Si todo sigue su curso para el 2024 y no se dan anomalías ni obstáculos durante los primeros meses del año, los planes para solventar los problemas ambientales vienen robustos y muy completos. Estas medidas las he podido comprobar a través del plan de gobierno para el 2024, y aunque en gobiernos pasados mucho se ha prometido, tengo la esperanza de que esta vez se puedan llegar a cumplir.

La primera medida es accionar un programa intensivo de recuperación y preservación de cuencas hidrográficas. Esto es sumamente importante, puesto que dependemos del agua para sobrevivir. Con ello se pretende la restauración de 150 mil hectáreas, con una inversión de Q2.0 millardos y la preservación y mantenimiento de 650 mil hectáreas, con una inversión de Q1.9 millardos.

La segunda medida es la protección de bosques naturales en 700 mil hectáreas, con una inversión de Q1.3 millardos, y la tercera es reforzar el programa Probosques, para fomentar la conservación y restauración de bosques privados, así como la plantación de bosques para manejo productivo, con una inversión de Q1.7 millardos.

La cuarta medida es dar certeza jurídica a cien mil hectáreas de tierras y bosques comunales y municipales, y la quinta es impulsar la agencia pública para la certificación de bosques y promoción de bonos de carbono, con el fin de movilizar mil millones de fondos privados e internacionales para invertirlos en adaptación y mitigación del cambio climático.

La sexta medida es la implementación del kilovatio verde que podría ayudar a financiar los programas descritos, y la séptima es apoyar los modelos de manejo colectivo de tierras, bosques, pesquerías y áreas silvestres con fines de conservación y desarrollo local sostenible. Finalmente, la ocho es desarrollar un nuevo modelo para el manejo integral de los residuos sólidos. Esto conlleva el saneamiento y tratamiento de aguas y transporte con el menor impacto ambiental.

Estas medidas transitan hacia una economía verde, pasando de una economía extractiva hacia la producción regenerativa, limpia y circular, con la mira en frenar el cambio climático. Se generan así emprendimientos comunitarios e iniciativas de la sociedad civil amigables con el ambiente. Todo esto sin contar con la promoción de la energía renovable y la transformación productiva del país, con una visión de sostenibilidad ambiental.

Estas medidas esenciales son parte integral entre las grandes prioridades que han existido en el mundo, pero que en Guatemala distan de ser una realidad. No me cabe la menor duda de que han sido reflexionadas con mucho esmero y meticulosidad y deben ser entendidas y aplicadas por los nuevos dirigentes de Guatemala, y respetadas por todos.

Estoy segura de que con el financiamiento requerido, en el no lejano futuro podríamos finalmente ver la descontaminación en el río Motagua y la preservación de los lagos de Atitlán y Amatitlán, por mencionar algunos. Estas medidas, según entiendo, se estarían aplicando cuanto antes si no surgen obstáculos, y garantizará que la basura sea mejor atendida, que el agua sea mejor canalizada y distribuida, que nuestros bosques comunales, privados y municipales sigan estando en pie y que existan fondos para la adaptación y mitigación del cambio climático.

No es mucho pedir que dejemos que los nuevos gobernantes nos demuestren los cambios positivos que proponen. ¿Pero vendrá el debido financiamiento del presupuesto nacional?