Fake news fue el término más utilizado en el mundo periodístico en el 2017. Mark Zuckerberg rechazó la incidencia de las noticias falsas de Facebook en las elecciones presidenciales norteamericanas, y, en diciembre, Donald Trump nominó sarcásticamente las noticias más falsas en el primer año de su mandato. Fue así como el término alcanzó notoriedad a nivel global.

Uno de los primeros casos data del año 30 a. C., cuando el gobernante Marco Antonio conoció a Cleopatra. Su rival por el poder en Roma, Octavio –quien luego se convirtió en el primer emperador romano— lanzó una campaña para dañar su reputación usando frases cortas e injuriosas en monedas —casi como un antiguo, primitivo y eficiente tuit— para hacer creer que Marco Antonio era un títere de Cleopatra. “Así lo despojó del poder”, reportan Julie Posetti y Alice Matthews, en el módulo de aprendizaje para periodistas “Una breve guía de la historia de las ‘noticias falsas’ y la desinformación”, Unesco, 2018.

El Foro Económico Mundial sitúa la desinformación como uno de los principales riesgos para nuestra sociedad. Las noticias falsas no buscan difundir la verdad sino impactar generando controversia, confusión o promoción de determinada agenda. Una noticia falsa mantiene en secreto información relevante sobre un evento, buscando desfigurar una narrativa y así influir en las percepciones de las personas. Resalta perspectivas o ideas para generar polarización entre puntos de vista, y con ello una conexión emocional en el espectador.

Lo anterior es parte de los contenidos a los que se tiene contacto en la exposición Fake News: La fábrica de mentiras, actualmente montada en Madrid, auspiciada por la Fundación Telefónica. Contiene información útil que considero valioso compartir, porque ahora, más que nunca, estamos llamados a mejorar nuestro discernimiento y a afinar nuestro sentido de observación, para no dejarnos llevar por lo que creemos que es “una realidad”, cuando estamos frente a una ficción o una manipulación.

La desinformación ha pasado por varios estadios de manipulación, que van desde la descontextualización, la propaganda, las fake news hasta los deepfakes, que son archivos de video, imagen o voz manipulados mediante un software de inteligencia artificial que los hacen parecer originales, auténticos y reales.

¿Qué conocimientos podemos aplicar de manera inmediata para distinguir las fake news?

1. Asumir una actitud crítica ante las informaciones que se reciben. Esto permitirá identificar con mejor criterio los intentos de manipulación a los que estamos expuestos.

2. Atender la confiabilidad de la fuente.

3. Observar a detalle los signos de desajuste en la imagen videográfica; por ejemplo, la resolución en el rostro, la congruencia de los detalles o la coloración de la piel. La tecnología suele deslizar un “parpadeo” entre el rostro original y el rostro deepfake.

Mientras todo esto sucede, nosotros nos hundimos en una arena movediza en donde queremos saber todo en las redes sociales, queremos saber más en menos tiempo, afectando incluso nuestro sistema nervioso.

Las noticias falsas son añejas. Frases como las atribuidas a Maquiavelo: “Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira”, o la del jefe de propaganda nazi Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad” siguen teniendo impacto en este mundo interconectado. A cada uno de nosotros, desde nuestro metro cuadrado, corresponde saber distinguir, discernir y hacer todo lo posible para tener un criterio propio e independiente.