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Alcohólicos Anónimos salva vidas del alcohol desde 1935

Un día como hoy 10 de junio de 1935 nace Alcohólicos Anónimos, una organización que ha ayudado desde esa fecha a millones de personas a controlar el impulso de beber.

Primera noticia del 7 de julio de 1960 dando a conocer el movimiento de AA. (Foto: Hemeroteca PL)

Primera noticia del 7 de julio de 1960 dando a conocer el movimiento de AA. (Foto: Hemeroteca PL)

Fundada en Akron, Ohio, EE. UU. por Bill Wilson —un hombre de negocios de Nueva York— y Bob Smith —me?dico de Ohio—, quienes eran alcoho?licos. Se dieron cuenta de que al compartir sus experiencias y al tratar de ayudar a otros podi?an controlar el impulso de beber.

Al trabajar juntos, el hombre de negocios y el me?dico descubrieron que su capacidad para permanecer sobrios estaba muy relacionada con la ayuda y el esti?mulo que podi?an ofrecer a otros alcoho?licos, y compartir su experiencia, que a partir de entonces llevaron otros.

En 1939 publicaron el libro Alcoho?licos Ano?nimos, del que la comunidad tomo? el nombre. Con la ayuda de amigos no alcoho?licos, AA, como se le reconoce tambie?n a la organizacio?n, empezo? a atraer la atencio?n con su programa de ayuda.

La terapia que establecieron se basa en que el alcoho?lico admita su debilidad y recurra al grupo o a un miembro individual de AA para hablar abiertamente. Los integrantes se identifican por el nombre, mientras que el apellido, la profesio?n, la religio?n o la nacionalidad permanecen en el anonimato.

Desde sus inicios, en 1935, las reuniones de sus integrantes se fueron extendiendo en EE. UU. hasta cruzar las fronteras al extranjero. En la actualidad la comunidad funciona en ma?s de cien mil grupos locales, en unos 150 pai?ses. La AA World Services de EE. UU. y Canada? concentra el mayor nu?meros de grupos y cumple una importante labor social, dado que por lo general los servicios pu?blicos de sanidad destinan pocos fondos al tratamiento de estos enfermos.

El programa establece una serie de Doce Pasos que el alcoho?lico sigue para superar la enfermedad, y el u?nico requisito para estar alli? es el deseo de dejar la bebida. Adema?s, llevan a cabo distintos eventos para informar al pu?blico. Su enunciado es su carta de presentacio?n.

Los Doce Pasos han sido tomados por otras asociaciones de autoayuda como Al-Anon —grupos de familiares de alcoho?licos, nace casi al mismo tiempo que Alcoho?licos Ano?nimos—, Neuro?ticos Ano?nimos, Narco?ticos Ano?nimos y otros.

Primeros guatemaltecos

De los 12 primeros integrantes que se reunieron en 1952, en San Pedro Necta, Huehuetenango, hoy son miles los que cada noche encuentran ayuda en las sedes de esta comunidad. Hace 64 años, cuando empezó a abrir sus puertas en el país, eran vistos como extraños.

En una publicación de julio de 1960 —ese año es cuando se empieza a contar el inicio de la organización en el país— se daba así la noticia del surgimiento de este grupo: “Está funcionando desde hace algún tiempo, una de las organizaciones más raras que se ha formado en el país en los últimos tiempos: una asociación de borrachos consuetudinarios que se denomina Alcohólicos Anónimos (AA)”, cita el libro Historia de Alcohólicos Anónimos en Guatemala.

Las páginas de dicho texto describen el comienzo de esta organización en el país, cuando 12 personas con problemas con la bebida se reunieron, a instancias del sacerdote Joseph Ricket, de la orden Mariknoll, que tenía a su cargo la parroquia en San Pedro Necta, Huehuetenango.

Según las entrevistas que recopila el libro, se dice que el grupo de AA fue creado por el padre porque don Arturo Ramírez, un empleado de la parroquia, ingería licor de forma excesiva. Se hacían reuniones en la Casa Parroquial, eso sucedía por 1952.

Más allá de Huehuetenango

El padre Ricket dio a conocer los Doce Pasos y la Oración de la Serenidad a los primeros integrantes de AA, uno de ellos fue Reinaldo Galindo, quien a su vez se los trasladó a Miguel Ángel Rodas, en 1956, cuando lo invitaba a beber un whisky.

Rodas, quien vivía en la capital, le dio el mensaje de Alcohólicos Anónimos a un compañero con quien solía beber, Paulino. Los dos acordaron seguir el plan de 24 horas, y al tener tentación de tomar licor lo hablarían, pues cuando dos alcohólicos conversan se ayudan a disipar la obsesión mental por la bebida. Esto sucedió el 6 de enero de 1960, y es en esta fecha cuando se empieza a contar el inicio de AA en Guatemala.

En aquel entonces, las reuniones se hacían los jueves y sábados, en la sala de la casa de Rodas, y su esposa era la secretaria. Allí compartían sus experiencias. Aunque invitaron a varias personas, eran pocas las que asistían, porque creían que era imposible que un borracho pudiera rehabilitar a otro.

