IMAGEN ES PERCEPCIÓN

El lado oscuro de las redes sociales

|

El Día de las Redes Sociales se celebró ayer 30 de junio, una cita perfecta para poner sobre la mesa temas importantes sobre este medio de comunicación masivo que ha venido a revolucionar la manera de transmitir mensajes, que además forman parte de nuestro diario vivir.

Las redes sociales evocan la socialización, el compartir, el intercambio de información y pensamientos. Sin embargo, hay que tener en cuenta la otra cara de la moneda. Insultos, bullying y acoso, que proviene de personas escondidas detrás de una pantalla, que se sienten muy valientes para degradar, verter toda su ira y frustraciones, muchas veces tras un perfil falso.

Estamos ante una especie de despersonalización en las social media, tanto así que muchos de estos agresores virtuales, frente a un teclado son unos lobos, pero en la vida real se presentan como ovejas, aparentemente inofensivos, educados e incapaces de agredir a nadie.

Lidiar con comentarios inapropiados o de odio en Facebook, Instagram o Twitter no es nada fácil. Los actores, políticos e influencers son el blanco favorito de estos haters. Esta palabra es un sustantivo del inglés y se puede traducir como “odiador, envidioso o aborrecedor”. Cualquiera puede estar en un momento determinado en la mira de un hater. Por una foto, un chiste, un comentario sacado de contexto o un sentimiento mal expresado que se hace viral en un momento determinado y hace arder las redes sociales con insultos.

El hater busca un chivo expiatorio y lo encuentra en lo poderoso, en lo bello, en lo famoso, o al menos en el que considera mejor que él. Y aunque estas personas se esconden en el anonimato, ningún comportamiento agresivo o incluso amenazante puede justificarse, ni de manera presencial, mucho menos virtual. Esto se llama cobardía, y los odiadores son, a menudo, víctimas de sí mismos, de su propia fragilidad y de la falta de empatía.

' Las amenazas e insultos a través de las redes sociales son solo algunos de los comportamientos expresivos del infame ciberacoso.

Brenda Sanchinelli

Las ofensas son virtuales, pero la sensación de fragilidad y miedo que provocan a los agredidos es concreta, fuerte y lacerante. Al punto de que muchas personas terminan quitándose la vida por este tipo de acoso cibernético.

Este es un fenómeno en constante aumento del que las mujeres y los niños son a menudo las víctimas más sensibles, directamente o a través de las páginas sociales de familiares y amigos. El asedio psicológico online es un grave fenómeno que afecta profundamente al equilibrio y la serenidad de la víctima, y la hace incapaz de llevar una vida normal. Tanto es así que algunos tienen que alterar sus hábitos de vida.

La libertad de expresión también tiene sus límites, y estos son cuando se agrede y lastima a otras personas, ya que en las plataformas sociales se aplican las mismas reglas que en la vida real: el respeto, el sentido común y la moderación. Al menos en el uso de palabras que pueden emplearse hasta el punto de la crítica, incluso duras, pero nunca pueden convertirse en abuso, mucho menos palabras soeces.

La responsabilidad de esta aberración de la libertad de expresión es de los propios administradores de las redes sociales, quienes, de inicio, deberían bloquear todos los perfiles falsos. Hacer obligatorio que las personas se registren con un pasaporte o DPI con chip y nombre completo. Esto haría imposible cualquier anonimato en estos medios.
El administrador debe ser capaz de operar un control preventivo, sobre todo en el contenido que los usuarios introducen en la red. Otro recurso es que para ingresar a estas redes se firme un contrato de compromiso de respeto.

Muchos países ya están legislando para tipificar como delitos penales los insultos, bullying y acoso cibernético. Y en Guatemala no nos vendría mal que el Congreso hiciera algo al respecto.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.