LA BUENA NOTICIAPermanezcan alerta

GONZALO DE VILLA

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Comienza hoy el Adviento y con él el año litúrgico.

El Adviento es el tiempo nuevo con el que comenzamos a prepararnos para la Navidad pero, sobre todo, para la Pascua.

En medio ya de los preparativos navideños que la publicidad se encarga de recordarnos a cada instante, la llegada del Adviento nos señala que hemos de prepararnos a ese encuentro con Jesús Niño en que la salvación de Dios llega al mundo de manera definitiva.

Es tiempo de alegría y no de duelo y por ello es tiempo de esperanza que se intensifica con cada día en que nos adentramos en el Adviento.

Hoy, en el primer domingo de Adviento, comienza el año litúrgico en que el evangelista Marcos será nuestro guía y acompañante principal.

El texto de hoy es el de una parábola, la de un hombre viajero, que deja su casa, asigna tareas y delimita responsabilidades entre todos los de su casa pero no dice cuándo regresará.

Hay que estar entonces preparados para cualquier momento en que ese regreso ocurra.

El evangelio del domingo pasado, el del juicio de las naciones, puede servirnos muy bien como guía para saber en qué consiste estar preparados.

Estar alerta, estar preparados, estar en vela son expresiones que se repiten en el evangelio y que, en general, siempre apuntan a subrayar una misma preocupación. No sabemos cuándo llegará el Señor pero sí sabemos de la cortedad de nuestra vida y de que darle consistencia cristiana a ella requiere de esfuerzos cotidianos.

Esfuerzos en solidaridad, esfuerzos en generosidad, esfuerzos, sobre todo, en nuestra disposición de amar a los semejantes y mostrarlo de manera práctica.

Al caer de la tarde seremos examinados en el amor. Y cuando hay amor los esfuerzos resultan fáciles mientras que cuando éste falta, los esfuerzos carecen de motivación para permanecer.

La Navidad se acerca y este tiempo de adviento nos invita a prepararnos a ella. Pensemos entonces en lo que la segunda lectura de hoy nos indica al final: Dios es quien nos ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo y Dios es fiel.

Por mucho que nuestra vida contenga lejanía del plan de Dios y pecado, lo cierto es que Dios es fiel, fiel a su palabra, fiel a su amor para los hombres, fiel a su plan de salvación, fiel a haber apostado definitivamente a que sea desde la carne humana donde nos llegue la salvación.

La Encarnación y su misterio que también se nos pone a consideración en Navidad es la belleza inmarcesible de un Dios que se baja para redimir a los de abajo desde abajo.

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