Meses después llegó una estadounidense llamada Thompkins, quien había participado en AA de San Francisco. Ella fue quien sugirió anunciar el grupo en la prensa, por lo que los cinco integrantes pagaron un aviso en Prensa Libre, el cual decía: “¿Tiene usted problemas con el alcohol? Escriba al apartado postal 840. Guatemala, Ciudad” —actualmente es el apartado 1736—.

En esa dirección recibieron correspondencia de quienes padecían la enfermedad o de familiares que sufrían las consecuencias, y siempre eran contestadas.Thompkins también propuso solicitar a la Oficina de Servicios Generales de AA, en Nueva York, la literatura de autoayuda, e inscribir al grupo de forma oficial en la comunidad mundial, el cual se llamó “grupo MAR de AA de Guatemala”, cita el libro Historia de Alcohólicos Anónimos. Las siglas provenían en reconocimiento de Miguel Ángel Rodas por haber iniciado AA en el país.

Un largo recorrido

Hoy día, al llegar a una reunión, se observa que se apegan a una serie de normas que han sido eficaces para que aquel que busca rehabilitación se sienta en un ambiente agradable y de confianza. Sin embargo, fueron años de ensayo y error que los integrantes de AA pasaron para que el programa fuera exitoso y prevaleciera 50 años después.

Los precursores empezaban sus sesiones con la Oración por la Paz, de San Francisco de Asís, introducida por uno de los miembros, algunos se opusieron porque AA no pertenece a ningún credo religioso. En la actualidad, muchas reuniones las comienzan con una sencilla oración que dice: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia. Que se cumpla Tu voluntad, no la mía”.

Cuando las juntas fueron trasladadas a Radio Ciro’s —después de la casa de Rodas— se acostumbraba que cuando llegaba un nuevo alcohólico se le sentaba cerca de quien presidía la sesión, separado del resto, para que los demás lo conocieran.

“Además se llevaba un registro con los datos personales de los nuevos miembros”, agrega el libro. Los recién llegados, a veces, no superaban el haber sido expuestos de esa forma. Por ello, se empezó a considerar la importancia del anonimato, pues este garantiza la igualdad. “A través de los años, el anonimato se ha vuelto uno de los mejores regalos que AA pueda ofrecer al alcohólico”, indica la literatura de esta organización.

“La palabra alcoholismo en Guatemala aún provoca mucha vergüenza, con el anonimato se puede llegar a los grupos sin que nadie lo juzgue”, explica Morena Clara Fetzer, secretaria de la Junta de Custodios clase A de Alcohólicos Anónimos. Es por ello que en las sesiones se llaman por un nombre y la inicial del apellido, si se desea, por ejemplo Jaime L., Fernando M., Jony G. o Sofía D.

Ante los medios de comunicación tampoco pueden figurar, solo los integrantes de la Junta pueden aparecer y dar declaraciones. Ese anonimato ha hecho que no existan registros de cuántas personas asisten a los grupos. “Sabemos que AA es la institución que más vidas ha salvado en el mundo, aunque no le puedo decir el número”, indica Román Ferraté Felice, presidente de la Junta.

Pero de algo está seguro, y es de que hay un aumento de personas con problemas con la bebida. Se ha establecido que el 67 por ciento de la población universitaria ya ha ingerido algún tipo de licor —la página investinguatemala.com indica que el país tiene una población universitaria de más de 200 mil estudiantes—. “De estos, un 83 por ciento bebe, pero no es adicto; sin embargo, un 13 ó 15 por ciento puede desarrollar la afección”, agrega Ferraté. 

Con recursos propios

Una noche a la semana eran las reuniones, en la casa de un integrante del grupo —después de Radio Ciro’s se mudaron a una vivienda cercana al Cerrito del Carmen— en donde se fomentaban los exámenes de conciencia, por ejemplo: ¿cuántas veces fui despedido de mi empleo por borracho? Más tarde se trasladaron a un local, el primero que alquilaron, en la 13 calle B 3-40 zona 3 El Gallito, con lo cual cumplieron con uno de los lineamientos de AA, correr con sus propios gastos por medio de las contribuciones que cada participante da; esto sucedió a comienzos de 1962.

En una nota periodística se escribe que “esta organización se extiende, en el futuro podría ser de tipo nacional”, y así sucede, pese a que el crecimiento del primer grupo fue lento, por la existencia de muchos prejuicios sociales sobre el alcoholismo. El 2 de junio de 1962, se formó el grupo Xelajú, en Quetzaltenango, y después surgieron otros en la ciudad, el Concordia —aunque después aparece otro con este nombre— pasó a llamarse Central, con el cual se le conoce hasta ahora, y el que se toma como el más antiguo, ubicado en la 16 y 17 calle, Avenida Elena; y más tarde el grupo Zona Cinco.

