Hoy se celebra el Día Internacional de la Sonrisa, con el fin de fomentar la alegría y las buenas obras en todo el mundo. La idea es que al menos un día al año seamos más amables que de costumbre y contagiemos a todos con nuestra actitud positiva. Aunque es realmente difícil sonreír, en un mundo tan conmocionado y lleno de malas noticias: guerras, corrupción, crisis económica, inseguridad y violencia. La gente ya no es amable, está de mal humor y a la defensiva. Se percibe mucha agresividad en las relaciones interpersonales. La mayoría manifiesta sentimientos de frustración, tristeza, impotencia, y sinceramente en este ambiente tan cargado ya nadie tiene ganas de reír, sino más bien de echarse a llorar.

Pero, a pesar de todo, no debemos dejarnos llevar por todas estas circunstancias adversas, y aunque nuestra situación sea desesperada y pareciera no tener solución, es necesario verle el lado hermoso a la vida. Agradecer por lo que sí tenemos, o lo que forma parte de nuestra esencia: la salud, la familia, nuestra fe, la inteligencia, la creatividad, la esperanza, el amor, la amistad, y tantos otros valores que constituyen la parte fundamental de nuestra existencia.

Hoy enfoquémonos en una acción humana, que reúne la parte física, emocional y sentimental, que nos hace sentirnos vivos. Se trata de la sonrisa, que es la luz de nuestro rostro; esta nos abre muchas puertas, genera positivismo y nos allana el camino para llegar al corazón de los demás.

¿Cuántas veces ha llorado por esas inolvidables carcajadas? Seguro que las recuerda exactamente con lujo de detalles, y solo de pensarlas vuelve a sonreír. Reír es sano, la risa y la salud están estrechamente unidas, no es ningún secreto que esta es un método infalible para levantar el ánimo. Se ha confirmado de manera científica que reír a carcajadas cinco minutos al día mejora considerablemente el estado físico del cuerpo humano. Los estudios revelan que la risa relaja los músculos tensos, reduce la producción de hormonas que causan el estrés, rebaja la presión de la sangre y ayuda a incrementar la absorción de oxígeno en las células. Cuando reímos movilizamos unos 400 músculos del cuerpo, por lo que la acción de reír ha sido catalogada como un remedio terapéutico. Sonreír prolonga la vida porque alivia la tensión nerviosa, disminuyendo la carga de estrés que acumulamos durante el día, aportando beneficios generales al corazón y a todo nuestro organismo.

En cuanto al ámbito social, cuando sonríe manda una señal de mucho valor para quienes la reciben. Si lo hace con sinceridad, es una muestra de apertura, equilibrio personal, agradecimiento y amistad que desencadenará en los demás actitudes positivas. La sonrisa sincera abre muchas puertas que no abren ni el dinero ni el poder.

Si hablamos de imagen y belleza, a la mayoría de personas se les ilumina el rostro cuando esbozan una sonrisa. Como se menciona en un proverbio bíblico: “El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”. Claro está que existen muchas formas y tonos de reír, y estos dependerán de nuestra personalidad y del entorno en que nos encontremos. Pero, en general, las personas que adoptan estas habilidades para vivir son, sin duda, personas sanas y felices.

Un filósofo anónimo de la antigua Grecia decía: “Sonríe a la vida y la vida te sonreirá”. Esto significa que, al sonreírle a la gente, influimos positivamente en los demás, lo que nos permite cambiar en algo al mundo. La sonrisa incide en la forma en que vemos las cosas, haciéndonos más flexibles y fuertes frente a las situaciones más difíciles de la vida. Así que, por favor, ¡sonría!