A CONTRALUZ

Un gobierno al servicio del pacto de corruptos

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Alejandro Giammattei cumplió ayer un año de haber tomado posesión de la Presidencia, a la cual llegó no por la fuerza de su liderazgo, sino por la ausencia de las principales candidaturas. Con su deslucido 13 por ciento de intención de voto, el líder de Vamos logró colarse en la final cuando Thelma Aldana y Zury Ríos quedaron descartadas como candidatas presidenciales. En la segunda vuelta electoral obtuvo el triunfo no por su carisma, sino por el voto de rechazo contra Sandra Torres. A Giammattei se le veía como un presidente muy vulnerable, pues tenía una bancada raquítica, con apenas 17 diputados. Hay que reconocer que el mandatario logró negociar muy bien para hacerse de una base política, lo cual le permitió quedarse con la presidencia del Congreso. El problema es que la alianza que tejió fue con el lado oscuro de la luna, incluida una fracción de diputados afines a Torres, su anterior contendiente, y un partido narco, como lo es la Unión del Cambio Nacional.

' El gobierno privilegia los intereses de la cleptocracia.

Haroldo Shetemul

Si bien, el mandatario tuvo que afrontar la pandemia de coronavirus, que prácticamente paralizó el país durante varios meses, eso no justifica que haya incumplido sus promesas de campaña. Es claro que la alianza con el Pacto de Corruptos ha redefinido los rasgos principales de la administración de Giammattei: abuso de poder, negocios oscuros con recursos del Estado, compra de votos en el Congreso, autoritarismo, corrupción e impunidad. Debido a la fragilidad de su partido, ya no podemos hablar de un partido oficial, sino de una alianza oficialista que define las prioridades desde el Legislativo, en función de intereses faccionales. De alguna forma se ha desdibujado el perfil político de Vamos, si es que alguna lo tuvo, y eso pasa también por ignorar las promesas de campaña porque la alianza tiene intereses propios para engullir el presupuesto estatal.

¿Cómo podría cumplir Giammattei su promesa de retirar a Guatemala del Parlamento Centroamericano, si los partidos de la alianza oficialista tienen presencia con diputados en ese elefante blanco? ¿Cómo dirigir la lucha contra la desnutrición infantil, si el Ministerio de Desarrollo es un centro de corrupción destinado a los negocios oscuros a favor de diputados y dirigentes partidarios? ¿Cómo clausurar la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad, si eso pasa por hacer negocios con sus financistas de campaña? ¿Cómo luchar contra la corrupción, si el corazón de la alianza partidaria la integran precisamente políticos corruptos, cuyo único interés es arrasar con los fondos que provienen de nuestros impuestos? Sí, claro, debido a la presión ciudadana, el presidente cumplió con eliminar el Centro de Gobierno, pero ya se dieron cuenta: los principales cuadros de ese engendro burocrático ahora fueron colocados en puestos clave de su gobierno. Atol con el dedo, pues.

De esa cuenta, será muy poco lo que el país pueda avanzar durante este mandato. El problema es que desde que comenzó su gobierno, el presidente Giammattei demostró que está dispuesto a negociar a manos llenas con la clase corrupta. Es lógico, él es parte de esa misma partidocracia. No hay principios políticos ni ideológicos de por medio. Los objetivos de las alianzas que ha impulsado son cortoplacistas. Su único interés es terminar sin sobresaltos sus cuatro años de gobierno, sin aspiraciones de construir un mejor país. Es por eso que la moneda de cambio en las negociaciones va a ser compartir el pastel del presupuesto con sus compañeros de viaje, lo cual significa que quedará muy poco, pero muy poco, para programas sociales e infraestructura. En su primer año de gobierno, Giammattei se ha mostrado de cuerpo entero como un político que sabe las mañas de cleptocracia, con la cual se regodea.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.