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Se queman cientos de películas en la zona 1

Hace 48 años Prensa Libre, en su edición del 1 de mayo de 1968 informó sobre un pavoroso incendio que destruyó mas de 700 películas.

Portada del 01/05/1968 dando a conocer sobre el atentado terrorista en contra de la agencia de películas. ( Foto: Hemeroteca PL)

Portada del 01/05/1968 dando a conocer sobre el atentado terrorista en contra de la agencia de películas. ( Foto: Hemeroteca PL)

Desconocidos lanzaron una bomba incendiaria a la Distribuidora de películas Ramiro Samayoa y compañía, localizada en la Avenida Elena 14-75 de la zona 1. Los bomberos acudieron a sofocar las llamas que amenazaban con arrasar el cine Popular, instalado en el mismo edificio.

Ese día se estaba proyectado la segunda película de la tarde “ Lo bueno, Lo Malo, y Lo Feo”, con el actor Clint Eastwood.

Eran aproximadamente las 20.30 horas cuando el bombero voluntario Everardo Paniagua pasaba casualmente frente a las oficinas de la Distribuidora cuando se dio cuenta de que salía de la puerta gran cantidad de humo. Al acercarse comprobó el característico olor del celuloide, por lo que dio la voz de alarma al Cuerpo Voluntario de Bomberos para que interviniera inmediatamente pues quedaba a pocas cuadres del lugar.

Al lugar acudieron los dos cuerpos bomberiles quienes derribaron la puerta de acceso. Finalmente la puerta cedió y entre una enorme humareda tóxica penetraron varios bomberos, con manguera en mano para sofocar las llamas.

Instantes después salieron varias víctimas con síntomas de intoxicación pues era imposible permanecer dentro del local. Los bomberos trabajaban sin desmayo, mientras los intoxicados eran trasladados a las unidades de socorro para llevarlos a los centros asistenciales.

La distribuidora ocupaba un sótano y un piso, el cual comunicaba a los apartamentos superiores del edificio y al cuarto donde se guardaba la publicidad para los cines capitalinos; esa habitación tenía salida a un pasillo que servía de entrada a los moradores de los apartamentos, y una puerta a la calle, que daba a la Avenida Elena.

Dos explosiones

A las 20.50 horas de ese mismo día, mientras unos bomberos trabajaban en el interior de uno de los pasillos, otros procedían a controlar las llamas en la sala donde se guardaban las películas. En esa ocasión los apagafuegos escucharon dos explosiones potentes, provocadas, según se comprobó más tarde, por la acumulación de gases tóxicos; la puerta del pasillo que daba a la Avenida Elena voló por los aires y alcanzó a varias personas, entre bomberos, curiosos y periodistas.

Como consecuencia del estallido un bombero municipal identificado como Ricardo López resultó con la cara completamente bañada en sangre, al quedar inconsciente por lo fuerte del golpe. Mientras, el teniente de bomberos voluntarios Marco Antonio Ramos Gálvez, quien también resultara herido, permaneció mucho más tiempo inconsciente, debido a que nadie se había percatado de que estaba herido.

Otro de los estallidos provocado en la sala de películas hizo que la puerta de metal se cerrara, atrapando a dos bomberos, por lo que hubo necesidad de abrirla a golpes.

De la sala principal de la distribuidora que daba a la Avenida Elena fueron extraídos con ?heridas de gravedad el mayor de bomberos voluntarios Gerardo Borrayo Morales.

Fue llevado inconsciente a la emergencia del Hospital General mientras el subteniente de los bomberos municipales Carlos Humberto Navas Cruz fue rescatado y llevado por una unidad de los bomberos voluntarios al mismo centro asistencial.

Otros afectados

Benjamín Midence, administrador del Cine Popular, resultó afectado por los gases tóxicos del celuloide, así como el empleado del cine Francisco Efraim González, quien presentaba una herida en la cabeza y síntomas de asfixia; también Herminio M. de Pinillos presentaba un cuadro de intoxicación, pero los más afectados fueron los bomberos voluntarios Alfredo Coronado, el enfermero de la institución bomberil Daniel Ramírez Culajay, y los galonistas Arnulfo Sigüenza y Ramiro Rafael Nájera, y los bomberos municipales a quienes se trasladó al Hospital General y al centro 1 del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.

