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Un papá de fin de siglo

Ser padre es un trabajo que algunos hombres asumen con previa solicitud, papeleri?a y requerimientos en orden, y otros en forma sorpresiva, llamados por la naturaleza a llenar la plaza de improviso. 

De cualquier manera, ambos tipos de padres inician esta labor sin tener grado acade?mico que los acredite ni experiencia alguna en el campo, que los respalde. Al asumir la posicio?n, lo u?nico que un hombre posee es su mayor o menor capacidad de entrega y amor, asi? como la voluntad de desempen?ar sus funciones lo mejor posible.

Ser padre, igual que ser madre, es una labor que se aprende sobre la marcha, combinando lo que se aprendio? de los padres, lo que e?stos hicieron bien, implementando lo que dejaron de hacer y que consideran apropiado y evitando lo que hicieron mal. En el caso del padre, esta tarea es ma?s difi?cil, ya que su papel ha sufrido grandes modificaciones de una generacio?n a otra, dejando a los jo?venes con un marco de referencia que no siempre es va?lido para las necesidades de los hijos de hoy.

Y es que el esquema de padre tradicional, autoritario, distante, cuya u?nica funcio?n es proveer econo?micamente y solventar problemas disciplinarios, quedo? obsoleto. El padre moderno tiene relacio?n directa e i?ntima con sus hijos, la comunicacio?n entre e?l y sus descendientes es vital, y su presencia en las distintas etapas del desarrollo de cada uno de ellos es necesaria.

Las actitudes a fomentar y estimular que a continuacio?n presentamos, son las sugeridas por Miguel Angel Conesa en su libro El arte de ser padres, las cuales son considera- das por el autor “como herramientas vitales para la correcta educacio?n y cuidado de los hijos en el mundo moderno”.

Fomentar la autonomía

El mejor equipaje con el que puede pre- parar a su hijo o hija es ensen?arle a ser un hombre o mujer auto?nomo (a). Esto significa que el nin?o o nin?a:

Es capaz de establecer sus propias reglas; Es independiente; Es libre para hacer las cosas porque sabe hacerlas; No necesita referirse constantemente a otra persona.

Educar en la autonomi?a y libertad es ma?s inco?modo para los padres que hacerlo desde la exigencia de obediencia ciega. No obstante, los resultados de la primera hara?n de sus hijos una persona preparada para enfrentar la vida con un espi?ritu de lucha y seguridad en si? misma.

Enseñar el respeto

El respeto bien entendido empieza por uno mismo. Ensen?ar a sus hijos a respetar- se a si? mismos y valorarse, a su vez los hara? respetar a otros por su misma calidad de seres humanos. Y es que una persona que se considera digna, es capaz de: Respetarse, respetar a otros y hacer que lo respeten.

Ensen?ar a los hijos a respetar y respetarse encuentra su punto de partida en el res- peto que el padre tenga de la personalidad y caracteri?sticas individuales de cada uno de ellos, sobre todo en los siguientes aspectos: Respeto de la ideas; Respeto del sentimiento y su expresio?n; Respeto del ritmo de aprendizaje y Respeto de la integridad fi?sica.

Cuando se hace un esfuerzo por respetar estos principios le esta? ensen?ando a su hijo o hija a respetar las diferencias entre seres humanos. El metamensaje: ser tolerantes.

Propiciar la comunicación

La comunicacio?n es un aspecto esencial de nuestra vida que nos define y nos situ?a con respecto a los dema?s. Por eso, ofrecer a quien queremos la posibilidad de comunicarse es ayudarle a formarse como persona entera.

Para conseguir una comunicacio?n verdaderamente sea un contacto humano, hay dos actitudes que ayudan a conseguirlo.

Dia?logo

Para un padre, encontrar un momento en el di?a para dialogar con sus hijos no es cosa sencilla. El esfuerzo, no obstante, permite establecer vi?nculos afectivos entre e?l y sus hijos; adema?s de ayudarles a ser personas capaces de externar sus ideas y sentimientos, lo cual se traduce en una actitud sana ante la vida.

Escuchar

La conversacio?n, hablar y escuchar, es una experiencia humana enriquecedora. Al escucharnos, la otra persona nos hace ver que somos importantes para ella y nos invita a pensar lo mismo de nosotros.
No importa la edad de los hijos, desde nin?os debe demostrarles que usted “es todo oídos” y que siempre escuchara? lo que ellos quieren comunicarle, ya sea con sonidos, sen?as e incluso con el llanto.

Enseñar a compartir

Aprender a compartir las cosas, cualidades y actitudes, sentimientos y pensamientos, asi? como tareas, enriquecera? todas las experiencias que los hijos puedan tener en su vida. Se hara?n plenos en la medida que se proyecten en los dema?s.

sus hijos ven en usted una persona que no lo tiene todo para si? mismo, que se pone al servicio de los dema?s, que colabora, que comenta las cosas, que en definitiva, comparte; ellos hara?n lo mismo, porque con estas actitudes les ha ensen?ado a ser personas no centradas en si? mismas.

Saber decir NO

Poner li?mites no es limitar, sino establecer un marco dentro del cual la persona puede moverse libremente sin dificultad y sin peligro. Decir NO a un hijo tambie?n le ensen?a a decirlo y a afirmarse a si? mismo, en sus deseos y limitaciones. Una persona dotada del NO, capacitada para la libertad, no se deja invadir ni por las circunstancias ni por los dema?s, es capaz de reclamar lo que necesita y rechazar lo que no quiere.

Aunque educar un hijo o hija no es tarea fa?cil, no es imposible, todos podemos hacerlo. Se aprende a ser padre en el contacto con los hijos, en el di?a a di?a, en la rutina. Se mezclan las tendencias propias con aquellas de la pareja, si es que la hay, para hacer del hogar el lugar propicio para formar personas maduras y preparadas para enfrentar la vida.

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