Internacional

Coronavirus en México: cinco minutos de videollamada en lugar de abrazos en cárceles

Las autoridades de Jalisco suspendieron las visitas en los penales del estado el 23 de abril para evitar contagios del nuevo coronavirus, pero para garantizar el derecho a la visita adoptaron las videollamadas.

Un familiar habla por una videollamada con uno de los reos en Jalisco. (Foto Prensa Libre: AFP)

Un familiar habla por una videollamada con uno de los reos en Jalisco. (Foto Prensa Libre: AFP)

María aguardó dos horas para ver a su hijo preso. Fueron solo cinco minutos y por videollamada, la alternativa que ofrecen las autoridades del estado mexicano de Jalisco (oeste) ante la suspensión de las visitas carcelarias por la pandemia.

La mujer, de unos 60 años, acudió este jueves a su segunda cita virtual con José Luis en la penitenciaria estatal de Puente Grande, en Tonalá, un municipio a las afueras de la ciudad de Guadalajara.

“Espero como unas dos horas para entrar a hablar con él para verlo cinco minutos, y pues sí me da gusto y le da gusto a él”, comentó María a la AFP.

Tras su larga espera bajo el sol, la madre ingresa a una sala donde fueron instaladas tres computadoras portátiles, en una de cuyas pantallas aparece el hijo con tapabocas. Con audífonos, micrófono y la ayuda de empleados del reclusorio, empieza la conversación.

Las autoridades de Jalisco suspendieron las visitas en los penales del estado el 23 de abril para evitar contagios del nuevo coronavirus. Solo en Puente Grande se contabilizan seis muertos y 95 contagiados entre internos y trabajadores.

Para garantizar el derecho a la visita adoptaron las videollamadas, una opción que también implementaron hospitales públicos para conectar a pacientes de covid-19 con sus familiares. Los encuentros en los reclusorios se producen cada 15 días.

México, de 127 millones de habitantes, contabilizaba hasta este jueves 15.944 muertes y 133.974 casos positivos.

“Es muy poquito”

 

Este jueves también le correspondió el turno a Josefina, quien no abraza a su hijo Cristopher desde que cayó preso hace dos meses, en plena expansión de la epidemia.

“Ya cuando está mi hijo listo para recibirme, me siento yo y todo está listo, solamente tomo el micrófono y ya de ahí nos empezamos a hablar, nos empezamos a ver. Es muy poquito y quisiera uno decir muchas cosas, pero es muy bello. Ellos se ponen también muy contentos”, relata esta sexagenaria.

Los reclusos hablan desde una sala a la que son conducidos por funcionarios que también vigilan que se cumplan los protocolos de limpieza personal y de los equipos.

“Una vez concluida la llamada les pedimos que nos apoyen con la sanitización tanto del teclado, del auricular y de los audífonos”, explicó Karina de la Cruz, directora técnica penitenciaria.

Desde el 1 de abril se han realizado casi 3.500 videollamadas en cuatro centros carcelarios.

En el penal de Puente Grande se contabilizan además 53 internos recuperados de la covid-19. A un costado, en la penitenciaria federal, hay otros 37 casos confirmados.