Este pasado fin de semana estuvimos con mi esposa y unos amigos en el Irtra de Retalhuleu. Trajo a mi memoria las vivencias de hace 17 años, cuando asistimos a la inauguración del parque Xocomil.

La misma impresión de excelencia tuve el sábado pasado cuando caminé, desde el área de hostales al nuevo parque Xejuyup. A un lado se encuentra el Hostal de la Selva, todo un desarrollo urbano campestre muy atractivo, con diversos diseños de cabañas, suites, carpas y carretas para pernoctar.

Quise reservar una de las preciosas cabañas construidas sobre árboles con varias semanas de anticipación, pero estaba completamente reservado.

Nace de una idea soñada por Cayo Castillo y la Junta Directiva, hace unos años. Me la explicó en detalle mientras caminábamos a caballo por una gran extensión de potreros y arboledas densas. “Aquí habrá un aviario gigante con todo tipo pájaros; allá una laguna; por aquí haremos senderos ecológicos; la idea es que los visitantes respiren naturaleza, pero dentro de un diseño de parque de atracciones” —me compartía mientras cabalgábamos.

Varios años después, aquí estoy, ante el sueño transformado en realidad. La misma impresión de orden, atención y servicio que caracteriza al Irtra se percibe en el nuevo parque. El entorno natural es impactante, tanto por su belleza escénica —y tal como lo visualizó Cayo Castillo— por las impresionantes atracciones que ofrece: el aviario más grande Centroamérica —para observar pájaros de diversas especies. La Laguna de Flamencos, la Laguna de Pesca, donde puedes pescar; la Isla de Monos, el Área para paseos a caballo, toboganes secos gigantes de 85 metros de largo, canopy, senderos ecológicos, rapel, circuitos de cuerdas altas, show hípico y, para los chiquitines, La Granjita y el Huerto de Toronjil.

Escribí una columna hace 19 años, para la inauguración del parque Xocomil, titulada Si Guatemala fuera como el Irtra. Reitero hoy lo que escribí entonces, que: “Pocas veces el destino nos obsequia la oportunidad de percibir la Guatemala con la que todos soñamos de una manera tan espectacular, como en el Irtra. Una Guatemala unida, incluyente, ordenada, respetuosa, honesta y, ante todo, feliz. Y que cuán impactante es percibir cada una de esas cualidades en todo el esplendor de su realidad, en este proyecto único y trascendente llamado cariñosamente desde hace más de medio siglo por los empresarios y los trabajadores como “el Irtra”.

“El Instituto de Recreación de los Trabajadores de la Empresa Privada de Guatemala es un proyecto que en sí mismo es un tapaboca para los rojillos acérrimos, de cuya negra nube mental siempre han brotado juramentos negativos confesando como una imposibilidad la relación armónica y de mutuo beneficio entre empresarios y trabajadores. Y es que ahí está el Irtra, en toda su majestuosidad, como la prueba irrefutable de su éxito: casi seis décadas continuas de servicio cumplidas con tanto acierto que su brillo hasta ha traspasado las fronteras para ser tomado como ejemplo”.

Hoy nos encontramos frente a un proceso electoral, en donde se juega el destino de Guatemala. Las mismas fuerzas dentro del conflicto este oeste que quisieron tomar al país demonizando al empresario con la causa revolucionaria siguen empeñadas en instalar su shangrila ideológico: su propia concepción de la propiedad privada. Su propia visión de un sistema de justicia selectiva. Sus propias visiones para revolucionar el agro. Su propio sistema fiscal para financiarlo con los impuestos del sector productivo para convertirlo en improductivo. Y en contra de las lecciones históricas, promocionando diversas nacionalizaciones que, aunque pajas ilusorias sean, suena bien para terminar de defecarse en el país.

No deberíamos esperar a la segunda vuelta para hacer como los bisontes cuando cierran filas…