EDITORIAL

Es vital una campaña electoral propositiva

En menos de dos semanas el Tribunal Supremo Electoral marcará el inicio de la etapa de propaganda de candidatos para alcaldías, diputaciones y presidencia en un proceso atípico debido al adelanto de las elecciones, las restricciones al gasto electoral de las organizaciones políticas, la expectativa de una cifra récord de partidos en contienda y los ataques verbales contra aspirantes, tanto a título personal como a través de grupos de perfiles en redes sociales claramente manejados en cardumen por uno u otro bando.

No obstante ello, la oportunidad está servida para que esta contienda electoral marque también una diferencia en cuanto a la discusión abierta, técnica y asertiva de las propuestas de cada grupo. Ciertamente la dispersión causada por el amplio espectro de opciones podría dificultar un debate extendido sobre los planes que cada organización lanza como institución.

Los políticos podrían hacer honor a la etimología de la palabra que los define, proveniente del griego politikós, que alude a la relación civilizada entre los ciudadanos de un Estado y emprender un diálogo de altura, a través de equipos disciplinarios enfocados en los problemas que más agobian a la población. Este tipo de esfuerzo rebasa cualquier digresión disfrazada de consignas publicitarias, dogmatismos estériles o juegos de palabras prefabricadas que pueden sonar bien en las arengas de los discursos pero que en la práctica no aportan a la construcción de una verdadera agenda de país.

Es el tiempo impostergable de dejar de depender de personalismos egocéntricos y de ofrecimientos mercadológicos. La situación del país es tan crítica en ámbitos como el empleo, la salud, la educación y el desarrollo de oportunidades, que el ciudadano responsable no puede conformarse con ofertas abstractas de solución a tales necesidades. Se puede y se debe demandar de los políticos el detalle de cómo piensan lograr sus ofrecimientos.

La ciudadanía guatemalteca ha vivido suficientes desengaños como para aceptar una vez más la repetición de canciones adaptadas con estribillos estériles, los llamados a votar a ciegas por tal o cual símbolo y peor aún, la virtual compra del voto a través de dádivas como víveres, láminas, bicicletas y otras bagatelas que a la larga salen muy caras cuando los otrora candidatos sonrientes se encierran en la comodidad de un puesto blindados bajo la protección de un antejuicio, sin rendir cuenta de las promesas que un día plantearon a voz en grito.

El embajador de Estados Unidos en Guatemala, Luis Arreaga, tomó una sana postura al expresar total confianza en la labor del Tribunal Supremo Electoral, máximo ente rector del proceso, que tiene en sus manos el desarrollo de unos comicios que aún arrastran vicios y vacíos legales, pero que constituyen la única y la más legítima vía para la expresión ciudadana, ávida de un rumbo certero para el país que heredarán a sus hijos.

El diplomático expresa una actitud expectante acerca de las propuestas concretas que los partidos presentarán a partir del 18 de marzo y de hecho, el interés de la potencia del norte es un referente fundamental. Sin embargo, es la comunicación clara, sincera y con datos fundamentados a la población lo que más debe ocupar la atención de los equipos de campaña y sus aspirantes. La ciudadanía ha ganado, a fuerza de desencantos, un espíritu crítico que enriquecerá el diálogo sobre el rumbo que tomará el país. Ningún político deberá obviar este juicio sobre sus propuestas.

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