Internacional

Una guerra se libra en México por la corona del Chapo Guzmán

La batalla por la herencia del narcotraficante Joaquín, el Chapo Guzmán, extraditado a EE. UU. hace un mes, sacó otra vez de su cueva al monstruo de mil cabezas del narcotráfico mexicano.

Asesinatos y venganzas sacuden la sierra de Sinaloa y los bastiones de el Chapo en la costa del Pacífico, en un regreso de la violencia a la región que ya se compara con el 2008, cuando los hermanos Beltrán Leyva rompieron con el cartel de Sinaloa, acusándolo de traición.

Los hijos de el Chapo enfrentan una presunta ofensiva en su contra de la facción de Dámaso López, el exjefe de seguridad de la cárcel de Puente Grande que ayudó a el Chapo a fugarse en el 2001 y se convirtió en su lugarteniente.

Las divisiones en el cártel de Sinaloa alimentaron, a su vez, la ambición de sus rivales. El cartel de los Beltrán Leyva disputa el negocio en sitios como Acapulco, Mazatlán y Tepic, en la zona del Pacífico.

Según un recuento del diario La Jornada, hubo más de 140 asesinatos en Sinaloa desde que empezó el año por la guerra entre los grupos internos.

Al mismo tiempo, en operativos de fuerzas de seguridad fueron ultimados 16 miembros de los Beltrán Leyva en Tepic, estado de Nayarit, el jueves y viernes. Uno de los muertos es el líder regional del grupo, Juan Francisco Patrón Sánchez, el H2, que antes formaba parte del cartel de Sinaloa.

La violencia se disparó con el debilitamiento de el Chapo a partir de enero del 2016, cuando fue detenido por tercera vez, después de dos fugas, en el 2001 y el 2015. Las autoridades lo aislaron por completo y dieron luz verde a la extradición.

El reino quedó sin rey y la corona sin dueño. En junio, cinco meses después de la captura de el Chapo, hubo una primera señal: fue saqueada la casa de su madre en el pueblo serrano de La Tuna de Badiraguato, en Sinaloa.

En agosto fueron secuestrados y luego liberados dos de los hijos de el Chapo, Jesús Alfredo Guzmán Salazar e Iván Archivaldo Guzmán.

Esta semana, en una carta difundida por medios locales cuya autenticidad no es posible confirmar, supuestamente los hijos de Guzmán acusaron a la facción de Dámaso López de aquel secuestro y de un intento de asesinarlos en una celada el 4 de febrero.

En junio, cinco meses después de la captura de el Chapo, hubo una primera señal: fue saqueada la casa de su madre en el pueblo serrano de La Tuna de Badiraguato, en Sinaloa.

Ismael el Mayo Zambada, jefe de otra parte del cartel y compadre de el Chapo, estaría tratando de mediar entre los grupos.

“Antes de la detención del Chapo Guzmán, todo estaba en forma equilibrada”, dijo hace unos meses Alfonso Duarte Múgica, el general a cargo de los militares desplegados en Sinaloa y Durango, citado por la revista Riodoce.

“Los que se dedicaban a sembrar y cosechar estos enervantes ya sabían a quién tenían que entregar la droga y recibir el recurso económico. Ahora con toda esta desestabilización que hay, se están generando amenazas en contra de aquellos grupos que se resisten al nuevo control”, agregó, al explicar la violencia en la sierra de Badiraguato.

La rueda del narcotráfico mexicano sigue girando después de 10 años de lucha contra los cárteles de la droga, pese a capturas y extradiciones.

Por etapas en algunas épocas toman protagonismo unos grupos y después otros. Los Zetas y el cartel del Golfo, que coparon la atención hace unos años, están de momento en un segundo plano, aunque siguen operando.

Ahora, la violencia golpea los antiguos dominios de el Chapo.

Disputa

En tanto, el ministro mexicano de Defensa, Salvador Cienfuegos, dijo el sábado último que el repunte de violencia que vive el noroccidental estado de Sinaloa se explica por una disputa interna por el control del cartel de Sinaloa tras la extradición a Estados Unidos del capo Joaquín el Chapo Guzmán.

“Yo creo que es la gente de lo que se conoce como cartel del Pacífico (o de Sinaloa), y que en la ausencia de su líder se están peleando a ver quién se puede hacer cargo de la organización”, afirmó el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional a los medios tras un encuentro con autoridades del estado de Sinaloa.

“El problema que se está dando es entre ellos”, estimó el general.

El estado experimentó durante las últimas semanas fuertes episodios de violencia.

Por etapas en algunas épocas toman protagonismo unos grupos y después otros. Los Zetas y el cartel del Golfo, que coparon la atención hace unos años, están de momento en un segundo plano, aunque siguen operando. Ahora, la violencia golpea los antiguos dominios de el Chapo.

Una de las jornadas críticas fue la del pasado miércoles, cuando 12 personas perdieron la vida, entre ellas un marino, en dos enfrentamientos armados.

Cienfuegos acudió a Culiacán para reunirse con el gobernador del estado, Quirino Ordaz, y con funcionarios locales y federales, “con la idea de hacer una revisión de los últimos acontecimientos y qué es lo que hay que hacer”.

Anunció que la Sedena va a reforzar la seguridad del estado con más efectivos y reorganizará los ya existentes en la región “para atender los puntos en los que los problemas han crecido”.

Ordaz, quien solo lleva un mes en el cargo, aseguró esta semana que está trabajando para combatir la inseguridad en la región.

“Se están relevando los mandos, están fortaleciéndose las corporaciones. Esto conlleva tiempo, no se nos ha salido la violencia de control”, defendió el gobernador.

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