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Cómo la peor sequía de la historia está devastando el “jardín de Europa” y disparando los precios del aceite de oliva

Bajo un sol abrasador, Francisco Elvira recorre su plantación de olivos, donde inspecciona los frutos resecos brotados de árboles casi desnudos.

“Míralos”, dice, desesperado. “Deberían estar repletos de aceitunas ahora que se acerca la cosecha. Pero están vacíos. Y esta es la cosecha para el aceite que llegará a los supermercados el próximo año“.

Las fértiles llanuras de olivares que se extienden por el sur de España han convertido a este país en el mayor productor de aceite de oliva en el mundo, con alrededor de la mitad del suministro global.

Pero, devastado por la peor sequía jamás registrada, el llamado “oro verde” de España es cada vez más escaso.

La producción de este año ya se ha reducido en aproximadamente un tercio y aún no hay señales de lluvia.

En la fábrica de Interóleo en Jaén, la provincia donde se elabora la mitad de todo el aceite español, las bombas vierten el líquido en botellas de vidrio y plástico que pasan por la cinta transportadora para recibir la etiqueta de “producto de España”.

Pero esta planta, que exporta a países de todo el mundo, está sufriendo un desplome de la producción mientras los precios aumentan de forma vertiginosa, lo que agrava la crisis alimentaria mundial.

Juan Gadeo
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Juan Gadeo cree que este sector de vital importancia para España está en peligro.

“Los compradores ya están pagando un tercio más que el año pasado, pero la sequía lo encarecerá aún más”, afirma Juan Gadeo, director de la cooperativa, quien cree que este sector vital para España ahora está en peligro.

“Con la recesión es posible que tengamos que despedir a algunos trabajadores. Hay un sentimiento de depresión e incertidumbre. Otro año como este sería una auténtica catástrofe”.

“Tirar dinero a la tierra”

La situación es similar en todo el sector agrícola e investigaciones recientes revelan que algunas partes de la Península Ibérica atraviesan su peor sequía en 1.200 años.

Los agricultores españoles han plantado más girasoles desde la primavera en un intento de compensar la escasez de aceite de girasol de Ucrania, el mayor productor mundial, donde la guerra ha desplomado la producción.

Pero una flor que venera al sol también necesita la bendición de la lluvia, y no la hay, lo que resulta en extensiones de cultivos marchitos que no producen semillas ni aceite.

Isabel Villegas
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Los agricultores de girasoles como Isabel Villegas pasan por un difícil momento.

Mientras arranca girasoles muertos de sus campos secos, Isabel Villegas se cuestiona si intentarlo de nuevo.

“Si no llueve para fin de año, no tiene sentido plantar más”, lamenta.

“Sería como tirar el dinero a la tierra sin cosecha. Y no hay pronóstico de lluvia por ahora”.

Reservas de agua en mínimos

Un reciente informe del Observatorio Mundial de la Sequía concluyó que Europa está sufriendo su peor sequía en 500 años.

Varios países del continente han sufrido con incendios forestales y olas de calor, y España se ha visto particularmente afectada.

Este año se han quemado más de 270.000 hectáreas, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales.

El calor extremo y la falta de lluvia han reducido de forma drástica los niveles de las reservas naturales de agua de España.

El embalse de Viñuela, cerca de Málaga, está a poco más del 10% de su capacidad.

En otros lugares, pueblos costeros medievales enterrados desde hace décadas bajo ríos y pantanos han quedado expuestos al evaporarse el agua.

Apuesta por la desalinización

El gobierno español está ampliando las plantas de desalinización y construyendo otras nuevas, aprovechando el agua de mar para aliviar la escasez.

En Campo de Dalias, cerca de la ciudad costera de Almería, visitamos la instalación cavernosa en la que se bombea y procesa el agua de mar.

Aquí se extrae la sal de la mitad del agua para producir agua dulce, mientras la otra mitad absorbe la sal adicional y luego se devuelve al océano, donde no causa daños ambientales.

La planta produce 90.000 metros cúbicos de agua dulce cada día, pero se ha programado que alcance hasta 130.000 metros cúbicos en cuatro años.

En sus alrededores los campos están cubiertos por láminas de plástico, creando invernaderos para las frutas y verduras que crecen debajo.

La mitad del agua que aporta la desaladora se utiliza para regar los cultivos de la zona.

España produce más frutas y verduras que cualquier otro país de la Unión Europea.

Eso es, según algunos científicos, parte del problema: en tiempos de grave escasez de agua este país ya no puede permitirse el lujo de ser “el jardín de Europa”, como se le suele llamar.

“La superficie total de regadío en España ha ido aumentando en las últimas décadas, tanto de forma legal como ilegal”, señala Julia Martínez, de la Fundación Nueva Cultura del Agua.

Julia Martinez
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Julia Martínez.

Martínez cree que el actual modelo de gestión del agua del país es insostenible.

“Las tierras de regadío consumen el 85% de todos los recursos hídricos. Con el 15% restante no es posible satisfacer todas las demandas de agua restantes, algunas de ellas más prioritarias”.

“A menos que cambiemos el equilibrio, no podremos mejorar el estado de nuestros ríos ni adaptarnos al cambio climático”.

Suelos agrietados, ríos secos, cultivos marchitos: la fértil tierra de España está extenuada por una emergencia climática provocada por el hombre.

En nuestro planeta, y en nuestros bolsillos, el costo es cada vez más alto.

Y, en las hermosas pero resecas llanuras de Andalucía, todavía no hay pronóstico de lluvia.


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