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La semana santa guatemalteca, un referente continental

La Semana Santa en nuestro país es una de las celebraciones de la Pasión más importantes de América Latina.

Jesús de La Merced es la imagen más antigua según documentos, data de 1655. (Foto: Néstor Galicia)

Jesús de La Merced es la imagen más antigua según documentos, data de 1655. (Foto: Néstor Galicia)

Aromas como el corozo o el de las frutas tropicales, sabores como el refresco de súchiles y colores que abarcan toda la gama cromática, frente a los litúrgicos tradicionales: morado, negro y rojo. Son algunas de las aportaciones que Gutemala da a la celebración de la Semana Santa.

Mezcla de lo hispano y lo precolombino, la conmemoración de la Pasión se caracteriza por un sincretismo cultural patente en algunos de los iconos más famosos de este festejo, como las alfombras.

Una tradición en la que se deja sentir especialmente la huella de las culturas nativas. Según Celso Lara, director del Centro de Estudios Folclóricos de la Universidad de San Carlos, “los señores y sacerdotes indígenas caminaban, en ciertas ceremonias, sobre alfombras de flores, de pino y de plumas de aves preciosas como el quetzal, guacamaya y colibrí”.

La tradición de elaborar tapices rituales también existía en España, especialmente en las Islas Canarias, donde se confeccionaban de tierra y flores.

La llegada a Guatemala del Hermano Pedro, nacido en la isla de Tenerife, Canarias, canalizó la mezcla de ambas herencias culturales hasta originar las alfombras de Semana Santa, como hoy las conocemos. Estos tapices empiezan a elaborarse desde el primer domingo de Cuaresma hasta el Domingo de Resurección.

Otro de los grandes protagonistas de la Semana Santa guatemalteca es el Nazareno. Un icono aparentemente muy lejano de la cultura maya, pero en el que también se detectan influencias precolombinas. La figura del Cristo cargando con la cruz constituye un símbolo de gran trascendencia antropológica, “se trata de una figura con muchos paralelismos con el dios Quetzalcóatl, una divinidad que baja a la tierra, vive con los hombres y se inmola muy joven”, afirma Haroldo Rodas, profesor de Historia del Arte en la Universidad Francisco Marroquín.

La influencia prehispánica explicaría el gran número de nazarenos que hay en la ciudad de Guatemala, la capital latinoamericana que, en opinión de Miguel Álvarez, cronista de la ciudad, alberga mayor cantidad de este tipo de representaciones.

De entre los muchos nazarenos destaca el Jesús de Candelaria. La hermandad lo sitúa a finales del siglo XVI, lo que le convertiría en el más antiguo del país. Pero no existen pruebas documentales para respaldar esta hipótesis, por lo que oficialmente el título de la imagen más antigua recae sobre Jesús de La Merced, cuya existencia se refleja en un manuscrito de 1655.

Las hermandades

Pero todos estos Cristos no tendrían tanto valor simbólico si cada año un ejército de fieles y devotos por tradición los sacaran de sus iglesias para tomar las calles. Los cortejos más tradicionales cuentan con tal cantidad de seguidores que, a lo largo de los años, han tenido que aumentar el tamaño de las andas. Las de mayor tamaño son las del Santo Entierro de El Calvario, con 140 brazos.

Pero el gusto por las grandes dimensiones de los muebles se plasma especialmente en las andas de Santo Domingo, ampliada en 1989 y 1995. La escasez de espacio dentro de la iglesia y las dificultades que afrontaba la salida del cortejo imposibilitaban que siguiera creciendo. Por esta razón, la hermandad se vio obligada a variar el estilo tradicional de los muebles guatemaltecos y asemejarlos a los españoles, al colocar a los cargadores debajo de las andas.

Al hablar de los cargadores, es necesario hacer referencia a los turnos de honor, que son heredados de generación en generación, aunque pueden llegar a perderse si un año no se utilizan. En ocasiones, cuando el poseedor del turno muere, la familia compra el número y, en la cuadra donde le tocaba cargar, el lugar queda vacío y es colocada una moña negra en señal de duelo.

Museos ambulantes

Las procesiones constituyen auténticos museos ambulantes. Las decoraciones de las andas son creadas seis meses antes del evento, al igual que las túnicas de las imágenes. Las vestimentas son cambiadas cada año. “Una túnica puede costar de Q12 mil a Q14 mil”, afirma Ramiro Gálvez, sastre que confecciona las túnicas del Jesús de Candelaria.

Este precio tan elevado se debe a los materiales. “Hemos recortado gastos, antes traíamos hilo de oro de España y ahora utilizamos hilo sintético de México, éste resulta más barato porque sólo tiene un 27 por ciento de oro”, dice el sastre. Para elaborar una túnica se necesita tres meses. Cada una de ellas está adornada con un diseño exclusivo que responde a un mensaje eucarístico.

Los músicos, los vendedores de dulces, los encargados de los adornos florales, la conmemoración de la Pasión mueve buena parte de la economía del país. La Hermandad de Candelaria paga a una banda de música Q165 mil y los trabajos de imprenta cuestan Q100 mil. Los turnos que oscilan entre Q20 los ordinarios y Q500 los de honor que representa salida y entrada de la iglesia.

Sucesos en la procesiones

Pese a los cuidados que se tienen siempre hay imprevistos en estos eventos. Un Domingo de Ramos el adorno de las andas de Jesús de los Milagros casi es consumido por las llamas en el Parque Colón. Los romanos apagaron las llamas con sus capas. Para suplir los espacios dejados por el fuego, varias personas colocaron coronas de flores de funerales Mancilla, y La Recolección proporcionó arreglos de agapantos utilizados un día antes en la procesión de Jesús del Consuelo.

El sistema eléctrico del cortejo procesional de Santo Domingo fue saboteado un Viernes Santo. Normalizarlo llevó tiempo.

Un chubasco destrozó el adorno de Jesús del Consuelo hace dos años. Lo curioso es que nadie llevaba un nailon para cubrir la imagen. Al final, la lluvia dañó considerablemente la imagen y fue necesario restaurarla.

El presidente Manuel Estrada Cabrera le dio el título militar “mi coronel” a Jesús de La Merced, el cual fue respetado por el temor que la población le tenía al gobernante.

El manto de la Virgen de Soledad de El Calvario se mojó tanto un Viernes Santo, que llegó a pesar hasta dos quintales. Los adornos deben ser más sólidos de lo que aparentan.

El plexiglass estuvo de moda en los adornos de las procesiones del Viernes Santo de finales de los 90. Tanto así que El Calvario le hizo al Señor Sepultado una urna de este material, más para protegerlo de la lluvia que por asuntos estéticos.

Ante la falta de cargadores para San Juan y Magadalena, varios templos llevan las imágenes en carretones.

En definitiva, confluencia de tradiciones mayas e hispánicas, muestras de fervor y folclor, manifestaciones sacras y negocios profanos, cultura y fe. La Semana Santa se perfila una vez más como una de las grandes festividades del año.

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