El eclipse ocurrido en medio del solsticio, en el lejano oriente, se conoce como anillo de fuego. Tal evento celeste pareciera que tiene su correlato en el Caribe. En efecto, la situación se complica por el forcejeo de EUA con Venezuela. Los anuncios tremebundos se dirigen desde una guerra de alta intensidad hasta el rompimiento del régimen interno, seriamente desordenado por una rebelión cívica incruenta hasta la fecha.

La situación no podía estar peor. La autoproclamación presidencial de Juan Guaidó ha sido enfrentada por Nicolás Maduro, a través de reorganizar el poder electoral y cambio autoritario de juntas directivas de partidos. El régimen tiene dificultades en mantener servicios como la electricidad, el agua, o abastecer gasolina. La salida electoral se rechaza bajo el argumento de existir una clientela de dos millones de hogares. Un millón contratado como milicianos y otro millón recibiendo cajas de alimentos o claps, a cambio de votos.

A ciertos mandos del Ejército se les acusa de formar el cartel de los soles. El nombre es por la insignia del sol, portada por Generales. En 1990, un jefe del cartel de Cali, Colombia, Rodrigo Orihuela, pactó con Ramón Guillén Dávila, jefe antidrogas de la Guardia Nacional, el envío de 3,500 kilos de droga. Los primeros 750 fueron incautados en Detroit, Míchigan, a instancias de un activo fiscal.

En ese cargamento colaboraban la jefa de la DEA, Anabel Green, y su segunda, Hilda Cerna, trabajadoras de la embajada de EUA. La primera aceptó participar cuando le montaron una operación de espionaje donde la grabaron con su novia de Aruba, en una habitación del edificio Pirámide Prados del Este, en Caracas. En el envío también aparece comprometido un agente de la CIA, de apellido MacFarlan. En respuesta, Rodrigo Orihuela entregó dos mil kilos adicionales para suplir la intercepción. El negocio siguió. Había nacido el cartel de los soles.

Al general Hugo Carvajal Barrios, el Pollo, se le acusó de dirigir esas operaciones con redes colombianas. En 2014, al arribar a Aruba como cónsul, fue detenido. Luego de un complicado conflicto diplomático, fue liberado; pero los Países Bajos lo declararon non grato. En 2018 residía en España y se declaró favorable a Juan Guaidó. En 2019 fue detenido y puesto en libertad; posteriormente desapareció. Atrás ha quedado una cauda de cadáveres que van desde un acusado colombiano por narcotráfico, Wilber Varela, alias Jabón, en un hotel de Mérida, Venezuela; hasta un exdirectivo de PDVSA, la petrolera venezolana, ahorcado en Madrid: Juan Carlos Márquez, acusado de blanqueo de capitales. Mientras tanto, se sindica al expresidente español Zapatero de colaborar en ello. Se denuncia a su exembajador en Venezuela, Raúl Modoro, de poseer al menos €3.8 millones en cuentas suizas. Además, su esposa, un ama de casa, cuenta con depósitos por €6.4 millones, y su hijo, por el estilo. El arresto reciente de un colombiano de familia libanesa, Alex Saab, acusado de contrabando de oro, en las islas africanas de Cabo Verde, afecta la probidad de Maduro mismo.

En los próximos meses, la promoción “Tomás Montilla” de oficiales del ejército venezolano pasará a retiro. Esa oficialidad controla los cargos fundamentales del ejército y se acusa a Diosdado Cabello, miembro de esa promoción pero dado de baja como teniente, de administrar premios con dinero negro para garantizar la adhesión a Maduro. La resolución de la crisis venezolana no parece fácil ni incruenta, pero si llega la paz, será una nueva oportunidad de conseguir mayor interrelación en todo el Caribe.