EDITORIAL

Grandes retos para dos ministerios estratégicos

Es bien sabido que gran parte del éxito y estabilidad de cualquier gobierno radica en el trabajo efectivo que logran los ministros a cargo de la seguridad y la gobernabilidad interna, así como de quien vela por las buenas relaciones exteriores del país con el resto del mundo.

Por eso los cambios anunciados ayer por el gobierno de Alejandro Giammattei, en cuanto a relevar al ministro de Gobernación, Gendri Reyes Mazariegos, y al de Relaciones Exteriores, Pedro Brolo Vila, merecen especial atención, no solo en la revisión profunda de los avances y retrocesos, sino en los retos que quedan en esas carteras para los siguientes dos años del mandato.

Respecto de Gobernación, el nuevo jefe de la cartera es el militar en situación de retiro Napoleón Barrientos Girón, cuarto ministro del Interior en el gobierno de Giammattei. La herencia que recibe de Reyes no es la mejor, como lo evidencian las cifras oficiales: la tasa de homicidios es más alta que la que recibió el ahora exministro en noviembre de 2020, cuando asumió el cargo, y por primera vez en 12 años rompe la tendencia a la baja. También se reporta un alza en las denuncias por extorsión, así como por robo de vehículos, motocicletas y a viviendas.

Además de las tendencias en los indicadores de seguridad ciudadana, Barrientos Girón tiene la responsabilidad y el desafío de revertir la imagen que el Ministerio de Gobernación ha proyectado en el último año, cuando se ha cuestionado la forma como se disuelven algunas protestas y la inacción en otras; la percepción ciudadana no le es favorable. Su antecesor también evitó a toda costa la rendición de cuentas de la ciudadanía a través de preguntas de la prensa independiente en cuanto a temas de interés social, como las estrategias de seguridad y de orden público.

En el caso de la Cancillería, el sucesor de Brolo llega también en un momento clave y probablemente en una escala de la tensión con la comunidad internacional similar a la que se vivió en 2019. El gran reto es frente a Estados Unidos, principal socio comercial de Guatemala, donde existen dudas por algunas políticas de la gestión de Giammattei, pues en varias ocasiones, directa o indirectamente, la administración de Joe Biden ha mostrado inconformidad hacia el poco compromiso que percibe del gobierno con la lucha contra la corrupción, el respeto a la independencia judicial y la tolerancia a los críticos.

El mismo reto enfrentará el nuevo canciller para cambiar la percepción ante una parte de la comunidad internacional, con acciones concretas en aspectos que a ambas partes interesen.

El nuevo ministro de Relaciones Exteriores no puede permitirse subir el tono en materia diplomática, sino al contrario: debe aprovechar con eficiencia la ayuda que los países cooperantes ofrecen, no solo para consolidar el sistema democrático, sino para dar un necesario espaldarazo en temas de salud, educación, innovación y tecnología, entre otros.

A Giammattei le restan dos años en el poder, y para que ese lapso sea menos turbulento que los dos primeros es clave el correcto desempeño de todo el gabinete de gobierno, incluidos los los dos nuevos ministros, quienes deben recordar que son servidores públicos y que su deber es trabajar por y para los guatemaltecos.

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