El estereotipo actual de belleza está afectando a millones de mujeres, que buscando alcanzar los actuales cánones, están arriesgando su integridad física y emocional, para ser eternamente jóvenes, poseer una silueta perfecta y conseguir una imagen dictada por una sociedad enferma, que cambia constantemente de esquemas. Nuestra sociedad está totalmente influenciada por el márquetin y las redes sociales, pero sobre todo por el juicio de quienes nos rodean. El miedo a no complacer a los demás se puede encontrar todos los días en la mayoría de las personas.

Es difícil ser mujer en un mundo marcado por los estereotipos. De hecho, tener canas, arrugas, flacidez y grasa abdominal es para una mujer casi el final de su belleza, mientras que para los hombres el panorama es diferente, tener canas y arrugas los hace más interesantes, y si están pasados de libras, son “gorditos lindos”. El hombre es aceptado tal como es, mientras que el género femenino es presionado socialmente por mantenerse dentro de altos estándares de perfección para sentirse aceptadas.

El ideal de belleza hoy en día sobrepasa la lógica de la naturaleza misma. Está representado por un rostro bello, sin ninguna imperfección, arrugas ni manchas, sin importar si tiene 15 o 60 años. Labios gruesos y carnosos, cuerpo estilizado, sin rollitos, con supercurvas. Donde haga falta se pone implantes; si le sobra grasa, basta con una liposucción. Cabello nítido y peinado siempre, aunque implique usar extensiones y largas horas en un salón de belleza. Uñas acrílicas, pestañas postizas, lentes de contacto, etc. Una total estereotipación, al punto de que ya no se sabe si es una mujer o una barbie.

Este arquetipo de mujer, casi “imposible de lograr naturalmente”, no solo requiere miles de dólares para conseguirlo, sino largas horas en el gimnasio, estilista, espá o cirujano plástico. Al final, queda poco tiempo para trabajar la parte intelectual y espiritual desde este enfoque. Aun así, la mayoría de las mujeres se sienten poco satisfechas con su propia imagen y nunca están conformes. Son tantos los procedimientos que se hacen que pueden llegar a tener el rostro o cuerpo completamente deformado, y aún así no se detienen.

La preocupación desmedida por la imagen física afecta terriblemente a las mujeres, y cada vez a edades más tempranas. El deseo de tratar de encasillarse y pertenecer a un estereotipo ocasiona estragos en la autoestima de las mujeres de todas las edades. Incluso llevándolas a arriesgar su vida en complicadas operaciones.

Cuando se han hecho sondeos sobre la belleza femenina a los caballeros, la mayoría opta por mujeres no operadas. Una que se cuide naturalmente, con poco maquillaje, saludable y sin ningún implante. Y para una relación seria prefieren a una mujer sencilla, inteligente, prudente y con valores. Sobre todo, dijeron, que lo que más les impacta es la seguridad que una mujer muestra en sí misma y la capacidad que tenga para aceptarse y amarse tal como es.

Tal vez no tenga un cuerpo perfecto, porque ha dado a luz a sus hijos o simplemente tiene libras de más, con canas y con arrugas propias de su edad física, pero que también revelan su madurez a través del sufrimiento de su existencia. Quizás no tenga un rostro sin arrugas, pero sabe mirar a los demás con ternura y brinda una sonrisa sincera que ilumina su entorno.

No usa uñas acrílicas porque tiene que lavar los platos y ropa en su casa. Con ojeras y bolsas en los ojos, por la preocupación diaria que la hace humana y sensible. Aunque lucir bien es importante, si se convierte en una obsesión y en el centro de la vida de una mujer, entonces sí hay un serio problema.