Iba en carretera cuando me enteré de lo que te había pasado. Nos saludamos apenas una semana antes en el funeral del expresidente Colom. Estabas contento, por el inicio de una nueva etapa en tu vida personal y también por el despliegue de tus talentos en la comunicación y la estrategia política, haciendo lo que te apasionaba para un fin todavía más importante para ti que la mera satisfacción personal o profesional: intentar que la política y la democracia fueran los vehículos para el cambio social y económico de Guatemala a favor del bienestar de las mayorías y no solo de unos pocos. A eso dedicaste tu vida, esa fue tu misión, nunca lo dudaste.

Fuiste parte de una generación a la que le ha tocado intentar construir un sistema político más democrático y robusto. Es en esa convergencia entre democracia y desarrollo que nos conocimos y se fraguó el respeto y el aprecio mutuo hace ya más de 20 años. Estabas totalmente convencido de que siempre hay que elegir la fórmula que conjuga democracia, desarrollo y derechos humanos. ¡Ténganlo en mente este año por favor!

Tu rol estratégico como vocero y comunicador de gobierno entre 2008 y 2012 te dio una exposición mediática enorme por la cual también te dieron mucho, pero mucho palo, aunque nunca dejaste que te afectara. Nunca dejaste de ser el patojo sencillo que miraba de frente y decía las cosas como son y como las veía. Tus videos que circulan en redes atestiguan que no exagero. Combinaste talento, comunicación y convicción para seguir llegando a mucha gente. El enfoque fresco e institucional que imprimiste a la comunicación se tradujo en un sistema de información pública abierto a la gente y dispuesto a escuchar, no solo a divulgar propaganda oficial. La Agencia Guatemalteca de Noticias se inició en tu gestión y perdura a la fecha; los cambios que impulsaste en el Diario de Centro América y la TGW para recuperar su rol de medios para la información, la comunicación y la cultura tampoco se olvida.

En lo personal, siempre agradeceré la bandera de los 4 Pueblos ondeando en el Palacio a la par de la Bandera Nacional, símbolo del reconocimiento y respeto a la multiculturalidad, a la pluralidad que es nuestro país. Sobre todo, te agradezco la labor que hizo la Secretaría con el Ministerio de Cultura para traer el famoso mural que hiciera para el pueblo de Guatemala el gran mexicano Diego Rivera, ese que pintara para que quedara constancia ante el mundo del horror del golpe de Estado que acabó en 1954 con la incipiente democratización; ese retroceso que, tal rueda de Sísifo, vivimos ahora nuevamente. Nunca imaginé ver ese mural físicamente en nuestro país ni a tanta gente ávida por conocerlo y recordar su dura historia.

Ronaldo Robles, lo tuyo era el compromiso político y el usar la comunicación para que muchos más lo entendiéramos. Además, eras cae bien y buena gente. Las largas filas de personas que llegaron a despedirse de ti el domingo 5 de febrero lo atestiguan; gente que te acompañó hasta tu última morada. Intensas y vívidas palabras de tantos y tantas que se pronunciaron esa tarde revelaron a mis ojos y oídos cuan apreciado fuiste; a cuánta gente inspiraste y le diste la mano para que desplegara sus propios talentos en el campo de la comunicación. Fue lindo y triste a la vez ver a todos los “Peludos” rindiéndote homenaje; despidiéndose; gran consuelo para tu señora madre, a quién en medio de tan grande pérdida, además de mis condolencias, le externo mi admiración por su serenidad, por la entereza espiritual que ha mostrado en medio de tan difíciles circunstancias. Vuela libre, hacia la luz, querido Peludo. Descansa en paz porque acá dejaste muchos que recogerán tu estafeta.