“Me gustaría recordarle a mis hijos una vez más que los amo” , dijo Villegas cuando se le preguntó si tenía una declaración que hacer antes de ser ejecutado. “Todo está bien. Los quiero a todos y quiero a mis hijos. Estoy en paz” .
Cuando el pentobarbital empezó a hacer efecto, dijo: “Sí quema un poco. Adiós” . Jadeó varias veces y luego empezó a respirar suavemente. Menos de un minuto después dejó de moverse.
Villegas, de 39 años, fue declarado muerto a las 7.04 de la noche, 11 minutos después de recibir una dosis letal del sedante. Es el séptimo reo ejecutado en Texas este año y el tercero con nuevas existencias de pentobarbital, recibidas de una fuente a quien las autoridades de prisiones se niegan a identificar. Texas es el estado norteamericano donde más reos se ejecutan.
Seis familiares de las víctimas de Villegas presenciaron la ejecución pero se negaron a hacer comentarios.
“Me sorprendió la calma y serenidad dentro de esa habitación, a diferencia del terror que debieron tener las víctimas cuando José Luis Villegas las apuñaló” , dijo después de la ejecución Mark Skurka, el fiscal de distrito del Condado Nueces que llevó el caso de Villegas.
“La familia me dijo que estaban contentos porque esto por fin terminó y se hizo justicia” , agregó.
Los abogados de Villegas presentaron una apelación final ante la Corte Suprema para detener la ejecución, con el argumento de que pruebas realizadas en febrero mostraban que el acusado tenía un cociente intelectual de 59. El máximo tribunal denegó la apelación horas después, aunque el proceso retrasó un poco la ejecución.
Cuatro de los nueve magistrados indicaron en la orden que habrían concedido una suspensión.
La Corte Suprema ha prohibido la ejecución de personas con discapacidad mental, aunque los estados pueden establecer procedimientos para hacer sus propias determinaciones.
La fiscalía de Texas rebatió el argumento del cociente intelectual, ya que, según dijeron, los exámenes previos de Villegas no mostraron discapacidad mental.
El hombre fue condenado por la muerte a puñaladas de Erida Salazar, de 23 años, su hijo de 3 años, Jacob, y la madre de Salazar, Alma Jiménez, de 51 años, en enero de 2001. Cada uno fue apuñalado al menos 19 veces.
