Internacional

La mayor ciudad de Brasil, desesperada por el agua

Ha pasado casi un mes desde que Diomar Pereira tuvo agua corriente por última vez en su casa de Itu, una ciudad dormitorio a las afueras de Sao Paulo que está en el centro de la peor sequía que azota el sureste de Brasil en más de ocho décadas.     

Las fuentes de agua que abastecen Sao Paulo se están secando. (Foto Prensa Libre: AP)

Las fuentes de agua que abastecen Sao Paulo se están secando. (Foto Prensa Libre: AP)

 ITU.- Como otros en esta ciudad cuyo nombre indígena significa “gran cascada”, Pereira tiene que arreglárselas para encontrar agua para beber, bañarse o cocinar. Hace unos días, cuando las temperaturas alcanzaron los 90 grados Fahrenheit  (32 Celsius), condujo hasta un quiosco comunitario donde gente con botellas de refresco vacías y jarras hacía fila esperando para usar un grifo de agua. Pereira llenó varias garrafas con capacidad para unos 50 litros  (13 galones), que luego cargó en su Volkswagen escarabajo.            

“Tengo un trabajo, cinco hijos que criar y siempre ando apurado para encontrar agua para poder bañarnos”, dijo Pereira, un conductor de camión que hace el mismo recorrido para obtener agua cada dos días. “Hay muy poca agua para tanta gente”.       

Brasil se está acercando al inicio de su temporada de lluvias estival en diciembre y sus reservas de agua están casi desaparecidas. Más de 10 millones de personas en todo el estado de Sao Paulo, el más poblado de Brasil y el motor económico del país, se han visto obligadas a restringir su uso de agua en los últimos seis meses. Uno de los depósitos que abastece a Itu ha caído al 2% de su capacidad, y como se basa en la lluvia y las aguas subterráneas en lugar de en los ríos, la ciudad está sufriendo más que las otras.      

En Itu, la desesperación se está asentando. La policía escolta los camiones de agua para evitar que sean asaltados por hombres armados. Los residentes piden que se reanude el servicio de agua corriente que ha provocado protestas violentas.    

Restaurantes y bares utilizan vasos desechables para evitar tener que fregarlos y, en las zonas donde los ríos se han secado, los negocios agrícolas transportan la soja y otros cultivos por carretera en lugar de en barco.           “Estamos entrando en territorio desconocido” , dijo Renato Tagnin, un experto en recursos hídricos del grupo ecologista Coletivo Curupira. “Si esto continúa, nos quedaremos sin agua. No tenemos más mecanismos y no hay agua guardada en secreto” .         

En el área metropolitana de Sao Paulo la última temporada de lluvias terminó en febrero con solo un tercio de las precipitaciones habituales — solo 23 centímetros  (9 pulgadas) en tres meses. Las lluvias registradas en octubre fueron de apenas 25 milímetros  (una pulgada) , una quinta parte de lo normal.  Solo lluvias de verano consistentes y estables supondrían un alivio inmediato de la situación, dicen los expertos.              

Pero también culpan al gobierno y dicen que debe modernizar la red de distribución de agua del estado, que pierde más del 30% de sus recursos por filtraciones. Los defensores también piden plantas de tratamiento para producir más agua potable, junto con una mejor protección medioambiental para las cabeceras y los ríos que desembocan en los embalses.            

Tagnin y otros dicen que el gobierno ignoró las peticiones de empezar el racionamiento de agua hace meses porque no quería tomar esa medida antes de las elecciones de octubre y arriesgarse a perder votos. Por su parte, el ejecutivo sostiene que no hay necesidad para dar este paso. Dice que las medidas para conservar el agua están funcionando, como ofrecer descuentos en la factura a quienes limiten su uso y reducir la presión del suministro durante las horas de menos actividad.             

Pero activistas y grupos de consumidores se quejan de que el gobierno ha hecho demasiado poco y demasiado tarde y no mantiene informados a los usuarios.    

La empresa de servicios públicos más grande del estado, que abastece de agua a más de 16 millones de personas en el área metropolitana de Sao Paulo, estuvo meses sin reconocer la escasez que se avecinaba. Solo recientemente se mostraron mapas en los que la empresa Sabesp mostraba qué vecindarios estaban en riesgo de sufrir cortes de agua, y tuvo cuidado para evitar el término “racionamiento”.        

En Itu, donde los grifos llevan semanas secos, los residentes sueñan con el racionamiento — al menos significaría que tienen algo de agua en casa.       “Me olvidé de cómo es el agua que sale del grifo” , dijo Rosa Lara Leite, una mujer que cargaba con varios litros de agua en cada mano en una de las fuentes más concurridas de la ciudad.          

 Las autoridades obligaron a la ciudad de 160.000 habitantes a cortar su consumo de agua diario de 62 millones de litros  (16 millones de galones) a 8 millones  (2) . Se han movilizado docenas de camiones cisterna para transportar agua desde pueblos lejanos. Grandes tanques con capacidad para 5.000 galones se han instalado en toda la ciudad.   

“Entendemos que una necesidad básica de la gente es el agua. La necesitan” , dijo Marco Antonio Augusto, portavoz del grupo de trabajo gubernamental creado para gestionar el abastecimiento de agua en Itu. “Estamos trayendo agua desde todos los sitios posibles” .           

 La panadera Franciele Bonfim está almacenando cuánta agua cae en sus manos y en todos los lugares posibles. Ella y un vecino pagaron recientemente 200 dólares para comprar un camión de agua, almacenándolo en dos grandes tanques y unos 20 recipientes de plástico en los que una vez hubo margarina con la que elaboraba sus pasteles.         

“Es un gasto adicional, pero al menos estoy bien durante 15 días” , dijo Bonfim, que utiliza y una gruesa manguera para verter agua en los cubos. “Tardé mucho tiempo en utilizar toda esta margarina. Pero el agua se agota rápido”