Aunque no lo crea, en medio del embate negativo de la economía mundial, dos áreas locales son favorables al crecimiento. Una expresa el cariño de los emigrados a EUA. Apenas arriban a sus trabajos y ya envían fondos a sus familiares. Los contrataron aquí y pudieron viajar con una seguridad muy cuestionable, pero alcanzaron su destino. Les esperaba una plaza laboral en un oficio industrial, una habitación y orientación para sobrevivir. Se trata de un área gris, cuyo negocio se controla por una mafia migratoria.
Pero hay otras situaciones difíciles, para quienes viajan por llamado de parientes.
Algunos, sobre todo adolescentes menores de edad, lo hacen en condiciones sórdidas.

Un ejemplo es el transporte en un furgón por camioneros drogados que terminó en la muerte de medio centenar de migrantes, el pasado 27 de junio del corriente. Estas tragedias se evitan si se aligeran los draconianos requisitos migratorios. En eso debiese ocuparse Kamala Harris, en lugar de ofrecer consejos a un testarudo sobre nombramientos de jueces y fiscales.

En el primer semestre de 2022 se recibieron US$8,711 millones, un aumento de 25% frente al mismo período del año anterior. Es el renglón de ingreso de divisas más alto del país. La marcha al norte es indetenible y dada la determinación de ganarse la vida honradamente, crece el número de trabajadores del llamado Triángulo Norte. En caso de ser deportados, les será muy difícil recobrar sus ahorros. Un paliativo es enviar una parte del ingreso a sus familias en el país. Conocida es la bajeza de los bancos norteamericanos de trasladar los fondos personales sin movimiento a cuentas de los gobiernos estatales; sobre todo cuando el titular tiene apellidos latinos.

El último informe nacional de desarrollo humano del PNUD resalta la falta de acción por parte del gobierno para potenciar los lugares donde se recibe estos envíos. A su juicio, hay mejoras, pero sin cambio estructural. Bien haría en explicar su anhelo estructuralista. Por el contrario, es obvio el carácter dinamizador de toda la economía nacional, al incrementarse el nivel de compra en amplios grupos de población que, sin las remesas, no podría ocurrir.

Otra área consiste en el fomento de la producción de aceites comestibles, por buenas decisiones de empresarios agrícolas. En los próximos años, mientras continúen los efectos de la guerra en Ucrania, ante la caída de la producción del aceite de girasol, subirá la demanda de las demás grasas. El país invadido por Putin produce el 54% de la exportación mundial. Fuera del ansiado fin de las acciones bélicas, en el mediano plazo, no podrá recuperarse la disponibilidad de ese producto en el mercado internacional. La vilipendiada siembra de palma africana y su aceitoso fruto incrementa ingreso de divisas y de tributación. Si estos capitalistas son inteligentes, como cuando escogieron dedicarse a esa actividad, sus ganancias extraordinarias debieran convertirse en inversión interna. Ya se verá si vencen su natural egoísmo y cortedad de miras sociales.

Debe controlarse a los políticos interesados en fomentar desórdenes para conseguir dividendos en sus aspiraciones y candidaturas. Igualmente, mantener a raya al crimen organizado. Así, las consecuencias negativas del entorno internacional se aligerarán.
También se necesita atender las advertencias y consejos de economistas, por los responsables en la toma de decisiones. Una mala política económica es mejor que ninguna. De esa cuenta, el país podrá navegar en las turbulentas aguas de la economía mundial, al menos con dos salvavidas.