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Protestas en Hong Kong: por qué este territorio capitalista teme que China termine con la autonomía que ganó con el principio de “un país, dos sistemas”

Tiene su propio sistema legal, múltiples partidos políticos y una amplia carta de derechos que incluyen la libertad de expresión y reunión.

La policía reprimió a los manifestantes luego de que intentaran entrar al Legislativo. Foto: Getty Images

La policía reprimió a los manifestantes luego de que intentaran entrar al Legislativo. Foto: Getty Images

Un floreciente sistema capitalista de mercado rige la economía y, como en casi todo el mundo, se puede acceder a redes sociales como Facebook o Twitter.

Y, sin embargo, Hong Kong pertenece a China.

El territorio al sur del gigante asiático vive desde hace 22 años en un entramado peculiar.

Desde que los ingleses devolvieron su gobierno a Pekín en 1997, Hong Kong se mueve en un sistema político y económico muy diferente del que se conoce en la China continental.

Es considerado una “Región Administrativa Especial” y China aceptó gobernarlo bajo el principio de “un país, dos sistemas“, con el cual podría gozar de “un mayor grado de autonomía, excepto en asuntos exteriores y de defensa” durante 50 años.

Sin embargo, dos décadas después, grupos civiles de Hong Kong han denunciado supuestos intentos de Pekín para suprimir la democracia en su “región especial”.

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Más de un millón de personas participaron en las protestas, según los organizadores. Las autoridades lo cifran en 24.000.

El último de ellos -una ley que permitiría extraditar a China a presos hongkoneses- generó el domingo la mayor protesta en el territorio desde el fin de la ocupación británica.

Según sus críticos, el polémico proyecto podría ser utilizado por Pekín contra sus opositores, mientras sus defensores aseguran que la ley tendrá salvaguardas para evitar la extradición de perseguidos por motivos religiosos o políticos.

Lo cierto es que, según Martin Yip, corresponsal de la BBC en Hong Kong, no se veía una protesta similar en el territorio desde hace más de 20 años.

En su criterio, la magnitud de lo ocurrido el domingo superó las movilizaciones de 2014, cuando cientos de activistas ocuparon el centro de la ciudad durante 79 días en el llamado Movimiento de los Paraguas.

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La policía dispersó a los manifestantes al final de las protestas.

Sin embargo, de acuerdo Yip, no hay mucho optimismo entre los manifestantes de que el gobierno se eche atrás, dado que los partidos pro Pekín gozan de una mayoría en la Legislatura.

Las protestas, sin embargo, fueron una muestra de las profundas contradicciones entre la China continental y su “región especial”.

Pero ¿cómo se explica ese estatus tan peculiar de Hong Kong y por qué China intenta controlarlo?

Un territorio, dos fuerzas

Para entender las diferencias entre Hong Kong y el resto de China continental es preciso comprender un complejo proceso histórico que se remonta a casi dos siglos.

Y es que en 1842, los británicos se anexaron la isla de Hong Kong durante la llamada Primera Guerra del Opio.

Para esa época, Reino Unido importaba casi todo su té de China, pero no conseguía que Pekín se interesara en ninguna de sus exportaciones.

Hasta que la Compañía Británica de las Indias Orientales encontró un producto con el que equilibrar la desigual balanza comercial: el opio.

El opio fue rápidamente prohibido por las autoridades chinas, por lo que los británicos recurrieron a contrabandistas.

Y cuando el emperador Daoguang se quejó de que este tráfico ilegal estaba causando millones de adictos, sus protestas simplemente fueron ignoradas.

En 1839, sin embargo, las autoridades chinas confiscaron unos 20.000 cofres con opio.

Londres respondió con el envío de un pequeño ejército que en pocos años derrotó completamente a las fuerzas chinas y obligó a Pekín a firmar una paz humillante.

Entre las condiciones impuestas por el Tratado de Nanking figuraban el pago de 21 millones de dólares en reparaciones y la apertura de varios de los puertos del país a todas las naves mercantes.

Y, sobre todo, la cesión a perpetuidad de la isla de Hong Kong, a la que los británicos luego le sumarían la vecina península de Kowloon en 1860.

