EDITORIAL

El alto precio de ofrecer una cosa y hacer otra

La toma del poder presidencial en Colombia por parte del economista, exguerrillero y exalcalde Gustavo Petro genera tanto expectativas como temores, debido a la incertidumbre sobre el abordaje que dará a su gestión. En campaña despertó enormes simpatías en el electorado y también agrios ataques de oponentes, incluido el oficialismo, pero más de 700 mil votos decidieron en segunda vuelta el rumbo de dicho país, donde hay llamados a la unidad y la concordia, aunque ayer mismo se suscitó la primera controversia del nuevo período.

El presidente saliente Iván Duque se negó a la solicitud de su sucesor, de exhibir durante el acto de relevo la espada del libertador Simón Bolívar. Esta pieza fue robada en 1974 por un grupo insurgente y devuelta en 1991, y por eso permanece resguardada en la casa presidencial. Al asumir el mando, Petro dictó su primera orden: detener la ceremonia para que soldados fueran a traer la espada y colocarla frente el público.

La negativa de Duque resultó contraproducente y a la vez una buena metáfora de lo ocurrido en su período. Ofreció consolidar la agenda de los acuerdos de paz, pero sus acciones fueron todo lo contrario: saboteó la implementación de varios programas pactados, incumplió con la protección de líderes sociales y firmantes de la pacificación. Durante su gestión, desde agosto del 2018 hasta ayer, habían sido asesinados 957 defensores de derechos humanos, en una polarización sin precedentes que tuvo su epítome durante la violenta represión contra las manifestaciones del 2021 en reclamo por la carestía de vida, el mal estado del sistema de Salud y deficiencias en el manejo de la pandemia. Y pese a que ofreció respetar las garantías, la ofensiva policial dejó al menos 28 muertos.

El camino del presidente Petro no será fácil. Enfrenta desafíos en todos los ámbitos: el político, el económico, el social y la seguridad. Lo reconoció en su discurso ante un público claramente animado por la llegada del primer gobierno izquierdista en 200 años de vida independiente en ese país.

Pese al crecimiento económico de Colombia, por muchos años el bienestar no llegó a toda la población, sobre todo a ciertas regiones, etnias y sectores que fueron relegados una y otra vez. Esa fue la fibra que tocó la compañera de fórmula de Petro, Francia Márquez, madre soltera, feminista y primera afrocaribeña en obtener el cargo. Solo así se puede explicar la llegada de Petro, un excombatiente que se desmarcó del perfil tradicional de político y acrisoló las esperanzas de amplios sectores populares. Ahora le toca mostrar resultados a la mayor brevedad o pasar por la criba de la opinión pública.

Y ahí estriba el desafío mayor: nadie puede gobernar solo, ni en lo individual ni en lo partidario. Petro inicia su gobierno con una mayoría legislativa obtenida mediante alianzas apalabradas apenas el mes pasado. Solo el tiempo dirá si los nuevos aliados acuerpan la implementación de los planes trazados por el partido Colombia Humana y la coalición Pacto Histórico, muchos de los cuales generarán oposición, ataques y quizá sabotajes.

También ahí es donde resultan estratégicas la transparencia, la coherencia en discurso y acción, así como la comunicación asertiva y veraz con la ciudadanía. Porque fueron la opacidad, las mentiras y la represión negacionista de realidades las que condujeron a este capítulo político que debería servir de referencia a otros oficialismos que se empeñan en cerrazones despóticas que les saldrán muy caras.

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