Labor de rescate

Luego de que ambos cuerpos de socorro se habían coordinado para sofocar las llamas, los Bomberos Municipales fueron los encargados de la evacuación de los residentes de los nueve apartamentos del edificio donde se inició el incendio. Especialmente sacaron cargados a varios niños, ante el temor de que el fuego se propagara por todo el lugar.

Las unidades de los bomberos, fueron apoyadas por varias radiopatrullas de la Policía Nacional, así como por vehículos y agentes de la policía judicial, elementos del ejército nacional, quienes colaboraron para resguardar el orden, alejando a los curiosos que obstaculizaban la tarea.

?A eso de las 22 horas, casi dos horas de haberse iniciado el siniestro, los bomberos consideraron que el peligro había pasado, por lo cual optaron por retirar las unidades quedando en el lugar solamente los vehículos policíacos y del ejército para prestar seguridad y evitar pillajes.

Falta de equipos

Se comentó después del siniestro, que las intoxicaciones sufridas por varios bomberos fue a causa de la falta de equipos adecuados, en especial mascarillas antigases, que eran las que se necesitaban para evitar que los bomberos sufrieran intoxicación por haber inhalado monóxido de carbono.

Explicaron los jefes del Cuerpo de Bomberos Municipales que habían hecho diversas gestiones para que se les dotara de implementos adecuados para combatir esta clase de siniestros, pero sin resultado, por lo que aprovecharían la oportunidad para hacer un llamado a las casas comerciales y a toda la sociedad guatemalteca para que se les donaran mascarillas.

700 películas destruidas

Las pérdidas en aquel incendio fueron por más de Q350,000, que ocasionó el incendio en la distribuidora de películas de “Ramiro Samayoa y compañía”.

Según lo informado por el propio señor Samayoa, conocido empresario de cine, dijo que en la bodega incendiada había una existencia de 700 copias de película, cada una con un valor aproximado de Q500.

Agregó también que en ese lugar se almacenaba una gran cantidad de propaganda para promocionar las películas que iban a ser exhibidas en la mayoría de los cines de la capital y el interior del país

Samayoa dijo que no creía que se podía utilizar las películas en existencia, ya que si no las había arruinado el fuego, lo hizo el agua y los ácidos utilizados por los bomberos en el combate del siniestro.

También había considerado que había sido un atentado terrorista y que casi estaba seguro de que en horas de la tarde, alguna de las múltiples personas que visitan el local en vía de negocios, había colocado una bomba incendiaria, ya que no encontraba otra explicación.

Agregó que las oficinas se cerraban a las 18 horas y que no quedaba ninguna persona en el interior, y tampoco podía ingresar nadie, ya que estaba completamente independiente del Cine Popular, situado en el mismo edificio.

Luego dijo que con este siniestro, se iba a crear un grave problema para múltiples salas cinematográficas del país, ya que esta distribuidora tenía un movimiento de no menos de 60 películas diarias las cuales eran para casi todos los cines.

Versión de la Policía

Gregorio Morales, jefe del departamento judicial, que se presentó al lugar del siniestro acompañado de agentes, al ser entrevistado indicó que luego de haber realizado un recorrido por todos los lugares del edificio no se podía penetrar a ese lugar y que en su opinión, no había mano criminal en el incendio. Morales dijo que el incendio posiblemente se debió a un cortocircuito.

Otra versión

Los Bomberos Voluntarios dijeron que el incendio posiblemente se originó por algún descuido de los empleados, ya que material con que están elaboradas las películas era altamente inflamable y que una colilla de cigarro pudo iniciar el fuego al entrar en contacto con los rollos de celuloide.

Sin embargo, no descartaron la posibilidad de que hubiese sido un sabotaje sobre todo por la rapidez con que se propagó el fuego.

Tanto bomberos voluntarios como municipales coincidieron en que la explosión que sobrevino al aparecimiento del fuego había sido causada por los gases de las cintas cinematográficas y sin ninguna ventilación.

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