Antigua Guatemala viene arrastrando una serie de eventos que no han dejado estabilizar su estructura arquitectónica y urbana. Empezó con la serie de hechos telúricos conocidos desde la colonia española. La primera ubicación de la Antigua fue en las faldas del Volcán de Agua, cerca de los volcanes de Acatenango y Fuego, siendo arrasada después de varios días de lluvia, cuando hubo un gran deslave que destruyó a este pequeño asentamiento, llamado ahora Ciudad Vieja. A consecuencia de esta tragedia, la capital fue trasladada en 1524 al Valle de Panchoy, fundándose la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, hoy: Antigua Guatemala.

En 1581, con la erupción del Volcán de Fuego, hasta 1932 junto a los terremotos, que fueron en parte responsables de la destrucción de la ciudad, desde el siglo XVI, en que hubo severos terremotos. Y en el siglo XX otros: 1917-18 y 1945, 1962 y 1976.

Como el templo y el convento de San Francisco, el cual sufrió daños considerables por el terremoto ocurrido en 1773. En la actualidad, el templo se encuentra parcialmente reconstruido, pero el convento está en ruinas al igual que otras edificaciones. En esa época, el dominio de la Iglesia Católica sobre los vasallos de la corona española era absoluto, y esto hizo que “cualquier desastre natural fuera considerado como un castigo divino”. El arquitecto mayor Diego de Porras llegó a afirmar que los terremotos eran causados por las “reventazones del volcán”. (WP)

Con el apoyo del Infom y terminando mis estudios de Arquitectura trabajé como auxiliar de los profesionales Ing. Marco Antonio Cuevas (QEPD) y el Arq. Federico Fahsen, en el Plan Regulador de la Antigua 1967. Empezamos por recorrer Antigua Guatemala y analizar el uso del suelo, y encontramos que se había abandonado, con muchos monumentos históricos arquitectónicos destruidos, los cuales estaban ocupados por inmigrantes marginales rurales que los usaban como residencia urbana. El objetivo del Plan Regulador fue rescatar la ciudad y planificar su futuro, pues al no hacerlo se pondría la declaración “ciudad histórica en riesgo”. Esta experiencia me llevó a desarrollar mi tesis de graduación sobre La vivienda en la Antigua, a la cual le faltó al plan regulador en detalle.

Mientras, la Universidad de San Carlos contrató al arquitecto Verle Annis, catedrático emérito de la Universidad del Sur de California, quien efectuó un excelente trabajo en 1968 sobre Antigua: Guatemala 1543-1778, trabajo de altos quilates, que llevó una investigación gráfica con fotos y trazos que abarcaba, tanto edificios en sus volúmenes, como sus plantas. Es una obra de arte que sirvió para ver Antigua en su verdadera dimensión y el por qué había que protegerla.

Tuve el honor de conocer al arquitecto Annis, me dejó una muestra de los grandes problemas que existían en Antigua con su arquitectura y urbanismo histórico, como su conservación. Esa que actualmente en su periferia es caracterizada por ser un espacio intermedio entre lo rural y lo urbano con una arquitectura copy paste en condominios cerrados, una zona de explotación económica, que aparentemente se pretende proyectar a la zona histórica con proyectos como el Paseo Antigua.

Todas estas situaciones negativas han sido, en parte, producto de los sismos. Pero el de los humanos ha sido peor. Así es esta triste historia del final de Antigua colonial. Mi colega Arq. José María Magaña, en su columna del 29 de febrero (PL), narró este desastre urbano arquitectónico que está sufriendo la ciudad y a la que tanto costó declarar Patrimonio Cultural de la Humanidad, por la Unesco.