irregularidades.

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