Internacional

Europa y Rusia emprenden misión en busca de vida en Marte

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos aguardan con expectación el lanzamiento que tendrá lugar el próximo lunes desde la base espacial de Baikonur, en Kazajistán.

Ese día partirá su primera misión conjunta hacia Marte, ExoMars, un proyecto multimillonario de dos etapas que buscará rastros de vida actual o pasada en el Planeta Rojo.

“Si alguna vez una misión tuvo posibilidades reales de encontrar indicios de vida en Marte, esa es ExoMars”, explicó a dpa Jorge Vago.

El científico argentino, de 53 años, es uno de los responsables del ambicioso proyecto desde que la ESA comenzó a concebirlo en el 2002.

En la misión tiene una participación importante la Agencia Espacial Federal Rusa (Roscosmos), precisamente en un momento político delicado, cuando el papel de Moscú en los conflictos de Ucrania y Siria han sometido las relaciones entre Rusia y Occidente a la prueba más dura desde el final de la Guerra Fría.

“Precisamente en tiempos de crisis en la Tierra, la navegación espacial sirve para tender puentes”, afirmó recientemente a dpa el director de la ESA, Jan Wörner.

Para el vicedirector de Roscosmos, Serguei Saveliev, ExoMars es un ejemplo único de la buena cooperación entre el Este y el Oeste en la investigación espacial.

Rusia entró en el proyecto en el 2013, después de que en el 2011 la Nasa diese un paso atrás debido a problemas financieros, aunque la agencia estadounidense participa con algunos instrumentos.

De hecho, el lanzamiento de ExoMars coincide prácticamente don el aplazamiento de la Nasa hasta el 2018 de su misión “InSight” a Marte. Esta debía partir este mes de marzo, pero fue retrasada dos años por problemas con un importante instrumento de medición

Roscosmos tampoco se encuentra ahora en su mejor momento financiero -con la crisis económica rusa acechando- pero por ahora la investigación en Marte no ha sufrido recortes.

El primero de los dos cohetes Protón-M partirá el lunes cargado de alta tecnología. Después de un viaje de siete meses, la sonda TGO (Trace Gas Orbiter) orbitará por lo menos hasta el 2022 alrededor de Marte.

Entre otras cosas, investigará en la atmósfera los rastros de metano que descubrió en el 2004 el satélite de la ESA Mars Express. “Espero que podamos comprobar la existencia de metano y entender mejor cómo se origina”, apuntó Vago.

A continuación, algunos datos de Marte:

Diámetro: Seis mil 794 kilómetros (cerca de la mitad del de la Tierra)

Gravedad: unos 3.7 m/s² (cerca de un tercio que la de la Tierra)

Duración del día en Marte: 24 horas y 37 minutos

Duración del año en Marte: 669 días marcianos o 687 días terrestres

Temperatura media: -55 grados Celsius (entre -133 y 27 grados Celsius)

Composición de la atmósfera: entre otros, 95% de dióxido de carbono (la Tierra tiene un 0.04%) y 0.13 por ciento de oxígeno (la Tierra tiene cerca de un 21%)

Distancia a la Tierra: entre 56 millones y más de 400 millones de kilómetros (debido a las distintas velocidades de sus órbitas en torno al Sol)

Distancia media al Sol: 228 millones de kilómetros (cerca de 1.5 veces la distancia entre la Tierra y el Sol)


Está previsto que la sonda TGO se desacople el 19 de octubre del 2016. Tras ello, el módulo de pruebas “Schiaparelli” caerá con un paracaídas hasta la superficie marciana. “Será la primera vez que aterrizamos en Marte”, señala el científico argentino.

“Shiaparelli”, que recibe su nombre del astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli (1835-1910), recopilará importantes datos empíricos para la segunda fase de ExoMars. Esta partirá del cosmódromo ruso de Baikonur en 2018 y contará con un módulo de aterrizaje con un vehículo.

Las misiones anteriores en Marte ya encontraron indicios de agua. En unos 50 años de investigaciones han volado hacia el Planeta Rojo más de 40 naves espaciales. Muchos proyectos fracasaron pero Estados Unidos consiguió que aterrizasen varios vehículos (“rover”). Así que, ¿para que se necesita una nueva misión?

El vehículo es el corazón del proyecto, explicó Vago. “No sólo tenemos que buscar vida en la superficie, sino que para ello tenemos que llegar a una gran profundidad”.

El “rover” que enviará la ESA puede perforar hasta dos metros, mientras que el “Curiosity” de la Nasa, que aterrizó en Marte en el 2012, sólo puede profundizar unos pocos centímetros.

“Puede que tengamos mucha suerte y encontremos pruebas orgánicas tan buenas que podamos probar que hubo vida. Pero no me parece muy probable”, dijo Vago.

Pero para que la sonda y el “rover” puedan empezar a hacer su trabajo todo tiene que ir según lo previsto en Baikonur, y los cohetes Protón son propensos a estropearse. Hay mucho en juego: la ESA ha invertido más de mil 300 millones de euros (mil 434 millones de dólares) en ExoMars y los expertos estiman que Roscosmos ha puesto otros mil millones.

En imágenes de la ESA puede verse cómo en una nave de la estepa kazaja los especialistas montan la nave espacial con ayuda de altas grúas.

Las piezas fueron transportadas hasta Baikonur en grandes aviones Antonov 124 desde Turín, donde se encuentra el socio italiano Thales Alenia Space.

Por delante queda una de las partes más arriesgadas de la misión. Durante el lanzamiento el cohete Protón podría estallar debido a algún defecto. Pero también en aterrizaje en Marte es delicado.

“Aunque lo hayamos preparado todo bien, estaremos agarrados al borde de la silla hasta que sepamos que 'Schiaparelli' aterrizó en Marte”, reconoció Vago.

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