“Debido al gran tamaño de este espécimen, su rescate se realizó durante sucesivas campañas del Instituto Antártico Argentino y su rescate culminó en 2017”, detalló el autor principal de este estudio publicado recientemente en la revista científica Cretaceous Research.
Además, este reptil gigante se destaca por ser el elasmosáurido más cercano a la extinción de los dinosaurios que se haya descubierto en el continente blanco. El doctor Marcelo Reguero, investigador del Instituto Antártico Argentino y del MLP, indicó que “este hallazgo es muy próximo al final del Cretácico, cuando se estima que cayó un gran meteorito y ocasionó la desaparición de muchas especies”.
“Este descubrimiento refuerza la idea de la extinción que se produjo hace 65 millones de años fue catastrófica, porque este ejemplar vivió unos 30 mil años antes, fue muy próximo a ese suceso, y demuestra que este ambiente marino de la Antártida continuaba soportando animales de gran tamaño”, comentó O´Gorman. Y agregó: “Pareciera que no hubo una preparación, que fue una extinción masiva sin previo aviso”.
Los restos de este reptil gigante se encuentran en el Museo de La Plata. Se ha encontrado parte de su columna vertebral, parte de sus aletas anteriores y posteriores y algunos elementos de la cintura escapular. Si bien no se ha encontrado su cráneo, los investigadores han analizado qué estrategia de alimentación podría haber tenido para desarrollar un tamaño tan grande.
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Se estima que el largo de este ejemplar era de entre 11.2 y 12 metros. “Pesaba entre 10 y 13 toneladas, por lo que está muy por encima de los que se conocían hasta ahora, los cuales tenían una masa de entre cinco y seis toneladas”, precisó el doctor O´Gorman.
Los elasmosáuridos forman parte de la gran familia de los plesiosaurios, aquellos reptiles extintos en lo que posiblemente se inspiró el imaginario colectivo para crear al monstruo del Lago Ness o a “Nahuelito”.
Dentro de los elasmosáuridos, este reptil gigante forma parte de la subfamilia de los aristonectinos, los cuales tenían el cuello un poco más corto, vértebras mucho más robustas y un cráneo mucho más grande.
“La hipótesis que podría explicar el gran tamaño de este nuevo ejemplar, y que parece estar progresivamente apoyada por las evidencias, es que los aristonectinos tenían un modo de captura de sus presas diferente al resto de los elasmosáuridos; consideramos que, en lugar de capturar a sus presas de manera individual, estos animales abrían la boca y capturaban a un gran número de pequeñas presas al mismo tiempo, como crustáceos de pequeño tamaño por ejemplo”, relató O´Gorman.
Este tipo de captura tiene semejanza con el que aplican las ballenas actuales. El doctor O´Gorman aseveró que “las ballenas aprovechan una rugosidad que poseen en el paladar para atrapar al microplancton, en tanto que consideramos que los aristonectinos usaban la batería de dientes como una especie de trampa, en la que quedaba una gran cantidad de animales atrapados y expulsaban el agua”.
“Parece que la evolución repitió ciertos patrones de desarrollo entre estos dos grupos que no tienen ninguna relación”, analizó O´Gorman. Y diferenció: “Los plesiosauros son reptiles y no tienen nada que ver con los cetáceos que son mamíferos”.
Para que existieran animales tan grandes poco tiempo antes de la extinción masiva, debía haber una gran disponibilidad de alimentos en el océano. Hoy, el mar austral continúa siendo muy productivo y por ello es que hay una cuestión geopolítica relacionada con la pesca en el mar antártico.
El rescate del reptil gigante y sus bebés
El doctor Marcelo Reguero destacó la logística y el trabajo que hizo posible el rescate de este ejemplar como así también de otros fósiles en la Antártida.
En este sitio ubicado hacia el centro de la Isla Marambio, se encuentran sedimentos de un antiguo ambiente marino de poca profundidad. “Allí también hemos encontrado pequeñas vértebras muy pequeñas de plesiosaurios bebé digamos, y esto hace pensar que, en aquel momento, allí había un mar bastante tranquilo, donde los plesiosaurios tenían como una especie de guardería para las crías de la especie”, contó Reguero a la Agencia CTyS-UNLaM.
En estos yacimientos, también se han encontrado aves marinas voladoras y dinosaurios de diferentes grupos. Reguero valoró que “siempre que se realizan congresos internacionales donde se exponen los resultados de las investigaciones en la Antártida, los estudios en paleontología de vertebrados realizadas por los científicos argentinos se encuentran en muy bien posicionados”.
Este nuevo espécimen de reptil gigante fue descubierto en el año 1989 y recién se terminó de rescatar en 2017. “La colecta se realizó a lo largo de muchos años y han participado muchos equipos; esto evidencia la necesidad de un sostén de la actividad científica que el Instituto Antártico Argentino ha mantenido en el tiempo”, consideró el doctor O´Gorman.
Además de los doctores José O´Gorman y Marcelo Reguero, el investigador del Instituto Antártico Argentino Sergio Santillana y el paleontólogo Rodrigo Otero del Laboratorio de Ontogenia y Filogenia de la Universidad de Chile participaron de este estudio que dio a conocer al elasmosáurido más grande del mundo conocido hasta el momento.
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