Sin embargo, el Observatorio Iraquí para los Derechos Humanos (OIHR) los cifró en mil 900. Según esta organización, mil 900 civiles huían el miércoles de la ciudad de Al Hawiya, a unos 60 kilómetros al oeste de Kirkuk, cuando fueron capturados por entre 100 y 120 combatientes de EI, que mataron a 12 de ellos. Seis fueron quemados vivos, señaló.
La organización basada en Bagdad trabaja, según sus propios datos, con la información aportada por periodistas y activistas en las regiones que están en contacto con testigos sobre el terreno.
Según Acnur, un total de casi 3.4 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares en Irak desde enero de 2014 a causa de los enfrentamientos.
Acnur denunció la falta de recursos financieros para entregar ayuda humanitaria a la población afectada. De los 584 millones de dólares (542 millones de euros) que la organización había solicitado para este año con el fin de asistir a los refugiados y desplazados internos en Irak, solo ha recibido hasta ahora un 37 por ciento.
Kirkuk es el centro de la industria petrolera iraquí. La zona al sur y oeste de la ciudad se encuentra desde junio de 2014 bajo control de la milicia terrorista EI, según los activistas. Hace dos semanas las fuerzas de seguridad iraquíes empezaron a cercar la zona y atacar al EI.
Testigos contaron cómo el EI está utilizando a sus habitantes como escudos humanos y cómo muchas personas, sobre todo mujeres y niños, murieron por falta de comida, agua o medicamentos.
La milicia terrorista secuestra continuamente a desplazados y ciudadanos de Irak y Siria. En el verano (boreal) de 2014 entraron en la ciudad de Sinjar forzando a huida de miles de personas, entre ellos de la minoría religiosa de los yazidíes.
Más de siete mil mujeres y niños fueron secuestrados tras la masacre. También la minoría cristiana es continua víctima de secuestros por parte de los terroristas.
Además de minorías religiosas, el EI persigue a civiles o determinados grupos profesionales a miles. Mientras por algunos pide rescates económicos, otros desaparecen sin dejar rastro, entre ellos periodistas, médicos, policías o abogados, con el objetivo de destruir cualquier vestigio del Estado anterior.
