Anton Vaino es un exdiplomático de 44 años que comenzó a trabajar en el protocolo presidencial en 2002. Desde la vuelta de Putin al Kremlin en el 2012 era adjunto de Ivanov.
Este anuncio inesperado llega dos semanas después de una serie de nombramientos de responsables regionales que algunos expertos interpretan como una preparación para las legislativas del 18 de septiembre y sobre todo para las presidenciales del 2018.
Serguei Ivanov, de 63 años, fue espía del KGB en Londres, de donde fue expulsado en 1983, en Escandinavia y en Kenia. Es originario de San Petersburgo al igual que Putin y llegó a ser considerado como un potencial sucesor del líder ruso.
En el 2001, un año después de la llegada de Putin al Kremlin, Ivanov pasó a ser ministro de Defensa, puesto que ocupó durante casi seis años.
Golpe político de Putin
Vladimir Putin no suele deshacerse de los viejos amigos, pero ante dos citas electorales importantes son varios los casos que se están dando. Con los cambios llega sangre joven al poder, sin pasado y completamente dependiente del presidente ruso.
A Putin le gusta disponer así de su personal. En una maniobra espectacular cesó hoy al jefe del gabinete presidencial Serguei Ivanov, quien durante años fue un hombre de su más estrecha confianza. Y lo hizo sin dar señal previa alguna. “Entiendo sus deseos de hacer algo diferente tras más de cuatro años”, dijo Putin tras reunirse con Ivanov en el Kremlin.
Y ante las cámaras, el mandatario designó como encargado especial de Medio Ambiente y Transporte al hombre que durante 15 años ayudó a forjar la política exterior de una potencia nuclear como Rusia. Una degradación que ha causado conmoción en la política rusa.
“¿Si Ivanov no es seguro, ¿entonces quién lo es?”, señaló un analista en Internet. El exministro de Defensa es, al igual que Putin, un hombre de las filas del servicio secreto soviético KGB y ha pasado por todo. “Serguei Ivanov era el James Bond soviético. El agente de un imperio desaparecido que mantiene su lealtad y sigue estando dispuesto a luchar por el”, dijo el publicista Mijail Sygar.
La popular teoría de que Ivanov iba a ser el heredero de Putin queda ahora descartada. Como ha ocurrido a menudo durante su gestión, el presidente consigue hacer añicos todas las suposiciones. Este nuevo golpe político de Putin hará que otros pesos pesados comiencen a sudar. “¿Quién será el siguiente?”.
Son insistentes los rumores sobre un relevo del primer ministro Dimitri Medvédev, si el partido del Kremlin, Rusia Unida, consigue un mal resultado en los comicios legislativos del 18 de septiembre. Desde el Kremlin se intenta desmontar esa teoría asegurando que forma parte de una “campaña”.
Medvédev ha sido criticado por desafortunadas intervenciones. El primer ministro dijo a los profesores que se quejaban de su bajo salario: “Si quieren ganar dinero, dedíquense a la economía”. De inmediato circuló en Internet una petición pidiendo su dimisión y en una semana se reunieron más de 250 mil firmas.
Otros estrechos colaboradores de larga data han perdido cercanía con Putin. El ex responsable de la red de ferrocarriles Vladimir Yakunin tuvo que dejar el cargo el año pasado.
Además, Igor Sechin, ex miembro del servicio secreto y director del gigante petrolero Rosneft, no consiguió la privatización de la empresa Bashneft que el mandatario esperaba. El experto Andri Kolyadin señaló que ser amigo de Putin pierde entonces relevancia.
El cese de Ivanov llega en momentos turbulentos para Rusia. En raras ocasiones la política exterior se ha visto sometida a tal presión. Está enfrentado con Occidente por su política en Ucrania y en Siria. Ivanov es uno de los muchos políticos leales al Kremlin que están en la lista de sancionados de Estados Unidos desde la crisis de Crimea en el 2014.
El nombramiento de Anton Vaino (de 44 años) como sucesor de Ivanov refuerza a Putin desde dentro del aparato estatal. Vaino, un estonio nacido en Tallín, no aporta ningún peso político, tan sólo está comprometido con Putin, quien le hizo jefe de protocolo hace años.
Muchos altos cargos han sido relevados en los últimos tiempos y han sido ocupados por gente que durante años ha trabajado con Putin y son de su confianza.
El mandatario convirtió a dos ex guardaespaldas en gobernadores de Kaliningrado y Tula. El exdirector de la tropa de seguridad del presidente, Viktor Solotov, dirige ahora la Guardia Nacional, integrada por 40 mil uniformados. Este cuerpo sólo responde al presidente y puede abrir fuego contra manifestantes si se producen disturbios.
Putin se dirige así, al frente de ese aparato estatal, hacia las elecciones presidenciales del 2018. El jefe del gabiente presidencial es tradicionalmente el que se encarga de asegurar la victoria. Pero el cese de un peso pesado como Ivanov podría dar razón a los que creen que Putin no se va presentar.
La estrategia podría ser, según analistas, que él formalmente se retire a la jefatura del gobierno e instale de nuevo a un hombre de confianza en el Kremlin, por ejemplo al presidente del consejo de seguridad, Nikolai Patrushev. Pero también Ivanov queda en la reserva ya que conserva su asiento en el influyente consejo de seguridad.