La emergencia global generada por la crisis sanitaria, que parece estar ya disminuyendo en varios países, dejando a la globalización y las organizaciones internacionales con señales de quedar muy golpeadas.

Es difícil que alguna persona normal se habría imaginado hace tan solo unos meses lo que se nos vendría encima este año, que el planeta podría ser paralizado, enviando a casi todas las personas a casa alrededor del planeta de la forma que la hemos vivido, salvo alguna mente maquiavélica. Estimulando el trabajo en línea, por un virus que preocupa tanto a gobiernos, expertos, como al público en general, por su rápido contagio, matando a cientos de miles de personas.

Muchas personas creen que esta es una excelente oportunidad para construir una economía diferente, una en que las finanzas y las acciones impulsen hacia empleos sostenibles, el crecimiento verde y una forma distinta de vida. El filósofo danés Søren Kierkegaard acertadamente dijo: “La vida solo puede entenderse mirando hacia atrás, pero debe vivirse hacia adelante”.

Vivir estos tiempos inusuales y difíciles invita a una seria reflexión, filosofando sobre cuestiones importantes y existenciales, donde una gran mayoría nos hacemos preguntas fundamentales de cómo superaremos esto. ¿Cómo será el mundo después del covid-19? ¿Seremos capaces de volver a una situación de normalidad como la que teníamos antes? Cambiará esta crisis las costumbres diarias y el consumo actual de los hogares? O, el mundo económico y sus relaciones sociales, comerciales y culturales, sufrirán grandes cambios con transformaciones importantes?

Uno de los desafíos de esta enseñanza, de ahora en adelante, podría ser que las empresas se vean forzadas para generar ambientes de trabajo con más seguridad para los trabajadores, sobre todo, en el nivel sanitario. Así también el sector del turismo y los viajes es posible que sea una de las industrias que más demore en recuperarse, especialmente, la organización de convenciones, congresos, capacitaciones y otros eventos corporativos, que muchas dejarán de ser presenciales y que mutarán de reuniones cotidianas a videoconferencias en las organizaciones, para sostener el distanciamiento físico. Como también el transporte público en horas pico, para evitar aglomeraciones en el traslado de las personas.

Ante la crisis sanitaria mundial, lo que el capitalismo logró neutralizar con la apertura de los mercados, que ahora se muestra frágil, no obstante, la solución no está en el proteccionismo, sino en implementar más liberalismo, consiguiendo, entre otros, un cooperativismo cohesionado, justo y en igualdad de condiciones. La libertad que propone un sistema integrado y global es el mejor motor de crecimiento que puede tener la economía.

En este momento, cuando aún se está en plena batalla combatiendo la infección, es todavía muy pronto para definir con certeza cuál será la situación final a nivel mundial tras la pandemia y esbozar claramente las reales consecuencias sobre un amplio espectro de la sociedad y las relaciones mundiales tras el paso de la epidemia.

En general, parte del sector productivo internacional ya estaba, aun antes del coronavirus, cambiando a un ritmo cada vez más veloz, impulsando y experimentando con una tendencia a trabajar a distancia, mientras que el covid-19, sorpresivamente, fuerza a empresas y organizaciones a imponer políticas de trabajo remoto en un mundo que cada vez más proscribe el contacto físico.

La crisis del coronavirus puede resultar en un punto de inflexión para la transformación digital del lugar de trabajo, que parece casi imposible que se vuelva a regresar, como si nada hubiera pasado una vez que la emergencia sanitaria haya terminado.