Así, poco a poco fueron surgiendo otro y otro, hasta las mil cuatro sedes que existen en la actualidad. Desde los comienzos de Alcohólicos Anónimos, en todos los lugares en donde esté, el grupo ha sido el centro para llevar el mensaje a quien lo necesita. Es por eso que sus miembros lo protegen celosamente.

Algo que ha contribuido para que AA se mantenga por décadas es el no aceptar donaciones de nadie, políticas o religiosas, aunque en al menos seis de los 12 pasos mencionan a Dios o un Poder Superior, no se promulga ningún credo, así lo explica el presidente de la Junta, Román Ferraté. “Se mantienen solo de las contribuciones de sus socios”, agrega.

Hubo un tiempo en que los partidos políticos miraban a Alcohólicos Anónimos como un botín, en donde podían encontrar votantes, se hizo lo posible para eliminar ese concepto, y hasta ahora se ha mantenido separado de cualquier actividad proselitista, pues el único objetivo es ayudar a quien necesite estar sobrio.

En cada reunión se invita al asistente a una taza de café y a un pan dulce; mientras lo degustan escuchan los testimonios o pláticas preparadas para ese día. Cada una relata una experiencia que quizá sea similar a la de quien presta atención. Eso sucede los 365 días del año, pues no cierran la puerta de la congregación ni una sola vez. “No sabemos si alguien necesita, en ese momento de nuestra ayuda”, agrega Antonio, quien es parte de un grupo.

No hay una cuota establecida, cada concurrente da lo que desea. Aunque ahora las sedes en donde se reúnen cuentan con bancas o sillas, tribuna, micrófono, bocinas y muchas otras cosas que hacen que la experiencia de estar allí sea buena, al principio debieron superar problemas de falta de dinero, en el libro Historia de Alcohólicos Anónimos relata anécdotas como aquella que para realizar la segunda Convención Centroamericana, en 1963, no se contaba con recursos económicos.

Alguien donó un cuadro que le había regalado su madre y otro hizo un cheque; sin embargo, ni el cuadro se vendió ni el cheque tenía fondos, pese a eso fueron saliendo de las dificultades y pudo desarrollarse el movimiento.

El alcohol no hace diferencias

En la literatura de AA se indica que el alcoholismo es incurable y que es de por vida. La enfermedad es el producto de algo fuera del control de la persona, por lo que no se le puede culpar por eso. Afectar a cualquiera, ya que nadie es demasiado viejo o joven, y no importa la nacionalidad, el género o la raza.

Esto se comprueba al asistir a alguna reunión, en donde se observan diferentes tipos de personas. Está el caso de Jony, de 28 años, quien empezó con el problema de la bebida cuando tenía 14, y es de reciente ingreso, lleva 19 meses en el grupo de AA.

Acudió allí porque deseaba cambiar su vida. “Llegué a tocar fondo, uno no puede dejar de beber por sí solo, cada día es un reto que necesita acompañamiento del grupo”, explica. Además de estar con varios compañeros, se da el apadrinamiento, que es la relación entre un miembro sobrio y uno recién llegado, este último escoge a quien considere propicio que lo asista en cualquier momento.

Los grupos son heterogéneos, pero al principio hubo una división, al aparecer el grupo Revelación Femenina, integrado por mujeres alcohólicas. “Un aciago día, desgraciadamente todas bebieron dejando abandonado el local con bancas, mesa, etc”, cita el libro Historia de Alcohólicos Anónimos.

Hoy a las reuniones asisten mujeres como Sofía D., quien es parte de AA desde 1977, cuando llegó tenía 25 años. Empezó a beber porque al estar en estado etílico tenía menos problemas con su esposo, quien era alcohólico. “Por donde vivía miraba letreros de AA y pensé que me ayudarían”, dice.

Esos letreros tienen ya 50 años de estar en diferentes lugares, con las puertas abiertas para todo aquel que necesita ayuda para dejar de beber.

Los hombres y mujeres que cada noche se reúnen a contar sus historias de cómo superar la adicción al alcohol no son solo miembros de Alcohólicos Anónimos, son también héroes anónimos, pues solo ellos saben lo que es vencer a ese mal.

Los primeros pasos

  • En 1962, Radio Nuevo Mundo da el aviso de que miembros de AA de El Salvador estaban en el país.
  • En junio de 1962 se dio la primera Convención Centroamericana de Alcohólicos Anónimos, en donde participaron unas 150 personas. Un año después, se dio la segunda Convención en Guatemala; también se celebró el tercer aniversario de AA en el país, a donde asistieron 134 personas.
  • Al inicio, los folletos de AA eran escasos, por eso quien compraba literatura la regalaba a los iniciados o ahijado, no se guardaban ni archivaban.
  • Los primeros cinco grupos de la capital fueron: Central, Zona Cinco, Divina Providencia, Santa Cecilia y Concordia.
  • En la década de 1960 el Gobierno decretó toque de queda a partir de las 21 horas, y no podían haber reuniones con más de dos personas.
  • La Oficina de Servicios Generales está en la 11 Avenida 12-48 zona 2 Ciudad Nueva. Teléfonos: 2288-5139 y 2254-6565. Email: info@aaguatemala.org

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