Esta nueva concesión también fue arrancada por la fuerza, al final de la Segunda Guerra del Opio, con la que Reino Unido también obligó a China a permitir el comercio de la droga.

Así, el actual territorio de Hong Kong quedó conformado en 1898, cuando China accedió al alquiler gratuito de los llamados Nuevos Territorios -y 235 islas aledañas- por un período de 99 años, que se venció en 1997.

¿Cómo Hong Kong volvió a manos de China?

Según la historiadora Diana Preston, el delegado británico que negoció la última cesión, Claude McDonald, eligió un período de 99 años porque pensaba que era “casi lo mismo que para siempre”.

Pero la cada vez mayor importancia de los Nuevos Territorios -que conforman el 86% del territorio de Hong Kong y albergan a más de la mitad de la población– terminó volviendo impracticable la división de la colonia.

Y con una China cada vez más poderosa y decidida a revertir unos tratados que consideraba injustos, las conversaciones sobre una posible renovación del alquiler terminaron convirtiéndose en negociaciones sobre la devolución de todo Hong Kong.

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Después de más de 150 años de dominio británico, Hong Kong volvió a ser parte de China el 1 de julio de 1997.

Pero en 1982, cuando iniciaron los diálogos, el territorio ya se había convertido en uno de los principales centros financieros y comerciales del mundo.

Y su sistema político tampoco podía ser más diferente que el modelo comunista de la República Popular China, en donde impera un partido único desde 1949.

Los ingleses, sin embargo, lograron como condición que China accediera a gobernar Hong Kong bajo el principio de “un país, dos sistemas” y respetara su capitalismo y forma de gobierno por 50 años.

¿Cómo se gobierna Hong Kong?

El derecho a elegir directamente al jefe ejecutivo -el cargo que con la devolución vino a sustituir al gobernador que antes era nombrado por Londres- ha sido objeto de una lucha de años en la vieja colonia.

De hecho, la ley fundamental hongkonesa establece que “el objetivo final” es que el líder del territorio sea electo “por sufragio universal” y “de acuerdo con los procedimientos democráticos”.

Sin embargo, la máxima autoridad es elegida actualmente por un comité de 1.200 miembros, en su mayoría considerados simpatizantes de Pekín.

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Sólo la mitad de los miembros del Consejo Legislativo -el equivalente al parlamento local- son electos directamente, en tanto la otra mitad es nombrada por grupos profesionales o intereses especiales.

¿Por qué a China le interesa tanto Hong Kong?

Muchas organizaciones civiles del territorio se oponen abiertamente a la posición de Pekín, que defiende a Hong Kong como parte inseparable de China.

Muchos creen que los líderes del Partido Comunista temen que cualquier concesión política en ese territorio podría alentar demandas de liberalización en la región continental.

Pero también algunos expertos señalan que la apertura de Hong Kong a Occidente es un motivo de preocupación para Pekín, que ve esa zona como su área natural de influencia.

Y desde hace un par de años, algunos analistas señalan que, bajo el gobierno de Xi Jinping, China ha optado por reforzar el control sobre sus territorios especiales.

De hecho, en octubre pasado, muchos vieron un ejemplo de esto cuando Xi inauguró el Puente Hong Kong-Zhuhai-Macao (considerado como el más largo del mundo sobre el mar) y que une Macao (la excolonia portuguesa), a la excolonia británica y la China continental.

Reuters
La construcción del puente Hong Kong-Zuhai-Macao empezó en 2009.

Según la exeditora de China de la BBC, Carrie Gracie, algunos han visto en los movimientos de China hacia Hong Kong un preámbulo para garantizar el final de la autonomía que, en teoría, debe ocurrir en 28 años.

A partir de 2047, Pekín ya no estará obligada a mantener las bases acordadas con Reino Unido para el traspaso.

Las posibilidades entonces van desde una extensión del estatus especial hasta su pérdida completa.

Para los más pesimistas, los intentos de control de los últimos años de Pekín es un augurio de lo que está por venir.

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