La leyenda del judío errante, convertida en novela por César Vidal, recreó la trágica historia de ese pueblo. Se trata del orfebre sentenciado a la inmortalidad por Jesús al negarle un poco de agua en su camino al Calvario. El protagonista en la obra de Vidal representa la odisea del pueblo judío desde entonces hasta la creación del estado de Israel, en 1948.

Ante el inveterado conflicto territorial árabe-israelí, el 29Nov1947 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la resolución 181, que estableció la partición de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe. La ONU nombró un Comité Especial compuesto por 11 países, entre ellos Guatemala, indicando que antes del 15My1948 el Estado de Israel tenía que contar con el apoyo de los países miembros. Aquel 14 de mayo se abrió la sesión y ningún país lo había apoyado. Al límite de cerrarse la sesión y faltando un voto a favor, Jorge García Granados, embajador de Guatemala ante las Naciones Unidas en el Comité, llamó para comunicarse con el Ministerio de Relaciones Exteriores, y al no conseguirlo tomó la palabra en la Asamblea e indicó que Guatemala ratificaba, aceptaba y reconocía a Israel como país independiente.

Valga la premisa para abordar la controversia suscitada por la colocación de una escultura de Ana Frank, de dudoso valor estético, en la plaza San Sebastián, en La Antigua Guatemala, sin la debida autorización.

Como es sabido, la histórica ciudad cuenta con un ente protector integrado por cuatro especialistas, presidido por el alcalde. Fue reconocida como patrimonio mundial por Unesco en 1979 y está amparada por la Constitución de la República de 1985. Trazada en el siglo XVI y abandonada a causa de los daños causados por los sismos de 1773, nunca tuvo vocación escultórica para sus espacios abiertos, plazas, atrios y alamedas, por lo que la escultura impuesta de manera arbitraria fue rechazada por los vecinos y visitantes.

Durante su inauguración, el 3Sept2021, hubo protesta pública, acompañada por la prepotente policía municipal, que violó el derecho de los vecinos a estar en la plaza, y agresiones físicas que provocaron su denuncia judicial. Fue notoriamente desagradable y considerada fuera de lugar la presencia del exagerado cuerpo de seguridad diplomática en una ciudad que acoge y da la bienvenida a todo aquel que la visita, sin distingo alguno.

La transgresión a la ley protectora fue denunciada por ciudadanos ante la Fiscalía de Delitos Contra el Patrimonio Cultural de la Nación y, acto seguido, presentaron copia de la misma al Conservador de la Ciudad, solicitando actuar correspondientemente; cosa que hizo, dando como resultado la orden oficial de retirar la escultura. La Comunidad Judía de Guatemala que participó “con la intención de promover una cultura de paz” argumentó intolerancia religiosa y pide se encuentre un recinto libre de odio, donde se aprenda de la historia de Ana para no repetirla.

La comunidad judía se equivoca y malinterpreta los hechos. Ante el ataque, los vecinos exigieron respeto a la conservación de su ciudad; actitud digna de aplaudir.

Ante el antecedente de la creación del Estado de Israel, considero que un mejor destino de su cooperación con Guatemala sería la creación y mantenimiento de una escuela municipal con el nombre de la insigne Ana Frank, desde la cual se impulse la cultura de la tolerancia y otros valores que permitan construir una sociedad más incluyente y solidaria. Eso garantizaría que la efigie de la niña símbolo deje de errar, como el infeliz orfebre.