Alcatraz, llamada así por su abundancia de pelícanos (alcatraces) y construida en una isla bautizada como La Roca, fue primero un fuerte y prisión militar, de 1859 a 1933, y desde 1934 hasta 1963 pasó a ser una cárcel de máxima seguridad, que llegó a ser la más famosa de EE. UU.
Durante 29 años recluyó a los delincuentes más peligrosos, todos procedentes de otras cárceles y con antecedentes de intentos de fuga y organización de motines.
Al Capone, el recluso más famoso de los mil 576 que pasaron por Alcatraz, ingresó en esa prisión en el año de su inauguración —1934— y recibió el mismo trato que los otros reos, hasta 1939, cuando fue trasladado a diferentes hospitales, después de contraer sífilis. Debido a ello, las autoridades le permitieron morir en su casa de Miami.
Los presos no eran los únicos habitantes de esa isla. Casi 300 civiles, entre guardias y sus familias, vivían en edificios adyacentes, incluida la Casa del Alcaide, una impresionante mansión colonial de 17 habitaciones.
Además, en la isla había un pequeño supermercado, una oficina de correos, un centro de reuniones con pista de boliche y otro de estudios, aunque la mayoría de los niños (hubo hasta 80) iba en barco cada día a estudiar a San Francisco.
La fama de haber sido la prisión más segura se debe a que está situada en una isla y todo el que quisiera fugarse tendría que nadar por las frías aguas de la bahía, expuesto a sufrir hipotermia o un ataque de tiburones, aunque después se descubrió que eran inofensivos.
Pero se sabe que tres reos consiguieron escapar. Frank Lee Morris —el cerebro de la fuga— y los hermanos John y Clarence Anglin, ladrones de bancos, fueron los primeros y los últimos reos en fugarse de Alcatraz, el 11 de junio de 1962. Aunque el Gobierno aseguró que murieron ahogados, nunca apareció ningún cadáver ni se supo de ellos.
Otro momento histórico de la cárcel, conocido como la Batalla de Alcatraz, fue un intento de fuga fallido ocurrido el 2 de mayo de 1946, en el que perecieron tres oficiales y cuatro reclusos.
La prisión fue cerrada el 21 de marzo de 1963, debido, sobre todo, a los altos costos de su mantenimiento —casi US$10 por preso al día, a diferencia de US$3 en otros presidios— y al desgaste de su infraestructura por el constante roce del agua salada.
El último preso, Frank Watherman, al abandonar aquel lugar el día de su clausura manifestó: “Alcatraz nunca hizo ningún bien a nadie”.
Alcatraz es hoy uno de los lugares turísticos más visitados en EE. UU. y conmemora sus 75 años con una muestra de objetos, fotos y exposiciones.
información de agencias
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