SI ME PERMITE

A ser soñador se aprende

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“Un deseo ardiente de ser y hacer es el punto inicial desde el que el soñador debe lanzarse. Los sueños no están hechos de indiferencia, pereza ni falta de ambición”. Napoleón Hill

No es extraño que los que viven sus años de adolescencia y también los que están en su juventud estén soñando con los ojos abiertos y que alguien próximo les llame la atención. Lo mejor es orientar y guiar para que esa etapa de la vida pueda ser formativa, para que lo que se sueñe sea el inicio de los desafíos para la formación necesaria y entonces los sueños lleguen a ser realidad.

No obstante, en cada etapa de la vida que como individuos necesitamos cultivar el soñar, y en algún punto se debe aprender, para luego cultivarse. Esto ayudaría para que, sin importar dónde nos encontremos, no nos sintamos en callejones sin salida, sino más bien que la adversidad sea un punto de desafío. Posiblemente a través de los sueños encontremos el camino para iniciar una carrera que puede cambiar el destino de la vida.

Tristemente, en nuestro medio somos muy ligeros en compartir los sueños, y si no somos causa de ridículos, pudiera ser que se nos ignore. Si tenemos la habilidad de soñar, esto es algo personal y debiera ser una máquina que nos dé el empuje necesario hasta llegar a la cima que aspiramos.

Muchas de las profesiones que escogemos o para las que nos preparamos requieren hacer el espacio necesario para soñar, así como quien está ocupado en la construcción y no puede visualizar lo que quiere hacer en el terreno, posiblemente querrá salir de esa tarea anegada por la monotonía y el cansancio. Pero al soñar, el cansancio se pierde con tal de alcanzar la meta que se ha trazado.

Lo anterior es igual para los padres que crían a sus hijos o el maestro que tiene el grupo de estudiantes: dentro de la rutina de la tarea que le toca desempeñar, debería soñar dónde quiere ver a ese infante, y aunque el candidato no llegue a ser lo que el padre o maestro soñó, la vivencia tuvo lo suficiente para incentivar al individuo a no ser uno más, sino ser el que hace la diferencia en el montón.

Es común escuchar a quienes comentan que la realidad que viven y las limitaciones a las cuales están sometidos no les permiten soñar, la realidad es exactamente esa, pero es la misma ausencia y la dificultad donde el soñador puede romper todos los pronósticos y alcanzar lo que nadie pensó que fuera posible. Varios hablan mucho de sus sueños, y la verdad es lo único que hacen, cuando deberían más bien surcar sus horizontes para ver dónde pueden hacer realidad el sueño.

La historia está llena de aquellos seres humanos que emprendieron proyectos y esfuerzos, los cuales, cuando los propulsaron, lo único que cosecharon al inicio fueron burlas y ridículos o bien, en los mejores de los casos, un silencio de incredulidad, pero la historia es fiel en registrar sus logros a pesar de sus contemporáneos y lo que ellos pensaron.

Cada uno de nosotros podemos definir qué queremos ser: si uno más de los seres que está poblando este universo y resignarnos a hacer lo que el resto nos deja hacer y evitar la presión de nuestros contemporáneos o bien, sin pelear con nuestro medio, decidimos no conformarnos, no para protestar, sino más bien para soñar por dónde podemos cambiar el destino que la vida nos ofrece hacer.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.