EDITORIAL

Llamados a ser generadores de cambio

El camino de la integración centroamericana ha estado plagado, a lo largo de sus casi dos siglos de existencia tras la emancipación política,  de dificultades de todo tipo: personalidades intransigentes, enfoques errados, etnocentrismos, intentos de unión por la fuerza  e incluso rivalidades ideológicas que poco a poco han demostrado su inviabilidad, precisamente porque muchos de los problemas internos de los Estados del Istmo parten de esos mismos valladares.

Tal afirmación no constituye, en manera alguna, un dogmatismo que cierre la puerta a vías de conexión y convivencia regional, puesto que el mundo contemporáneo se ha ido configurando precisamente en bloques, ya sea geográficos, culturales o estratégicos. La fusión de esfuerzos, objetivos y beneficios se ve potenciada gracias a los adelantos tecnológicos, al derribo de prejuicios y a una comunicación creciente no solo entre gobiernos, sino también entre empresarios y sectores sociales.

Desde 1991, el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) tiene como fin promover esfuerzos para consolidar la democracia en la región,  impulsar el desarrollo económico y humano, fortalecer la cooperación entre los países miembros y, sobre todo, articular a la región como un bloque económico que pueda ser cada vez más competitivo, aprovechando el potencial humano, los recursos naturales y la posición geoestratégica.

Hoy comienza el encuentro de empresarios de la región, previo a la cumbre de Jefes de Estado del Sica, en el cual figuran, entre  otros temas, la unión aduanera regional como vía para facilitar el comercio y la creación de cadenas de valor; así también se discutirán factores que favorecen u obstaculizan el mercado de energía eléctrica.  La visión de nuevas oportunidades con base en el emprendimiento juvenil y la sinergia de esfuerzos en favor de los Objetivos de Desarrollo hacia el  2030 también formarán parte de los paneles y conferencias.

El turismo constituye otro pilar de despegue económico que requiere de un paradigma regional,  para facilitar e incrementar la llegada de visitantes de diversas latitudes, a fin de aprovechar los atractivos naturales, culturales y estratégicos, como la prestación de servicios médicos. Para tal fin es necesario continuar fortaleciendo las facilidades de tránsito y la reducción de  trámites aduanales a lo estrictamente necesario. Ciertamente, las caravanas de migrantes que han atravesado los territorios de Honduras, El Salvador y Guatemala conllevan un análisis sobre los mecanismos regulatorios establecidos, sobre todo a causa de la presión ejercida por el gobierno de Donald Trump. No obstante, el desplazamiento de estos grupos de centroamericanos, que no encuentran en su país las facilidades para tener un empleo y generar un ingreso que les provea de sustento a sus familias, constituye un fenómeno que no se puede abordar únicamente desde la perspectiva de las restricciones, pues se trata de una realidad que también reclama responsabilidades de anteriores gobiernos de EE. UU., mismas que deben ser consideradas por los líderes reunidos por el Sica.

Las discusiones entre jefes de Estado  deben pasar de lo diplomático a las iniciativas y acciones de verdadero impacto humano, puesto que a estas alturas de la historia, cuando el Sica se aproxima casi a sus tres décadas de existencia, es momento de demostrar que no solo funciona como un foro grandilocuente en el cual desfilan mandatarios o ministros, sino que es una entidad que puede ser generadora de verdaderos compromisos regionales.

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