Internacional

¿Cuál será la política Trump en Cercano Oriente y el mundo árabe?

El presidente electo estadounidense, Donald Trump, polarizó durante la campaña con una dura retórica contra los musulmanes, a los que amenazó con prohibir la entrada al país. Ahora, Gobiernos y expertos de países de Cercano Oriente especulan sobre lo que realmente supondrá su presidencia para la región y sus numerosos conflictos.

Donald Trump se dirige a periodistas en la oficina Oval de la Casa Blanca. (Foto Prensa Libre: EFE)

Donald Trump se dirige a periodistas en la oficina Oval de la Casa Blanca. (Foto Prensa Libre: EFE)

“Lo que sabemos es que no sabemos qué política seguirá su Gobierno en Siria e Irak”, afirmó Hassan Hassan, del Instituto Tahrir para Política de Oriente Medio, con sede en Washington.

En la campaña, el republicano hizo declaraciones dignas de un “Rambo”. “Cuando pillas a esos terroristas, tienes que eliminar a sus familias”, afirmó. “Mandaré al infierno rápidamente al EI”, prometió respecto a la milicia terrorista Estado Islámico (EI). “Quítenle el petróleo a Irak”, fue su receta para solucionar los problemas de dicho país.

Muchas de esas declaraciones podrían quedarse en retórica de campaña pero tras ellas emergen algunas de sus posiciones respecto a Cercano Oriente. La mayor parte de los expertos coinciden en un algo: a pesar del tono, no es de esperar un cambio radical sino más bien una menor intervención de Estados Unidos en la región.

Se espera que Trump se centre en la lucha contra el EI, así que podría continuar el apoyo de Estados Unidos a las fuerzas de seguridad iraquíes. También podría endurecer su postura respecto a Irán, ya que criticó con dureza el acuerdo nuclear con Teherán. Según Hassan Hassan, también podría estar dispuesto a intentar contener la fuerte influencia de Irán en Irak.

Lo más probable es que pueda producirse un cambio de la política estadounidense respecto a Siria, donde Rusia e Irán apoyan al régimen de Bachar al Asad y el Gobierno de Barack Obama se distinguió por su rechazo al presidente sirio. En una entrevista en televisión, Trump aseguró que tampoco le gusta Al Asad, pero puntualizó que tanto el mandatario sirio como Rusia e irán luchan contra el EI. Y además, se espera que Trump mejore las relaciones con Moscú, el principal aliado de Al Asad.

Lucha contra el EI

Para Siria, esto podría suponer que Estados Unidos se limite a luchar contra el EI y por lo demás deje más o menos vía libre a Moscú. Para los rebeldes sirios sería una mala noticia. Por su parte, los seguidores de Al Asad se alegraron de la victoria del magnate y repitieron un tuit del 2013 en el que Trump afirmó: “Recuerden, todos esos 'luchadores por la libertad' de Siria quieren volar sus aviones contra nuestros edificios”.

Por otro lado, los socios de Estados Unidos en la región se mueven entre el temor y la esperanza. Como Egipto y Jordania, a los que Washington hace llegar cada año miles de millones de dólares. “El anuncio de Trump de que los aliados (de Estados Unidos) deben asumir más responsabilidad no deja esperar nada bueno”, analizó el think-tank estadounidense Soufan Group.

Sin embargo, el Gobierno egipcio podría beneficiarse de su postura contra los islamistas. “El sector de las voces antiislamistas será más escuchado”, vaticina Hassan Hassan. En cualquier caso, el presidente egipcio, Abdel Fattah al Sissi, afirmó a través de la prensa que fue el primer jefe de Estado del mundo en felicitar a Trump.

Tampoco tardaron en llegar las felicitaciones del rey Salman de Arabia Saudí, aunque este aliado tiene motivos para la incertidumbre. Estados Unidos envía armas y munición al país y le apoya en la guerra de Yemen. Pero durante la campaña, Trump afirmó que países ricos como Arabia Saudí deberían pagar por “la protección de Estados Unidos”, lo que podría repercutir de forma negativa en la relación con Riad.

Todo es posible

“El problema con Trump es que todo es posible”, afirmó el periodista y analista político saudí Yamal Kashoggi, aunque cree que Riad seguirá intentando mejorar las relaciones con Estados Unidos, últimamente tensas.

¿Y qué pasa con Israel? Muchos políticos israelíes celebraron por todo lo alto la victoría de Trump, como el ministro de Educación, el ultraderechista Naftali Bennett, que dio por terminado el plan para la creación de dos Estados. Pero según el diario “Haaretz”, el Ministerio de Exteriores israelí cree que el futuro presidente se inmiscuirá menos en el conflicto entre israelíes y palestinos.

Las relaciones entre el Gobierno de Benjamin Netanyahu y el de Barack Obama fueron difíciles, y a ello contribuyó también la entonces secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton. La derrotada candidata demócrata pidió en el 2009 a Israel que frenase la ampliación de los asentamientos y aseguró que la solución de dos Estados es la única viable para que Israel sigua siendo un Estado democrático y judío.

Trump, por su parte, aseguró en campaña que cuando fuese presidente se acabarían los días en los que Israel era tratado “como un ciudadano de segundo”. Tras su victoria en las elecciones, uno de sus asesores, Jason Greenblatt, afirmó que “Trump no cree que haya que condenar las actividades de los asentamientos” y dijo que mantendría su promesa de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén.

Pero nadie sabe bien qué papel jugará ese asesor en la política exterior del nuevo Gobierno. Además, aunque el Congreso pidió en 1995 trasladar la embajada a Jerusalén antes de 1999, ningún presidente lo hizo. Ni demócratas ni republicanos dieron el paso, ya que ni los israelíes ni los palestions tienen la soberanía sobre Jerusalén, apuntó el viceportavoz del Departamento de Estado, Mark Toner.

Las posiciones de Trump respecto a Israel todavía no están muy claras, así que la derecha israelí no debería alegrarse demasiado pronto, advirtió Martin Indyk, ex embajador estadounidense en el país. “Le dijo cosas muy distintas a diferentes personas”, apuntó.

Para Itamar Rabinovich, ex embajador israelí en Estados Unidos, es bastante improbable que Trump haga realidad sus anuncios. “Despertaría una gran irritación internacional con la que no pueden vivir ni el mundo ni Estados Unidos”, afirmó. Rabinovich cree que los asesores de Trump le disuadirán de adoptar decisiones drásticas e irresponsables.

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