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1793: muere el poeta Rafael Landívar

Rafael Landívar murió el 27 de septiembre de 1793 en Italia. Le cantó a la ciudad que lo vio nacer y crecer. Siglos después de su muerte su presencia sigue en las calles.

Retrato del poeta Rafael Landívar. (Foto: Hemeroteca PL)

Retrato del poeta Rafael Landívar. (Foto: Hemeroteca PL)

“Existió una ciudad sin ventura, Guatemala, de cielo sereno, venero de fuentes, populosa y ubérrima en frutos”. Con este verso empieza la obra Rusticatio Mexicana, de Landívar, con la cual buscó dar a conocer nuestro país al mundo.

El recuerdo de este insigne escritor continúa intacto en la memoria de los guatemaltecos. En Antigua Guatemala, una calle es conocida como La Pólvora y Landívar, la cual se extiende desde el Palacio de la Audiencia hasta el ingreso al cementerio municipal San Lázaro. En la nomenclatura contemporánea se le conoce como la 5ta. calle Poniente.

Atrás de la casa donde vivió el poeta, a unos cien metros, está un callejón que popularmente se conoce como el callejón Landívar, y muy cerca se encuentra un monumento que muestra el lugar donde fueron enterrados sus restos.

Nacimiento

Rafael Landívar nació el 27 de octubre de 1731 en Antigua Guatemala, dentro de una familia muy acomodada. Su padre, Pedro, era propietario de la hacienda El Portal, que hoy es una plantación importante de café. Además, era dueño de la casa donde se fabricaba la pólvora y en la que vivió el poeta, por eso aún se le conoce como la Casa de la Pólvora. Su progenitor murió en 1749, por lo que el escritor quedó al cuidado de su madre, doña Juana Javiera, y su única hermana, Rita.

Sus vivencias en Antigua Guatemala las plasmó en su obra Rusticatio Mexicana, en la cual le canta a la tierra y describe con detalles la riqueza natural, el paisaje, las especies animales y vegetales, las costumbres y a las personas.

Un peregrino

Desde pequeño tuvo una buena educación personalizada, lo cual le permitió desarrollar sus dotes intelectuales. Estudió en el colegio de San Borja, y a los 16 años se graduó como doctor en Filosofía en la Universidad Centroamericana, Real y Pontificia de San Carlos.

Años más tarde sintió inclinación por la vida espiritual, por lo que ingresó a la orden religiosa de los jesuitas, donde se ordenó sacerdote en 1755. Seis años después fue profesor y rector de su antiguo colegio.

En 1767, el rey Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas, “quienes se caracterizaron por estimular el desarrollo intelectual y además tenían mayor contacto con la realidad de los pueblos, lo cual ocasionó molestias en la Corona”, comenta Berdúo.

Esto obligó a Landívar a marcharse de la tierra que tanto amaba. Él y sus compañeros tuvieron un largo peregrinaje, ya que no los recibieron en los puertos de las tierras de dominio español. Al final fueron aceptados en Bolonia, Italia, donde vivió hasta su muerte.

Lo más difícil para este literato fue que nunca volvió a recorrer las calles de su ciudad natal; parte de su castigo fue que le prohibieron toda comunicación con su familia. Su hermana falleció al poco tiempo que él abandonó el país, y su madre, seis años más tarde.

Su máxima obra Rusticatio Mexicana la escribió por la melancolía que le producía estar lejos de todo lo que amaba. Algo más que influyó en su escrito fueron las noticias de la destrucción de la ciudad por el terremoto de Santa Marta, en 1773.

Según el cronista de Antigua, el nombre del texto responde a que en Europa era más conocida la región mexicana por el Virreinato de la Nueva España y no como la Audiencia de Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Muerte y repatriación

El poeta falleció el 27 de septiembre de 1793. Fue enterrado en la iglesia Santa María de la Maratelle, Italia, donde estuvo hasta el 1 de noviembre de 1949.

Después de dos siglos, sus restos retornaron a la tierra que amó, por gestión de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Usac. La urna estuvo en esta casa de estudios en la capital, hasta que fue construido un monumento dedicado a su memoria, el cual se conoce como parque Landívar.

El 6 de noviembre de 1953 fue colocado en este sitio, cercano a la Casa de la Pólvora, que en la actualidad se encuentra abandonada; una parte fue ocupada después del terremoto de 1976.

Berdúo describe el mausoleo como singular: es una réplica de elementos del antiguo edificio universitario. La capilla, que sirve de cripta, tiene vitrales de Julio Urruela y un busto tallado por Rodolfo Galeotti Torres. El techo es una bóveda en menor escala, replica del aula magna de la universidad.


Las calles

A dos arterias se les conoce con el nombre del literato, el callejón y la calle Landívar; la primera por uso común, y la segunda, ya en la nomenclatura actual, es la 5ta. calle Poniente.

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