MIRADOR
Desgaste transferido
Los ataques y el consiguiente desgaste estratégicamente transferido al Presidente electo se intensifican con vectores nuevos y por vías alternas. Los medios de comunicación “han perdonado” en demasía al presidente Maldonado y desvían a la birlonga la atención. Hastiados del exbinomio presidencial, ahora encarcelado, la ciudadanía se conforma con verlas pasar y la inacción gubernamental no llama la atención.
En esta administración de “transición” son conocidos únicamente dos ministros: el de Salud y la de Gobernación. Esfuércese por recordar al de Comunicaciones, Ambiente, Educación o Agricultura, y su mente no se turbará. Rayo ha evidenciado grupos de mafias que operan en Salud; Mendizábal sustituyó a la cúpula policial y cambió puestos clave ¿Será por eso que son los más hostigados? A diario son duramente criticados, incluso por decisiones que no tomaron, fueron firmadas por terceros o dirigidas desde arriba. El constante cuestionamiento suele estar artificial e interesadamente amarrado al señor Morales, sin nada que evidencie tales ataduras. Las conclusiones de esos operadores se enfocan en pedir la dimisión de aquellos dos y endilgar el costo político a la administración venidera, incluso antes de que llegue.
Ciertos grupos de poder adscritos a ideologías extremas -coincidentemente con mafiosos del crimen organizado- no pueden permitir que el sistema democráticamente elegido por la ciudadanía siga su curso. De ser así, la historia de este país daría un giro brusco y las mafias dejarían de tener incidencia política. Se acabarían los sindicalistas extorsionadores, los cabecillas de oenegés manipuladoras de conflictividad social, los dizques representantes de la sociedad civil, los “grupos políticos” que quieren nacionalizar la electricidad o botar contratos de minería y los “intelectuales” de izquierda que por años han promovido una historia distorsionada. También los grupos de militares inescrupulosos que han traficado con mercancías diversas, cooptado gobiernos y otros colectivos, incluidos ciertos medios de comunicación que extorsionan y chantajean.
Jimmy Morales personifica la indignación de una ciudadanía que exige cambios y no está dispuesta a dar marcha atrás. El descrédito a su persona y a quienes trabajan por cambiar el país -con todo y desaciertos- es un objetivo de aquellos que desean retomar viejas prácticas y mantener las tradicionales cuotas de poder. El presidente Maldonado debió haberse comprometido a limpiar la casa, pero se quedó varado y se conformó con ser adorno en un limbo de autocomplacencia, pensando que le debían a su ego un reconocimiento que finalmente, y por accidente, llegó. A ningún político se le ha consentido tanto ni dejado de señalar su inacción y falta de decisión así como algunas meteduras de pata, no la que le postró en una silla de ruedas, sino otra relacionada con su esposa que afecta y compromete la política exterior.
Estamos de cambio, así que digamos las cosas abiertamente. Hay interés en transferir el desgate y descalificar con el fin de promover una Asamblea Constituyente que permita retomar el control a los operadores de siempre, incluidos quienes ahora están enjuiciados y alejados del poder por orden judicial. El medio es erosionar lo antes posible el sistema, especialmente a don Jimmy y a estos dos ministros que, bien o mal, son los únicos que se han atrevido a hacer algo contundente y asumir responsabilidades.
El futuro se construye comprendiendo el presente y hay gente interesada en que nada cambie o lo haga según su guión.
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