El 5 de junio se celebró silenciosamente el Día Mundial del Medioambiente, que simultáneamente es el Día Internacional de la Lucha contra la Pesca Ilegal, y todo en medio de la pandemia. No pudimos ni sensibilizar a la población, pues el foco de atención sigue siendo el coronavirus. Por ende, pareciera que al medioambiente lo hemos dejado en segundo plano, aunque por el confinamiento vemos perplejos cómo se recupera la Tierra.

Con la salud en juego y los medios de vida de miles de millones de personas en riesgo por el covid-19, muchos gobiernos de todo el mundo están preparando paquetes con medidas de salud junto a la conservación del medioambiente y están destinando sus finanzas a una magnitud que antes se consideraba impensable. Si no reconocemos que la salud y el medioambiente van de la mano y hacemos cambios dramáticos, es probable que los paquetes de recuperación sin estos factores lleguen a provocar otra crisis mucho mayor.

El universo nos está dejando ver que ya es hora de hacer cambios, y tomar la oportunidad de ser mejores, de reconstruir el futuro de forma diferente, de cambiar paradigmas y hacer de nuestro entorno un mejor lugar para vivir.

Comparto con Uds. un poema que escribió mi hermano Henry Joshua Nicol desde Colorado. Con su consentimiento lo comparto, pues es parte de un libro de cien poemas que pronto estará a la venta. Él puntualiza un cambio drástico que debemos hacer para estos difíciles tiempos. Las guerras que menciona podrían ser las convencionales o con los virus, o bien guerras contra el medioambiente y la marea quizás esté relacionada con el cambio climático. El poema dice así:

“En la Costa del Tiempo. Mis huellas en la costa del tiempo, hacen un testado al mundo a ser más buenos- a expresar más amor con gratitud, y desterrar el odio, el miedo, y lo feudal- y si el mundo no responde, en el verano, e invierno, y primavera u otoño, en mi testado de vivir en paz, y detener todas las guerras en la brisa eternal- entonces nunca den su espalda a otros tiempos, ni vean en vano el subir de la marea- la subida de la marea que marca la tumba- pero vean en vez más allá de las olas- a las corrientes de la luz donde moran las estrellas- donde vive la esperanza y trae la marea- de paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad, y susurra a los corazones”.

En el 2020 pensé que habría más respeto al planeta, y que seríamos más compasivos. Pero no ha sucedido. Estados Unidos se encuentra convulsionado en una gran batalla por el asesinato de George Floyd. En Guatemala se nos dejó venir una gran tormenta, al igual que en México, con la tormenta tropical Cristóbal, todo en medio del coronavirus.

Haremos un salto cuántico cuando haya más equidad y justicia para todos y cuando evidenciemos el beneficio que nos traen los recursos naturales, los bosques y las áreas protegidas. ¿Somos nosotros acaso los que estamos propiciando estos males por odios o por falta de respeto al planeta o de amor a la humanidad entera?

Pronto se abrirá Guatemala y estaremos de vuelta en las actividades cotidianas. Sin embargo, los parques y gimnasios deben abrirse desde ya, de forma controlada, pues no hay peor mal para una persona enferma o para un adulto mayor que el no poder salir a caminar o hacer ejercicio, recibir el sol y el aire puro, siempre manteniendo el distanciamiento social y el uso de la mascarilla.

Es cosa de sopesar día a día qué cambios se harán efectivos, pero en los nuevos planes de gobierno deben tomar en cuenta las bondades que ofrece la naturaleza, que es parte de la atracción al turismo que reditúa en millones de dólares a Guatemala. Feliz día del Medioambiente.