Internacional

Sube de tono campaña presidencial en el Perú

La "amistosa" campaña electoral en el Perú cambió de tono en los últimos días, cuando los candidatos Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski aumentaron el tono de las críticas para seducir a ese 19 por ciento de ciudadanos que dice no haber decidido aún por quién votará.

Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski buscan ganar la Presindencia de Perú.(AFP).

Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski buscan ganar la Presindencia de Perú.(AFP).

A las crecientes puyas entre los candidatos se sumó el esperado debate del domingo entre los dos equipos equipos técnicos, pues los oradores dejaron en segundo la presentación de pruebas para lanzar frases de pretendida demolición al adversario.

“Un debate poco técnico. Nada de propuestas”, resumió el diario “El Comercio”.

Así, los representantes del partido de Kuczynski, Peruanos Por el Cambio, se centraron en poner sobre el tapete el pasado del fujimorismo, expresado en la década de 1990-2000, cuando el padre de la ahora candidata, Alberto Fujimori, presidió un gobierno que se desbordó en corrupción y violaciones a los derechos civiles.

“Con los seis mil millones de dólares perdidos por corrupción (con el hoy preso Fujimori), tendríamos otro país”, disparó la candidata a la vicepresidencia Mercedes Aráoz, en uno de varios dardos dirigidos contra la pesada mochila histórica del fujimorismo.

“Kuczynski entregó nuestro país al extranjero y no merece ser presidente”, respondió el candidato a vicepresidente José Chlimper, en referencia a contratos supuestamente perjudiciales para el Perú que se firmaron cuando el hoy candidato era ministro de Economía de Alejandro Toledo.

Tras la primera vuelta del 10 de abril, la campaña entró en un letargo derivado aparentemente de las coincidencias ideológicas entre los dos sectores, ambos de derecha, conservadores en lo político y lo social y liberales en lo económico.

En especial Kuczynski fue acusado de no prestarle atención a la campaña, lo que se evidenció cuando se fue por una semana a Estados Unidos para un evento familiar, lapso aprovechado por Fujimori para pasar a la ofensiva y reforzar su presencia física en todos los puntos del país.

El empate técnico que tres de las cuatro grandes encuestadoras dan hasta el momento (solo una le entrega cierta ventaja a Fujimori), hizo que los dos candidatos empezaran no solo a resaltar las virtudes propias, sino a machacar en los defectos ajenos.

Así, Kuczynski, en principio muy caballeroso con la candidata, a la que apoyó públicamente en 2011, enfiló baterías sobre el flanco débil: el recuerdo del Gobierno de Fujimori padre, del que la hija solo ha hecho tímidos deslindes, porque sabe que también de esa gestión proviene el apoyo que tiene.

En medio de las acusaciones y críticas, las discrepancias entre el partido de Fujimori, Fuerza Popular, y el de Kuczynski, Peruanos por el Cambio, han empezado a hacerse más visibles, con lo que se rompió esa especie de “mellizaje” ideológico del principio.

La candidata adoptó posiciones que podrían dar ventaja en un país tan conservador, como la negativa a apoyar la unión civil entre homosexuales y el apoyo a la pena de muerte para violadores y asesinos de niños, y se forjó el apoyo de bases sectoriales con, por ejemplo, su defensa de la minería ilegal.

Kuczynski apostó por promesas como la rebaja de impuestos, la eliminación de trámites administrativos y la creación de un ministerio que apoye a los dispersos gobiernos regionales.

Así, se configuraron las diferencias sospechadas: Fujimori apuesta por un discurso autoritario y con claros tintes clientelistas y populistas, mientras que Kuczynski se basa en un marco tecnocrático y en ortodoxia en el manejo económico.

Los expertos descuentan que las dos fuerzas repotenciarán discursos en los próximos días y que la “guerra sucia” se disparará con acusaciones sustentadas o no desde ambos lados.

Después de que sectores de izquierda, centro y derecha moderada se sumaran a Kuczynski y equilibraron los 19 puntos porcentuales que le sacó Fujimori de ventaja en primera vuelta, la pelota quedó en el campo de quienes por una o otra razón aún no se deciden.

Todo eso en un escenario en que el fujimorismo ya dio un primer gran golpe al obtener 73 de los 130 escaños en el Congreso, una mayoría absoluta que le permitirá un sólido respaldo al Ejecutivo o una demoledora oposición, según sea el caso.

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